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Ser freelance en Malasaña: ventajas, inconvenientes y guía útil

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Adriana F. Alcol

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Llegué a Madrid hace ya casi ocho años. Hasta entonces siempre había trabajado por cuenta ajena: tenía un horario de lunes a viernes, un salario fijo a final de mes y una estabilidad económica que me permitía organizarme en función a mis ingresos. Jamás en la vida me había planteado trabajar por cuenta propia hasta que llegué aquí, momento en el que decidí cambiar radicalmente de profesión y dejar a un lado el sector de los recursos humanos para dedicarme al ámbito de la comunicación. Me formé y con el tiempo empezaron a surgirme algunas oportunidades (escasas, no os voy a engañar). Como todo freelance, los comienzos fueron complicados, con muchas propuestas que ofrecían únicamente colaboraciones gratuitas (en este mundillo eso de “trabaja gratis a cambio de visibilidad” se estila mucho) y otras con salarios irrisibles, así que empecé trabajando desde casa y aceptando casi todas las ofertas que me ofrecían para ir ganando experiencia en el sector. Poco a poco y gracias al boca a boca de las recomendaciones que algunos clientes hacían sobre mi trabajo, fui estabilizando un poco más mi situación y en la actualidad trabajo como autónoma en un espacio de coworking.

Puede que mi historia os suene (más o menos) bien a quienes no estéis familiarizados con este mundo. Me suele pasar que la gente que tiene profesiones más tradicionales me diga cosas como “qué bien, seguro que tu trabajo es muy divertido y dinámico, yendo a eventos y haciendo cada día algo diferente, sin horarios ni jefes” y sí, tiene sus puntos positivos, pero os aseguro –y posiblemente coincidan con ello todos los freelance o autónomos que me estén leyendo– que no es oro todo lo que reluce y que aunque cada día puede que haga algo diferente o cubra un evento que a ti puede sonarte muy divertido, para mí no deja de ser trabajo y aunque trato de disfrutarlo, sé que estoy allí con una cierta responsabilidad y no como ocio. Decidí escribir este artículo porque el otro día quedé para tomar algo con varios amigos de Malasaña con situaciones similares a la mía y hablamos de las ventajas e inconvenientes de ser freelance o autónomo en el barrio, así que os contaré algunas de las conclusiones a las que llegamos por si estás en ese momento de tu vida en el que te estás planteando tu situación profesional.

Antes de comenzar, lo primero que debes saber es que aunque freelance y autónomo son términos que se utilizan generalmente como sinónimos, no son exactamente lo mismo. El trabajador autónomo es el que vive íntegramente de la actividad que desarrolla y debe estar dado de alta en el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos), mientras que los freelance son las personas que trabajan de manera independiente ofreciendo sus servicios a varios clientes para un periodo o proyecto concreto, que fija sus tarifas antes de iniciar la colaboración y que además puede compatibilizarlo con un trabajo por cuenta ajena. Los freelance suelen (no siempre) estar relacionados con profesiones creativas y algunos de los perfiles que más abundan en Malasaña son, por ejemplo, los diseñadores gráficos, fotógrafos, personas vinculadas con el mundo de la comunicación - como periodistas o community managers - traductores o programadores. Dependiendo de la situación que vayas a tener, te recomendaría que te informases con un asesor; para mí es una tranquilidad contratar los servicios de una asesoría que te gestione los trámites, pero si eres más espabilado que yo, tal vez puedas ahorrarte ese dinero al mes.

Le pedí a cada uno de mis amigos que me dijesen una ventaja y un inconveniente de ser freelance y esto es lo que me contaron:

Isabel, periodista

Isabel, periodista

“Para mí trabajar para diferentes clientes hace el trabajo mucho más dinámico y además me ha ayudado a ampliar las funciones de manera gradual, algo que posiblemente trabajando por cuenta ajena requeriría un cambio de puesto que a veces las empresas no te facilitan. Esto me ayuda a sentirme motivada y al día de todas las novedades relacionadas con mi profesión, aunque a veces tengo que enfrentarme a situaciones en las que tengo que sacarme yo sola las castañas del fuego y ahí es cuando noto especialmente la soledad del freelance, que te hace sentirte responsable al cien por cien de cada decisión que tomas”.

Alfredo, diseñador web

Alfredo, diseñador web

“Una de las grandes ventajas que le veo al mundo freelance es que puedes convertirte en un trabajador nómada y trasladar tu oficina a donde más te apetezca. En Malasaña, por ejemplo, hay muchas cafeterías que acogen cada día a un gran número de personas que, como yo, llevan su portátil mientras desayunan y trabajan en sus proyectos. Además, si quieres impartir o asistir a algún taller, curso, charla o preparar una reunión más formal, hay una gran variedad de coworkings que alquilan por horas salas para poder desarrollar este tipo de actividades y cuando te cansas de la gran ciudad, nadie te dirá que no puedes trabajar desde el chiringuito de una playa, que también es una opción. Eso sí, para trabajar como freelance debes olvidarte de la rutina y los horarios y aunque a veces podrás cogerte una tarde libre en mitad de la semana, habrá días en los que un proyecto te exija quedarte trabajando hasta bien entrada la noche o un fin de semana en el que tus amigos estén tomando cañas en las Dos de Mayo”.

