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Tras los pasos de Javier Krahe en Malasaña

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Luis de la Cruz

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Se nos ha ido Javier Krahe, el más discreto entre los más ilustres vecinos de Malasaña. Nos proponemos hoy, a modo de homenaje, seguir su rastro por el barrio a lo largo de los años, donde ha actuado y vivido intensamente.





La Aurora

Aquí empezó todo. En este mítico café de la calle Andrés Borrego se subió por primera vez a cantar Javier Krahe, invitado por Chicho Sánhez Ferlosio, con quien le unía una buena amistad a través de  su hermano Jorge, que vivió con Ferlosio. De ello se habla en Mientras el cuerpo aguante, la película que Fernando Trueba dedicara a Chicho en 1982. Es en este local donde conoció también a Joaquín Sabina, con él y con Alberto Pérez alcanzaría la fama en otro local, La Mandrágora, el mítico  sótano en la Cava Baja.

En 1982 ABC publicaba una crónica en tono lírico de Ignacio Ruiz Quintano sobre las tertulias de los jueves en el local titulado La Aurora, el corro donde Cupido juega a la gallina ciega.

Elígeme

La Sala Elígeme aún es recordada un tanto erróneamente por muchos como “el bar de Sabina”. Lo cierto es que el cantante fue parte de la propiedad sólo durante un breve periodo de tiempo y después de su apertura. Se inauguró en 1985, en la calle de San Vicente Ferrer, en lo que hoy es la sala Taboo, convirtiéndose pronto en lugar señero de lo que podríamos llamar la postmovida y en cueva de la progresía del momento. Allí actuaron y atesoraron anécdotas los de su cuerda, pero sobre todo, allí grabó un álbum que lleva por nombre el nombre de la sala.

En el vídeo que compartimos se puede ver un amplio fragmento del primer aniversario de la sala. Aparecen Moncho Alpuente como presentador ( y cantando) y Javier Krahe, junto a artistas míticos como Sabina, Suburbano, Luis Pastor, Jimmy Ríos, Javier Krahe, Antonio Sánchez, Chema Rojas, Luis Eduardo Aute, Pulgarcito, Alberto Pérez, Javier Batanero, Ángel Venancio, Carlos Montero, Tapones Visente (Luigui Tapone, Tino Di Geraldo, Bili Villegas, El Pulgar y Teri).

Café Estar

Antes de que la ley expulsara de los bares el tabaco, inseparable apéndice de Javier Krahe al que llegó a escribir una canción, era más frecuente ver al artista por los locales e San Vicente Ferrer. Especialmente los lunes en el Café Estar, a donde acudía a jugar al ajedrez con amigos ilustres, como Julio Llamazares.

El pasado día 12, el escritor dedicaba una columna a su amigo y compañero de figuras en El País, en la que, además de rememorar su amistad y su ingenio - frente al tablero y la barra-, hacía una bonita petición:

“Y, eso sí, me gustaría pedir a quien corresponda, familiares o autoridades o simples amigos o admiradores, que, a modo de recordatorio, en algún lugar de Madrid, la ciudad que tanto vivió, se pusiera una placa con los dos versos que mejor definieron a Krahe como personaje y que todos deberíamos aprender de memoria para que el fracaso no se nos suba a la cabeza nunca: Y yo que perseguía la gloria de Cervantes / heme aquí, en la glorieta de Quevedo”.

Recientemente dábamos la noticia de que el propio café, lugar mítico de Malasaña, afronta sus últimos días por jubilación de Pedro Sahuquillo, que también regentara el Elígeme junto a Víctor Claudín.

Calle Pez

Esta es la calle en la que vivía el viejo maestro trobador, y era muy habitual cruzárselo caminando por ella. Krahe era un chico del barrio de Salamanca que, cuando salió a vivir la vida, pasó por Canadá, a donde le llevó el amor, y el barrio de Prosperidad. Parece ser que en este barrio madrileño vivía Krahe muy a gusto, pero su familia quiso vivir más céntrica. Volvió entonces a Malasaña, donde tantas noches había pasado.

La calle del Pez ha perdido en muy poco tiempo dos vecinos ilustres, compañeros de generación, que daban al barrio una pátina de saber literario y noctámbulo. Ya no están Moncho Alpuente ni Javier Krahe en la calle Pez, mas quedan innumerables recuerdos de ambos.

Javier Lopez de Guereña

Pues os saltáis una época notable y larga en Malasaña: el "Elígeme" derivó en el "Swing". Era Pedro Sauquillo el propietario y no sé si todavía Victor Claudín.

Pedro tenía la contrata del bar del María Guerrero, a la sazón Centro Dramático Nacional. En Octubre del 92 (España estaba en reciente bancarrota después de los fastos de la Expo de Sevilla) se le ocurrió que tocara Javier -quien no tuvo un solo contrato ese año - en el bar miércoles y jueves. Por entonces, Antonio Sánchez que era quien le acompañaba con la guitarra -yo sólo era su productor- estaba empezando a tener un considerable éxito con Académica Palanca. Estuvimos dos días por semana durante un par de años en el María Guerrero, a veces con nutrido público, muchas otras casi solos. Un día el Ministerio de Cultura, dueño del espacio, decidió y así se lo comunicó a Sauquillo, que la cafetería del CDN no era un espacio cultural. Todo esto es un prólogo para contar que, como Pedro seguía teniendo el Swing, nos trasladó al local de la calle San Vicente Ferrer. Eso sí, Javier que entendía la pereza como nadie- aprovechó para que nuestra frecuencia se redujera a la mitad, una vez a la semana, los jueves. Otro par de años.

Cuando el Swing cerró ( o era inminente, Pedro seguía y seguiría con el Estar) nos ofrecieron tocar con asiduidad en el Galileo. De nuevo Javier, que no perdía ocasión para no trabajar, decidió que fuera una vez al mes

Luis de la Cruz

Muchísimas gracias por el comentario Javier, un honor que enriquezcas con él el artículo. Queda ahí, en primer lugar, para que a nadie se le pase tampoco esa época. Saludos.

Daniel

España no se merece a alguien como Krahe.... Palabras de su amigo Joaquin Sabina, no puedo estar mas de acuerdo con el... Se nos ha ido un genio y ha pasado casi desapercibido, era un luchador por la libertad, el letrista mas ocurrente que ha dado España y un genio... Nunca te olvidare, aunque el consuelo es que tu música siempre me acompañara, hasta el final de mis días...

Espero que te pongan una calle en nuestra ciudad, es lo menos que te mereces....

Hasta siempre....

Braulio Aguilar

El bendito derecho a la pereza. Gracias a todos.

Ignacio

Yo doy fe (quién soy yo para dar ni fe ni café y mucho menos en este tema) de todo eso porque le mandé una carta al Krahe al María Guerrero. Y él, muy amable, la contestó.
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