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Los músicos callejeros se examinan en el Conde Duque

Luis de la Cruz

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Por el patio sur del Conde Duque han desfilado esta semana muchos artistas, guitarra en mano unos, caracterizados otros, suponemos que no pocos reviviendo nervios de tiempos escolares. Muchos mataban la espera haciendo lo que allí se juzgaba si saben hacer: cantar. En el vestíbulo estaban citados los aspirantes que se habían inscrito a la prueba que autorizará a algunos de ellos a tocar en la vía pública en el distrito Centro. Al final de las pruebas, que empezaron el lunes y acaban hoy, serán 350 músicos los que habrán pasado por el Conde Duque.

Los que aprueben podrán tocar en calles del distrito con más de siete metros de ancho, separados al menos 75 metros de otros músicos callejeros. No podrán hacerlo entre las 15 y las 17 horas ni a partir de las 22 horas. Los que suspendan tendrán, literalmente, que irse con la música a otra parte.

Además, el decreto del 7 de octubre lista una serie de sitios en los que no se podrá tocar. De Malasaña encontramos lugares como las plazas del Dos de Mayo, San Ildefonso, Juan Pujol o la de Carlos Cambronero, entre muchas otras vías. Entre unas cosas y otras, se podría decir que Malasaña queda vetada para los músicos callejeros.

Una de las quejas que han manifestado los músicos que están acudiendo a las pruebas es que nada se sabía de quiénes les iban a examinar ni qué criterios van a utilizar para evaluarlos.

Según el periódico digital El Confidencial, “los jurados son licenciados superiores en música por el conservatorio. Tres son miembros de la Banda del Ayuntamiento y una es profesora superior de música y especialista en instrumentos” En cuanto al modelo de examen, ya lo conocemos después de que muchos hayan pasado por él: cinco minutos a puerta cerrada para convencer al jurado. Un formato que algunos han comparado con los concursos de la tele.

Las pruebas vienen, de eso no cabe duda, a poner algún tipo de orden a una situación absurda. Desde el pasado 26 de septiembre no se puede tocar en la calle, sin autorización previa, en la llamada Zona de Protección Acústica Especial del Distrito Centro …pero no había una manera de obtener dicha autorización.

Sin embargo, dudas hay. Desde la Asociación de Músicos de Madrid, que se reunió en septiembre con el concejal del distrito David Erguido y con otros miembros de la corporación, se ha venido criticando desde el principio la formulación de la ordenanza municipal. Sobre el modelo de examen anual, por ejemplo, advierten de que “deja fuera a una parte considerable de la escena musical de Madrid, especialmente a aquellos músicos que utilizan el espacio público ocasionalmente, como estudiantes del conservatorio o de las escuelas municipales, músicos de paso por la ciudad, o colectivos musicales de carácter sociocultural (charangas y batucadas), para quienes esta nueva regulación no prevé ningún cauce de expresión”.

Otras voces críticas han dicho también que lo que está haciendo el Ayuntamiento es equiparar la música con el ruido, cuando es cultura.

Rod Stewart, Bob Dylan, Javier Álvarez o Billie Holiday tocaron en la calle antes de llenar grandes salas, y aunque desde el ayuntamiento se insiste en que no se trata de buscar la excelencia sino mínimos, cabe preguntarse si todos ellos hubieran pasado – a oídos de la cultura dominante de sus épocas – el filtro subjetivo que se desprende de una convocatoria que dice buscar “un nivel de interpretación personal y no reproducida suficiente, capaz de animar o entretener al público sin molestar a los vecinos o viandantes”.

* Imagen de M. Peinado, con licencia CCM. Peinadolicencia CC

* Imagen de portada de Héctor Gómez Herrero, con licencia CCHéctor Gómez Herrerolicencia CC

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