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Sobre impuestos, mierdas de perro y robots

Caca de perro abandonada en Malasaña e intervenida durante una acción artística | SOMOS MALASAÑA

Pedro Bravo

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Hace cosa de un mes, en un informe del Instituto de Economía de Barcelona (IEB), expertos fiscales proponían muy seriamente la necesidad de gravar a los robots con impuestos. El argumento es que, si la tecnología impacta negativamente en el mercado de trabajo y, por eso, genera altos costes sociales, debe ayudar a pagarlos. Más o menos por las mismas fechas, el Ayuntamiento de Zamora anunciaba que los perros de la ciudad —bueno, sus dueños— empezarían a pagar nueve euros como tasa para participar de los gastos que ocasiona su existencia. Digo parte porque lo de limpiar las deposiciones que no se embolsan es mucho más caro de lo que se recaudará con el impuesto.

En Madrid, el número de perros no deja de aumentar. El año pasado había casi 280.000 canes registrados, unos 15.000 más que hace cuatro. En el distrito Centro, por ir acercándonos al barrio, hay dos veces más perros que niños. En Malasaña, como somos los primeros en enterarnos de las cosas, hay tres tiendas de alimentación para animales de compañía; o igual son más, yo es que soy de ir a bares. Aunque no hay causas certificadas de ese crecimiento perruno, uno puede imaginar algunas: las soledades urbanas, los cambios en las estructuras familiares, la caída de la natalidad, el animalismo en alza, los contenidos virales con mascotas… Por lo que sea, el hecho es que están llegando más y más habitantes chuchos a la ciudad. Por eso, lo de Zamora parece bastante lógico. ¿Pasará algo parecido aquí? Y yo que sé, el alcalde es ese señor de gafas.

Lo que no está contabilizado en Madrid es el número de robots. Tampoco parece fácil, porque lo que nos está quitando el trabajo no son tanto los cachivaches con aspecto de C-3PO como los sistemas de tratamiento de datos. Pero seguro que está creciendo también a toda velocidad. De hecho, si uno lee y cree a Yuval Noah Harari, las máquinas serán tantas y tan inteligentes y poderosas que acabarán sometiendo a los humanos como nosotros hemos esclavizado a otros humanos y a los animales, también a los que tenemos en casa para darnos el cariño que nos falta.

Si esto acaba siendo así, el futuro puede ser ese momento en el que las personas paguemos nuestros impuestos y los de nuestros perros con lo que nos dé la renta básica mientras servimos a las máquinas que, si son tan listas como dicen, igual se libran de las tasas que ahora les queremos poner. Y entonces nos acordaremos otra vez de esa canción de los navarros Tijuana in Blue, la de “mierdas de perro inundan la ciudad, unas tú las pisas y otras te quieren pisar”.

Encuesta:

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Juan

300.000 mil perros en Madrid. Que mean 3 o 4 veces al día por las calles. UN MILLÓN AL DIA DE MEADOS que aguantamos todos por el capricho de unos a tener perros en un centro sin parques en pisos de 50 metros. Vergüenza. Deberían prohibir los perros en las ciudades. A mí me mean en la puerta de mi casa y le meto un tortazo al dueño y le meo en la boca para que aprenda. Gentuza

Pere

Hombre, Juan, vamos a moderarnos para llegar a un entendimiento con los dueños de perros. Con los incívicos, que son mayoría.

Más allá de las opiniones deberíamos centrarnos en los hechos. Y sí, puede haber un millón de meadas por Madrid al día. Perfectamente.

Una vez alguien me dijo que la orina de perro no huele. No tengo ni idea, aunque lo dudo. El hecho es que la suciedad sí es más que visible y los dueños deben ser responsables y llevar su botellita de agua con detergente limpio (o vinagre) para dejar impoluta la zona. Es literalmente vergonzoso el estado de las aceras gracias a las meadas de los perros.

En este foro no debería citar nadie el problema de las meadas humanas que hay a miles, porque es otro problema. Y si usamos ese como excusa para quitarnos responsabilidad vamos mal. Hay que hacer autocrítica. Bajen a su perro y fíjense en las marcas de meadas secas que inundan nuestras aceras. Es asqueroso.

Mención aparte para el que baja a su perro y no recoge su mierda. Ese debería ser identificado vía ADN excremental y hacérsela llegar a casa con la banda municipal anunciando su llegada. Muchas veces es peor la vergüenza que la multa.

Chochin

Fijaros también en la cantidad de chicles pegados en el suelo, que siempre van a estar ahí... y también las colillas de cigarros, ¿ponemos un impuesto a los fumadores y a los comedores de chicle?
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