Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Soledad Gustavo, la mujer al frente de la publicación anarquista más importante de su época

Teresa Mañe-Soledad Gustavo

Luis de la Cruz

0

Teresa Mañé Miravet, Soledad Gustavo, fue, probablemente, una mujer mucho más importante en su tiempo de lo que frecuentemente le concede la Historia, ensombrecida tras las figuras de su marido (Joan Montseny,

alias Federico Urales) y su hija, Federica Montseny, simplemente Federica, ya se sabe.

Oriunda de Villanueva y Geltrú, con solo veintidós años abrió allí una escuela laica para niñas y pronto comenzó a escribir en la prensa anarquista barcelonesa y a tratar a los nombres más sonoros de La Idea, como Josep Llunas y Pujals, Anselmo Lorenzo o Fernando Tarrida del Mármol.

En 1891 se casó con el también maestro Joan Montseny, con quien formó la pareja de propagandistas anarquistas más conocida el primer tercio del siglo XX. Sería largo hacer un recuento de las peripecias vitales del matrimonio –sus destierros, aventuras editoriales y actos de militancia política–. Hoy nos centraremos en el papel de Soledad Gustavo durante la etapa en Madrid de la familia, ciudad en la que se instalaron en 1898 tras entrar clandestinamente en España desde Londres, donde se encontraban exiliados por implicaciones con la justicia relacionadas con el Proceso de Montjuïc. Allí Teresa había subsistido trabajando como costurera y conocido a algunas figuras importantes, como la también pionera del anarquismo Teresa Claramunt.

En Madrid: una mujer al frente de las publicaciones más importantes del anarquismo del momento

Su etapa madrileña es inseparable de la fundación de su empresa más exitosa, La Revista Blanca («Publicación quincenal de sociología, ciencia y arte»), que en su primera época (1898-1905) se editó desde su casa de la calle Cristobal Bordiú (la segunda etapa, la barcelonesa, abarca los años 1923-1936).

Cuando la pareja de maestros racionalistas funda La Revista Blanca, presenta ante las autoridades madrileñas una solicitud en la que Gustavo figuraba como directora del nuevo medio. Es difícil saber si fue o no una decisión motivada por los problemas legales que arrastraba su marido, pero poco importa, puesto que es indudable el gran peso de su firma (sus firmas, cabe decir, pues escribía con distintos pseudónimos en la misma) y sus decisiones al frente de la publicación. Además, coordinó colaboraciones, tradujo textos (del inglés y del francés) y participó en la administración de la empresa.

El éxito de la revista, en la que colaboraron escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Leopoldo Alas Clarín o Francisco Pi y Margall, les llevó a publicar el Suplemento de La Revista Blanca (que luego se convertiría en Tierra y Libertad) y a emprender distintas empresas editoriales para la clase trabajadora.

Tierra y Libertad desde Malasaña

Tierra y Libertad desde MalasañaTierra y Libertad

Pero la historia en la que queremos poner el foco hoy es la de la puesta en marcha y funcionamiento de Tierra y LibertadTierra y Libertad, un ambicioso proyecto de prensa diaria anarquista sin parangón en la época. Tierra y Libertad comienza a tirarse como diario en vez de como semanario el 1 de agosto de 1903, con una redacción formada por la familia promotora (Soledad Gustavo, Joan Montseny, además de una hermana y una sobrina de Soledad) y los redactores Antonio Apolo y Julio Camba. Dicha redacción estaba situada en un piso alquilado para la ocasión en la calle Malasaña (entonces esta vía aún no lucía nombre propio).

Según la versión de Gustavo en La Revista Blanca –hay que tener en cuenta que se produce en un momento de polémica con sus antiguos trabajadores, que habían montado otro periódico anarquista– Apolo y Camba nunca llegaban temprano a la redacción, lo que era importante para que el periódico se imprimiera a tiempo de llegar a provincias, y eran las mujeres de la misma las que tenían hacer todo el trabajo de paquetería mientras ambos “o bien nos miraban trabajar sonriendo, de pie en la puerta de la habitación, o estaban en el balcón haciendo guiños a las criadas de las casas de enfrente”. Con Juan Montseny huido nada más salir el periódico, bajo amenaza de detención por “instigación al regicidio” —a raíz de una caricatura del periódico—, Gustavo tuvo que llevar el peso de la redacción y lidiar con las desavenencias con ambos redactores, a la vez que buscaba a hombres que figuraran como director (ya que ella no podía, por ser mujer) para que el diario pudiera salir legalmente a la calle.

