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Una cláusula de Centro trunca el intento de reabrir el comedor solidario de Malasaña en el colegio Isabel la Católica

Puerta del colegio Isabel la Católica en la calle de la Beneficencia | SOMOS MALASAÑA

Antonio Pérez

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La negativa de la Junta Municipal de Centro a que se puedan repartir menús solidarios gratuitos a las puertas del CEIP Isabel la Católica, en la calle de la Beneficiencia, trunca el intento vecinal de reabrir el comedor social que estuvo funcionando durante 40 días en Espíritu Santo 28 y que cada jornada repartía comida cocinada a unas 300 personas afectadas por la crisis social del Covid-19.

Desde antes incluso de que tuviera que cerrar el citado comedor, por falta de un espacio adecuado desde el que seguir desarrollando su labor, el equipo que sostenía la iniciativa y la red vecinal que le daba apoyo estuvo buscando alternativas para trasladarlo de lugar. De ese modo fue como el 16 de abril surgió la idea de usar para ello las cocinas del colegio público Isabel la Católica, que permanecían cerradas desde que se suspendieron las clases por la pandemia.

Con el total apoyo y entusiasmo de la comunidad escolar del centro educativo, de su dirección y de la asociación de madres y padres de alumnos, se iniciaron las gestiones encaminadas a lograr el pertinente permiso de la Junta Muncipal del distrito para abrir sus cocinas.

Finalmente, fue el AMPA  del colegio la que cursó formalmente una solicitud que recibió respuesta oficial este pasado miércoles. Firmada por la Jefa de Servicio-Servicios a la Ciudadanía, Consuelo Alfaro, decía lo siguiente: “Desde el Distrito se indica que se está tramitando la autorización, si bien, no es posible el reparto de los menús en la puerta del centro escolar (...) De seguir interesados en utilizar las cocinas y anexos, conociendo que no se puede la entrega de alimentos en la puerta del colegio sino entrega domiciliaria, os agradeceríamos nos lo hicierais saber lo antes posible (a través de correo electrónico) para finalizar la autorización”.

La idea era que la puesta en marcha del comedor sirviera tanto para alimentar a cualquiera que necesitara un plato de comida caliente como a las familias en riesgo de exclusión y a las becadas de los comedores de los dos colegios públicos del barrio, cuyos hijos han sido beneficiarios del famoso y criticado menú de Telepizza, Rodilla y Viena Capellanes que ofrece la Comunidad de Madrid y que ahora cambiará Ayuso desde el próximo día 18.

Cuando todo parecía estar bien encaminado, la condición de última hora que desde la Junta de Centro se ha impuesto, de no permitir el reparto de los menús desde la puerta del colegio, ha frenado en seco una acción para la que “se había presentado una memoria de actividad, seguros de responsabilidad civil, estatutos y mil documentos más”, según afirma Andrés, integrante de la red de apoyo vecinal de Malasaña.

Este vecino, encargado de gestionar la continuidad del comedor, dice no entender qué problema hay en que el reparto de comida se haga a pie de calle en Beneficencia, “donde hay poco tránsito y pocos vecinos que puedan verse afectados por el mismo”.

¿Una disposición contra las personas sin hogar?

¿Una disposición contra las personas sin hogar?

En la práctica, la respuesta de la Junta obligaría a limitar el reparto de alimentos cocinados a personas con casa, la mayoría de las cuales podrían prepararse su propia comida, dejando fuera a las personas sin hogar. Para el equipo que lideró la acción solidaria del 28 de Espíritu Santo es una condición inaceptable, por lo que han desestimado retomar su labor desde ese enclave.

Adrián Rojas, el cocinero que desde su local puso en marcha la iniciativa, tiene claro que la cláusula que impone Centro es una condición anti sintecho, “que es lo mismo que dar por sentado que estas personas ya tienen cubiertas sus necesidades por los servicios sociales del Ayuntamiento y no es así”. Durante más de 40 días su comedor solidario fue el único lugar de todo el distrito en el que personas gravemente afectadas por las crisis social del Covid-19 pudieron comer a diario de caliente y no sólo bocadillos.

“Al Ayuntamiento no le gustan las colas de pobres y está claro que existe un efecto llamada alrededor de comedores como el nuestro y sí, se pueden generar concentraciones de gente sin hogar en los alrededores, pero es que ya existen asentamientos de ese tipo en nuestras calles”, afirma Rojas en referencia, entre otros, al que hay ante el instituto San Mateo.

