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¿Tu hijo/a está entrando en la adolescencia y no sabes cómo actuar?

Imagen de Bing N. en Pixabay

Mónica Manrique

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Tengo una hija empezando a ser adolescente y no se cómo actuar con ella. Ha cambiado mucho en poco tiempo y estoy perdida. ¿Me puedes dar alguna pauta para poder gestionar esta nueva situación de la mejor manera posible?





Adolescencia: el camino hacia la diferenciación

Adolescencia: el camino hacia la diferenciación

¿En qué consiste el proceso de diferenciación? La diferenciación es el proceso de desarrollo psicológico a través del cual los y las adolescentes van a dejar de ser criaturas dependientes para convertirse en personas adultas autónomas y responsables con identidad propia. En el camino hacia la diferenciación no solo van a cambiar nuestros hijos e hijas, también tendremos que cambiar nosotros y nosotras. Este proceso de cambio individual y familiar no es fácil y es muy probable que surjan tensiones y conflictos.

CÓMO NO AYUDAMOS A NUESTROS HIJOS 

Como bien dice Oscar Wilde: “Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores resultados.” Como padres y madres queremos lo mejor para nuestros hijos e hijas, pero en ocasiones lo que conseguimos con nuestra manera de actuar es que los y las adolescentes adopten una actitud dependiente y sumisa, o rebelde y egoísta, ambas perjudiciales para el proceso de diferenciación.

Los tres patrones perjudiciales en la relación con nuestros hijos e hijas son: el autoritario, el sobreprotector y el intermitente.

Patrón autoritario

Este tipo de padres y madres conciben la relación con sus hijos e hijas de manera muy jerárquica. Ellos/as mandan y sermonean y los hijos/as obedecen y escuchan. Si los/as hijos/as no actúan como se espera de ellos/as son duramente castigados. Sin quererlo, estos padres y madres transmiten continuamente a sus hijos/as el siguiente mensaje: “Te valoramos por comportarte como deseamos, por conseguir lo que esperamos de ti y no por ser tú mismo/a”. Esta actitud en los padres y madres hace que los hijos/as renuncien a su autonomía y a su independencia entorpeciendo el camino del/ de la adolescente hacia la diferenciación. Puede que se conviertan en personas sumisas, asustadas y sin criterio propio. Y también pueden adoptar una actitud muy rebelde y retadora, haciendo todo lo contrario de lo que le dicen sus padres y madres.

Patrón sobreprotector

Los padres y madres sobreprotectores/as han construido su identidad en torno al cuidado de sus hijos/as. Pretenden proteger a sus hijos/as eliminando todas las dificultades y haciéndoles la vida más fácil. Con la mejor intención, el mensaje que están transmitiendo a sus hijos/as es: “Hacemos todo por ti porque tú eres incapaz”. Estos padres y madres obstaculizan el crecimiento de sus hijos/as. Cuando facilitamos en exceso la vida de nuestros/as hijos/as y les libramos de las consecuencias negativas de sus actos les estamos quitando la oportunidad de aprender de sus errores. Se convertirán en personas dependientes y egoístas. El adolescente también puede rebelarse evitando estar con sus progenitores para conquistar su independencia.

Patrón intermitente

Los padres y madres con este perfil alternan el patrón autoritario y el sobreprotector. Son padres y madres inseguros que no saben cómo comportarse con sus hijos/as y terminan haciéndolo guiándose por cómo se sienten en cada momento. Los mensajes que les llegan a los/as hijos/as son contradictorios y no saben qué hacer porque no hay reglas fijas. Esta manera de actuar de los/as padres y madres también entorpece el proceso de diferenciación de los/as adolescentes. Pueden mostrarse ambivalentes, entre la obediencia y la rebeldía; o pueden comportarse de manera egoísta. Se aliarán con el padre o con la madre aprovechándose de la falta de criterio y de consenso, para conseguir lo que quieren en cada momento.

CÓMO SÍ AYUDAMOS A NUESTROS HIJOS

No existe una única manera de ayudar a nuestros/as hijos/as a convertirse en jóvenes adultos/as diferenciados/as, pero si existen actitudes y comportamientos que lo favorecen.

1. Cuidar la relación: disfruta estando con tu hijo/a, dale afecto y pasa ratos agradables y divertidos con él/ella, fomenta la comunicación y habla de temas que no estén relacionados con obligaciones o temas conflictivos.

2. Hacer equipo con la pareja: los progenitores debemos funcionar como un equipo fuerte y unido. Tendremos que consensuar un criterio educativo común y no desautorizarnos delante de los hijos/as.

3. Delegar gradualmente la toma de decisiones en los hijos/as: permite que tomen decisiones desde pequeños, y que cada vez sean sobre temas más importantes. Acepta las decisiones que tome aunque no coincidan con lo que tú harías y deja que vivan las consecuencias de las mismas.

4. Traspasar progresivamente las responsabilidades a los hijos/as: trata de dar a tus hijos/as cada vez más responsabilidades, de manera gradual y teniendo en cuenta sus capacidades.

5. Permitir que los hijos/as vivan las consecuencias de sus decisiones y sus comportamientos: puedes apoyarles cuando se equivoquen, pero no les evites las consecuencias, deben aprender de sus errores.

6. Establecer normas y límites: normas y límites razonables y similares a los que tendrán cuando sean adultos harán que se adapten a la sociedad y sus normas.

7. No sermonear ni entrar en guerra con los hijos/as: no por sermonearles o entrar en luchas de poder vas a conseguir que cambien. Habla con ellos/as cuando estén calmados. No podemos pedir a nuestros hijos/as que se controlen si nosotros/as no nos controlamos con ellos/as.

8. Reforzar los logros, sin fijarnos solo en lo negativo: tenemos la tendencia de fijarnos en lo negativo, en los errores, y nos olvidamos de reconocerles lo positivo, lo que hacen bien. Si tenemos en cuenta estas pautas facilitaremos el convertiremos en aliados y cómplices en el camino hacia la diferenciación de nuestros hijos/as adolescentes. Estaremos más cerca de conseguir el objetivo último de la educación: ayudar a nuestros hijos/as a convertirse en adultos autónomos e independientes.

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