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Si no celebras el Día sin Coches, tu alcaldesa acaba cogiéndolo

Cartel delimitando una zona peatonal en Gran Vía en Navidad | SOMOS MALASAÑA

Somos Malasaña

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Este viernes 22 de septiembre toda Europa celebraba el Día sin Coches, el broche final a la Semana de la Movilidad. Una jornada en la que cientos de ciudades del continente cortan al tráfico sus calles principales para imaginar cómo serían sin la contaminación y el ruido de los vehículos a motor.

Este año el Ayuntamiento de Madrid decidió no celebrar el Día sin Coches. Emulando los tiempos de Gallardón, trasladó los cortes de calle al fin de semana -para no molestar a los conductores- y programó un modesto paseo escolar en bicicleta como única actividad de La Celeste, que es como se llama ahora la semana de la movilidad madrileña.

Tal relajación tenía el consistorio en esta jornada que la propia alcaldesa cogió el coche en el Día sin Coches. Lo hizo para cubrir un trayecto -de Cibeles a Plaza de España- para el que contaba con el Metro y con varias líneas de autobús. Cuando se lo recordaron los periodistas con los que se encontró en su destino, reconoció haber “metido la pata” y quiso solucionarlo de manera absurda: volviendo en autobús mientras que su coche oficial regresaba sin ella -pero contaminando lo mismo- hasta Cibeles.

No cabe ninguna duda de que la política medioambiental y de movilidad del Ayuntamiento es la más avanzada de la historia: el Plan A de calidad del aire es una apuesta clara por el transporte público y sostenible. Y ha sido aprobado pese a las duras críticas mediáticas y de algunos partidos políticos. Pero a los mandatarios municipales les convendría recordar que las jornadas reivindicativas sirven para eso. Para reivindicar. Y que si se las vacía de contenido se está enviando un mensaje equivocado a la ciudadanía.

Al igual que durante las fiestas del Orgullo la manifestación del sábado es el evento más importante, el acto central de La Celeste ha de ser el Día sin Coches. Y sí, se deberían cortar al tráfico las calles un viernes, por toda la ciudad, porque los coches circulan a diario y lo hacen menos -mucho menos- los fines de semana.

El Día sin Coches debería ser una jornada festiva, pero también de lucha por el espacio público, ese espacio que el peatón perdió hace muchos años, con sangre, en favor de las máquinas. Si no se tiene claro, si se dejan de hacer las cosas para no molestar -o para no molestarse- se corre el riesgo de que una alcaldesa coja el coche en el Día sin Coches. Y dé el peor ejemplo que se puede dar.

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