Julia, fotógrafa

Julia, fotógrafa

“Aunque conseguir una buena reputación lleva su tiempo y mucho esfuerzo, si logras alcanzarla, unos clientes pueden recomendarte a otros o llamarte a ti siempre que te necesiten y si consigues tener un número de clientes amplio y que te dé una cierta estabilidad, incluso puedes llegar a tener más ingresos que trabajando por cuenta ajena, aunque debes tener en cuenta que al trabajar por proyectos, la incertidumbre laboral es algo que estará muy presente en tu día a día. Es importante que si quieres conseguir una cartera de clientes estable que te garantice unos ingresos mínimos al año que te permitan vivir con tranquilidad, debes dedicarle tiempo a crear una identidad de marca que ayude a tus posibles clientes a identificarte con los servicios que prestas: una buena web, un portfolio, unas redes sociales actualizadas o la labor comercial, son aspectos más que necesarios”.

Mario, traductor

Mario, traductor

“Desde que trabajo como freelance, organizo mi tiempo a mi manera, aunque para poner un poco de orden en mi vida, trato de estipularme un horario de lunes a viernes para que no se me vaya de las manos. A pesar de que hay muchos lugares en Malasaña que me resultan apetecibles para trabajar, suelo hacerlo desde mi casa y en ocasiones desde coworkings que me permiten alquilar una mesa por días, semanas o meses, ya que mi profesión requiere mucha atención y necesito silencio para concentrarme y las cafeterías bonitas en las que trabaja mucha gente en ocasiones resultan demasiado ruidosas. Trabajar sin horarios y desde donde quieras suena genial, pero si te coges unos días de vacaciones, tienes que saber que no serán remunerados, así que es importante tener esto en cuenta cuando hagas tu previsión de gastos anuales, fijes el precio de tus tarifas y, muy importante , los plazos para los pagos, para que no llegue el verano y tu cuenta se quede temblando”.

Y como Malasaña acoge a un gran número de freelance, aquí os dejo algunas recomendaciones de lugares que os pueden resultar de utilidad durante vuestra jornada laboral:



COWORKINGS: Bien sea para trabajar a diario, alquilar una sala o acudir a alguno de los eventos que organizan, los coworkings son una buena opción para no sufrir la temida soledad del freelance. En el barrio contamos con un gran número de espacios de trabajo compartido para todos los gustos, como por ejemplo La Indutrial (calle San andrés nº 8), Espíritu 23 (calle Espíritu Santo nº 23), El Patio (calle Pizarro nº 24), Cool Inquieto (calle Loreto y Chicote nº 2) o La Fábrica de Cajas (calle Acuerdo nº 17).





CAFETERÍAS: Para quienes pueden y logran concentrarse rodeados de gente, algunos de los locales más populares para ir con tu portátil a trabajar entre café y café son La Bicicleta (plaza de San Ildefonso nº 9), HanSo (calle Pez nº 20), Vacaciones Cocktail Bar (calle Espíritu Santo nº 15), Gorila Malasaña (Corredera Baja de San Pablo nº 47), Toma Café (calle de la Palma nº49) o Alegrías (Corredera Alta de San Pablo nº 6); pero si lo que necesitas es un lugar algo más tranquilo en el que poder charlar con un cliente en un ambiente algo más íntimo (todo dependerá de la hora a la que vayas), el Café Ruiz (calle Ruiz nº 11) o Pepe Botella (calle San Andrés nº 12), encajarán a la perfección con lo que necesitas.





PARA COMER: Seguramente algún día te tocará comer en la mesa de trabajo delante del ordenador y sin demasiado tiempo para ponerte a cocinar, así que si necesitas un lugar que sirva comida para llevar y te apetece algo más sano que el fast food tradicional, en Malasaña encontrarás lugares como Aliño (calle Espíritu Santo nº 2), Buenasaña (Corredera Alta de San Pablo nº 11), Greek and Shop (Corredera Alta de San Pablo nº 9), Sanissimo (calle San vicente Ferrer nº 28), Ay mi madre (calle de la palma nº 41) o Panadería de La Cruz (calle Pez nº 34).





OTROS LUGARES: Y es que en el mundo freelance no siempre tenemos que trabajar en coworkings o cafeterías, así que otras propuestas que os puedes interesar son algunos de los hoteles de la zona, que cuentan con espacios muy acogedores en los que no os pondrán ningún impedimento para que os sentéis a desarrollar vuestro proyecto , como por ejemplo Bastardo Hostel (calle San Mateo nº 3), 7 Islas Hotel (calle Valverde  nº 14), o la terraza del Petit Palace Santa Bárbara, ideal para cuando llega el buen tiempo (Plaza de Santa Bárbara nº 10).



Vivir en un barrio como Malasaña me ha hecho conocer a muchas personas que han apostado por este estilo de vida y he llegado a la conclusión de que al igual que no todo el mundo sirve para un trabajo en el que tengas que viajar constantemente u ocupar un cargo en una gran multinacional, no todas las personas están hechas para ser freelance o autónomas; necesitarás ser una persona organizada con tus horarios, que sepas cuidar a cada cliente como si fuese el único, que aprendas a negociar, justificar tus tarifas, aprender a decir que no y otras veces ceder sabiendo que a la larga una situación incómoda puede compensarte, que sepas planificar tus gastos y que aunque puede haber épocas de bonanza, a lo largo del año pueden presentarse otras de vacas flacas y, por supuesto, que necesitarás tomarte tus descansos, aunque no siempre coincidirán con los del resto de mortales. Si estás hecho para esta vida, Malasaña puede ser un barrio que te ofrezca pequeñas o grandes oportunidades, ya que podrás conocer a mucha gente que trabaje en tu sector y de una manera similar a la tuya, así que es probable que surjan colaboraciones interesantes; dedicarle tiempo a hacer contactos será siempre una parte de tu jornada laboral, así que si estás dispuesto a vivir teniendo en cuenta todos estos aspectos (y otros que posiblemente se me queden en el tintero)... ¡bienvenido al mundo del trabajador por cuenta propia!

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