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Cientos de lectores unen sus ahorros para salvar La Semillera, una librería-jardín que les pidió auxilio

Páginas de libros decoran la entrada de La Semillera, en Carranza 19 | S.M.

Luis de la Cruz

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Atravieso la puerta de La Semillera una tarde de verano, una hora antes de que los vecinos empiecen a llenar las tiendas de Malasaña en los días de calor. Encuentro a María y a su madre relajadas, ella haciéndose un selfie. Lleva una camiseta del poeta y artista urbano Neorrabioso y luego me contará, sentados en la mesa camilla de la librería, que la foto era para mandársela a él, “me dijo que hacía tiempo que no veía una ola de solidaridad como la que ha desatado el crowfunding para salvar la librería”.

María Sotomayor, mi interlocutora, es poeta (premiada y publicada) y ha sido editora. La Semillera es una librería (con jardín) que se encuentra en la calle Carranza y es, también, el proyecto vital de María. Por eso, porque se parece a ella, la poesía tiene un espacio muy importante en sus estanterías.

Abrió en diciembre de 2017 y al principio funcionó magníficamente. “Mi socio y yo veníamos del mundo de la literatura, lo que resultó un gran impulso”, cuenta María. Sin embargo, 2018 fue su annus horribilis, lo que ha afectado de manera importante la marcha del proyecto: enfermedades familiares, depresión, desavenencias con su socio, una mastectomía preventiva y otra serie de problemas de salud se cruzaron en su camino e hicieron que La Semillera pasara mucho tiempo cerrada y generando deudas.

Según me cuenta la madre de María –es fácil percibir que es actualmente el mayor apoyo de su hija y del negocio– fue suya, hipoteca mediante, la mano en el hombro de María y el colchón para afrontar un año y reflotar así la librería. Sin embargo, aún vendrían un gasto inesperado (pagar la participación de su antiguo socio) y el apremio de los caseros. También se desahucian librerías.

Aconsejadas por amistades, decidieron poner en marcha un crowdfunding para hacer frente al alquiler del verano y las deudas a los proveedores. Había algún precedente, como el de la cercana librería Berkana, pero La Semillera carecía de la historia de esta. Se lanzó el 10 de julio y la respuesta fue espectacular. “Estamos contentísimas, no podíamos imaginarnos algo así”, dice María con los ojos bien abiertos, como tratando aún de creérselo.

El objetivo de la colecta es de 13.000 euros y en pocos días alcanzaron los 10.000. Luego, la cosa se ha ralentizado, como todo en agosto, pero en el momento de escribir estas líneas, y con casi todo el mes por delante, más de 440 personas han puesto dinero y quedan solo unos mil euros para llegar a la cifra. Durante los primeros días, la campaña tuvo el apoyo en redes sociales de rostros conocidos de la literatura y de otros ámbitos: de Maxim Huerta (que presentó libro en la casa), Luna Miguel o Roberto Henríquez Bob PopBob Pop, entre muchos otros.

Pero el impulso de la campaña no se ha quedado en una mera vía de recaudación, fueron muchas personas que, pudieran o no aportar dinero, se acercaron a dar ánimos a las libreras. “Me impresionaron unas mujeres que vinieron en bici desde Villaverde después de dejar a los niños”, cuentan. Durante aquellos días de julio el local se llenó de cazadores de poesía y otros géneros que se llevaban por montones los libros, “entre eso y que el verano es época de devoluciones para las distribuidoras nos dejaron las baldas medio vacías”.

La Semillera es una librería puesta al detalle, se nota que en la cabeza de María estuvo desde el principio que el espacio fuera digno de las páginas con las que iba a comerciar: en la entrada, como reclamo al paseante, unas páginas amarillentas cuelgan de la pared –el papel impreso embellece en su decrepitud– ; dentro, un pasillo luminoso, donde cada montón de volúmenes está colocado a conciencia; al final, una mesita camilla para leer, reunirse con un café o charlar y, luego, un bonito patio luminoso. La joya de la corona del local. Es precisamente éste concepto de librería como espacio en el que suceden cosas el que quieren potenciar María y su madre en la nueva etapa de La Semillera, a partir de septiembre.

“Habrá proyectos nuevos, además de las habituales presentaciones, también tendrán cabida talleres de bordado, de poesía o sexología, un club de lectura...” quieren que el jardín se llene de actividades que ayuden a reflotar la librería. Todo gracias al tesón de las libreras y la solidaridad de los lectores.

Más información:

VB

Mamá ponme una librería en la calle carranza que quiero ser poeta
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