Julio Camba había llegado a España en diciembre de 1902 junto con un grupo de anarquistas extranjeros expulsados de Argentina. Federico Urales y Soledad Gustavo figuran como los dos primeros donantes en una suscripción a favor de estos anarquistas, que entonces estaban presos en los calabozos de Barcelona. La Revista Blanca y Tierra y Libertad tratan su caso y el joven Camba acabaría escribiendo en la renacida cabecera.

Camba se relacionó en Madrid con escritores como Pio BarojaFernando Villaespesa y en la redacción haría gran amistad con el extremeño Antonio Apolo, con el que inmediatamente después sacaría la publicación El Rebelde, que se encontraba en la cercana calle de la Madera. Unos ambientes, como se ve, alejados de los que décadas después frecuentará, acomodado en la España franquista.

La naturalidad con la que aquella redacción de Tierra y Libertad convivía con los secuestros de sus ediciones y las acusaciones derivadas de sus contenidos debía ser antológica. Valga como ejemplo esta felicitación pública dirigida al joven Camba por su primera vez:

DENUNCIADOS



«En el número semanal ilustrado de TIERRA Y LIBERTAD, perteneciente al viernes, ha sido denunciado pro el artículo Los humildes, de nuestro querido compañero de redacción, Julio Camba, muchacho joven que aún no había caído encima de ningún pliego de papel sellado.



Nuestra felicitación más cordial a Camba por su iniciación en las mallas de la curia, sin sentir el percance de tan estimado colega como es para nosotros. TIERRA Y LIBERTAD»

El periódico se imprimía en la cercana imprenta de Antonio Marzo, en la calle de Apodaca (también estuvo esta casa en Pozas y San Hermenegildo), donde trabajaba como tipógrafo Antonio Apolo.

La vida del diario en la calle Malasaña duró poco tiempo. Como quiera que el negocio no iba bien, tuvieron que dejar el piso y trasladar la redacción a su casa familiar, en Chamberí.

En 1905 nace Federica, lo que hizo que Gustavo se centrara durante algún tiempo en su crianza y educación (la futura ministra nunca fue a la escuela), aunque nunca llegó a apartarse totalmente de la vida pública y política. Ese es el año en el que deja de salir La Revista Blanca y  coincide con el inicio de la amistad de Joan con Arturo Soria, para quien empieza a trabajar. La relación derivó en un largo proceso legal entre la familia y el promotor. Tras esto, la pareja tuvo que trasladarse a una casa de campo en el camino viejo de Vicálvaro y dedicarse a vender en cafés de Madrid la leche que daban un par de vacas adquiridas con la ayuda de la actriz María Guerrero, entre otros frutos de la vida de granja que, por otro lado, cultivaban también por pulsión ideológica y con el ánimo de que Federica creciera en contacto con la naturaleza.

Tras varios años de difícil subsistencia, marcados por los pleitos con la Ciudad Lineal y el intento fallido de volver a abrir cabecera en Madrid (El Látigo, se hubiera llamado), en 1912 dan por cerrada su etapa madrileña y se trasladan a Barcelona.

Soledad Gustavo siguió su actividad como publicista, traductora y escritora en la nueva etapa barcelonesa de La Revista Blanca, de la mano de Joan y Federica. Pasó la guerra en Barcelona ya muy enferma, con un cáncer de colon, y al final de la misma cruzó los Pirineos con su hija para morir, pocas horas después de llegar a Perpiñán, a los 74 años.

Teresa Mañé, alias Soledad Gustavo, fue activista, editora (La Novela Ideal o La Novela libre), autora (El amor libre, La sociedad futura, etc.); se relacionó personalmente con figuras importantísimas del anarquismo de todos los tiempos, como Louise Michel, Errico Malatesta o Emma Goldman; y fue oradora frecuente en mítines del movimiento obrero y en otras instancias intelectuales, como el Ateneo de Madrid.

A pesar de todo ello, su figura no es suficientemente conocida a nivel popular y creemos que los recuerdos que hemos evocado hoy sobre cómo, siendo el alma y el músculo de aquel Tierra y Libertad diario, tuvo que ponerse a la sombra de otros compañeros pueden ayudar a intuir las razones que están detrás de su olvido.

PARA SABER MÁS:



Biografía de la Real Academia de la Historia

MAQUIEIRA RODRÍGUEZ, José Ángel. El anarquismo de Julio Camba. 2016.

PUENTE PÉREZ, Ginés. De Soledad Gustavo a Teresa Mañé (1865-1939). 2016.

VADILLO MUÑOZ, Julián. Abriendo brecha: los inicios de la lucha de las mujeres por su emancipación: el ejemplo de Soledad Gustavo. Volapük, 2013.
Etiquetas
stats