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¿Te imaginas entrar en una cafetería de Madrid y encontrarte al Che Guevara?

En la cafetería California | Fotografía de César Lucas

Luis de la Cruz

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¿Te imaginas tomarte un café en una concurrida cafetería madrileña y encontrarte en la barra al Che Guevara? Esto sucedió en Madrid, en plena Gran Vía, en junio de 1959, aunque la imagen del Che no era en ese momento tan conocida en la España franquista y, suponemos, el guerrillero llamaría más la atención por su peculiar atuendo que por ser quien era.

Ernesto Guevara hizo ese año escala en Madrid de camino al Egipto de Nasser, donde asistiría representando a Cuba en la cumbre de Países No Alineados. El argentino iba con escolta, las autoridades españolas estaban al tanto y vigilaban sus pasos. Por supuesto, su libertad de movimientos estaba condicionada a que no se entrevistara con nadie de la oposición en España.

Las fotografías del entonces joven fotógrafo de Europa Press César Lucas dejaron testimonio del Che en distintos lugares de Madrid… incluida la cafetería California (que estaba en el 49 de la Gran Vía). Además del fotógrafo, coincidió con Guevara el periodista Antonio D. Olano, que le entrevistó para el diario Pueblo. La camarera que le atendió en California, que por cierto fue la única que le reconoció durante su periplo, dijo que era cordial, atento y atractivo. Por mediación de Olano, el Che pudo visitar Galerías Preciados en la Puerta del Sol (a puerta cerrada pues era domingo y era día de descanso). En aquel viaje también visitó la Ciudad Universitaria y la Plaza de Toros de Vistalegre, donde Domingo González Lucas DominguínDominguín (el hermano comunista de la famosa terna de toreros) le enseñó la plaza.

El Ché aún volvería dos veces más a España. Solo tres meses después de la primera visita, en septiembre de 1959, la avería del avión en el que se desplazaba le hizo quedarse aquí unos días. Aunque de esta visita no contamos con más fotos que la de unas mujeres que se retrataron con él durante una excursión a Toledo, sabemos que salió de noche, fue al Museo del Prado, a la Cuesta de Moyano o a El Escorial.

La tercera y última ocasión vino de incógnito y disfrazado (calvo, con gafas y traje). Pasó por nuestro territorio fugazmente camino de Bolivia, país donde sería asesinado en 1967.

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