A preguntas de Somos Malasaña sobre la polémica cláusula, la explicación que da la Junta Municipal de Centro -por correo electrónico- sobre su porqué resulta vaga. Habla de una recomendación cuando en realidad lo que ha impuesto ha sido una prohibición: “Desde el distrito, y por la experiencia vivida en otros espacios públicos, se recomienda una entrega en los domicilios de los beneficiarios; esto ayuda también a preservar la integridad de los mismos, evitando la estigmatización de hacer cola para conseguir comida”.

En esa misma respuesta, deja claro que da vía libre al uso de las cocinas del colegio, aunque bajo sus condiciones: “No vemos inconveniente en utilizar temporalmente las cocinas del centro escolar para el proyecto presentado. No obstante el proyecto también incluía la entrega de la comida en una de las puertas del colegio”.

Centro insiste en que las personas que precisen alimentos pueden dirigirse al 010 para comunicar esta necesidad o su situación de vulnerabilidad. “El Distrito, a través de los Servicios Sociales, está entregando en los domicilios alrededor de 350 comidas diarias, así como lotes de alimentos y productos de primera necesidad por un valor aproximado de 100.000 euros, así como ayudas económicas. Además, estos Servicios Sociales hacen un seguimiento de cada uno de los casos, porque muchas veces estas personas requieren, además de comida, de otros servicios y actuaciones que el distrito les puede ofrecer.”, apuntan desde la Junta.

En cualquier caso, además de la ayuda que se está prestando desde el distrito, lo que habría que conocer son los datos oficiales de cuánta gente está solicitándola, para tener así una perspectiva real sobre a qué porcentaje de población con necesidades está llegando la administración.

Las decenas de iniciativas ciudadanas de apoyo de todo tipo que están surgiendo en los distintos barrios de Centro -y de toda la ciudad- apuntan claramente a que los servicios sociales del Ayuntamiento, pese al esfuerzo que están realizando, se están quedando cortos ante el agujero social generado por la pandemia.

Quienes tratan de reabrir el comedor social de Malasaña no lo hacen por voluntad propia, sino como respuesta urgente y temporal a la desesperada situación ante la que se encuentran algunos de sus vecinos.

El freno de la burocracia

El freno de la burocracia

Con la cocina del Isabel la Católica ha pasado algo parecido a los sucedido con la cesión de parte de las instalaciones del centro cultural Clara del Rey a los vecinos para que trasladaran a ese espacio municipal el banco de alimentos del barrio que habían creado -y para el que se había solicitado la entrega del edificio de la Casa del Cura-, que una condición inamovible de última hora por parte de la Junta Municipal de Centro, y sobre la que no se dan claras explicaciones, invalida los buenos propósitos mostrados por todas las partes.

En Clara del Rey el permiso de cesión llegó con un inesperado regalo: la prohibición de almacenar alimentos perecederos, algo clave para poder ofrecer una alimentación equilibrada a sus beneficiarios, según los responsables de este proyecto, que dicen desconocer las razones por las que el distrito no les permite colocar unas neveras en las estancias cedidas.

Con respecto al uso de las cocinas de los colegios públicos del barrio, para ofrecer desde ellos menús solidarios, fue el mismo distrito el que planteó esa posibilidad cuando el concejal de Centro animó a solicitar las del CEIP Pi i Margall de la plaza del Dos de Mayo, garantizando que, de conseguir el visto bueno de la dirección del colegio, la Junta del distrito no pondría pega alguna y agilizaría el permiso para desarrollar la actividad. Nunca habló de que no se pudieran repartir los menús desde la misma puerta del centro educativo.

Pese a las dificultades, los voluntarios de la red de apoyo vecinal de Malasaña siguen buscando espacios desde donde poner en marcha los ansiados comedores, mientras que la recogida de alimentos y de donativos destinados al Banco de Alimentos de Malasaña sigue a buen ritmo y en la penúltima entrega realizada, el pasado 5 de mayo, se beneficiaron del reparto de productos 104 adultos, 37 niños y 5 bebés.

Ahora, en colaboración con Cáritas, se está trabajando en la posibilidad de establecer un punto de reparto de comida caliente en un local de la parroquia de Santiago el Mayor situado en la zona de Conde Duque.

Más información:

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@capitan_malasana

Ya se ha tenido la experiencia de lo que ha significado repartir menús a "pie de calle". La experiencia ha sido en Plaza del Rastrillo y la persona,que con toda su buena fe,los hacia/repartía ha tenido que cerrar porque la situación y el ambiente en la Plaza era ya insostenible. Los vecinos de la Plaza son testigos del tema. Creo que en el barrio y en Madrid hay algunas organizaciones religiosas, que para evitar esos problemas, están repartiendo ellos la comida directamente a las personas que lo precisan vivan o no en la calle. Se evitan colas, problemas de sanidad, convivencia y altercados. En esta ocasión, lo digo sinceramente, aplaudo la decisión del Ayuntamiento.
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