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Pozas: libros, música, 'bytes'

Luis de la Cruz

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La calle Pozas baja modesta de Espíritu Santo hasta Pez. El origen de su nombre hay que buscarlo en las pozas para el riego que hubo en la posesión rural de un tal clérigo don Enríquez. O quizá, según nos cuenta un vecino, en las pozas de nieve donde ésta se guardaba y que se bajaba envuelta en pajas desde la sierra de Guadarrama. En cualquier caso, no se hace complicado imaginar que el agua figure en la toponimia de un barrio que fue bosque antes de que Madrid comenzara a ensanchar.

Una calle de letras

A mitad de Pozas se abre una travesía del mismo nombre que permite asomarse a San Bernardo, justamente a la antigua Universidad, que convirtió en el siglo XIX -y hasta la construcción de la Ciudad universitaria en 1927- éste en un barrio de letras. No es casualidad, por lo tanto, que en el número 12 de la calle Pozas estuviera la imprenta La GiraldaLa Giralda, de donde salieron las obras de Benito Pérez Galdós. Aún hoy es fácil encontrar estudios del autor que rezan “según la edición de La Giralda”, o comprar por internet una edición de los Episodios Nacionales nacidos en la calle por 700 euros. Unos años después, en los treinta, hubo otra famosa casa de libros en la calle, la librería El EstudianteEl Estudiante.

En el número 18 de la calle de las Pozas hay una placa donde se lee que allí murió Miguel Morayta Sagrario, catedrático de Historia en la Universidad Central perteneciente al grupo de profesores expulsados en 1865 durante los sucesos conocidos como la Noche de San Daniel. El gobierno de Narváez había emitido un comunicado el año anterior prohibiendo que los profesores expusieran opiniones krausistas o contrarias al concordato firmado con la Santa Sede. El rector, Juan Manuel Montalbán, se negó a expulsar a varios profesores, entre ellos a Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, lo que provocó una concentración estudiantil de apoyo en la Puerta del Sol fuertemente reprimida por la Guardia Civil; y la renuncia de varios profesores, entre los que figuraba el profesor Morayta.

Lo curioso del caso es que la placa conmemorativa colgó en su día de la fachada del 16, no en la del 18, más presentable a día de hoy. No se sabe cómo, un buen día cambió de lugar.

Quedan hoy como vestigios del barrio ilustrado que fue una vieja imprenta y un

café

en la esquina con Espíritu Santo: el J &J Coffe and BooksJ &J Coffe and Books. En esta curiosa cafetería uno puede encontrar más libros que desayunos: miles, de segunda mano, en inglés. Normalmente, allí no se habla en castellano, a pesar de que el logotipo de Mahou luce en el barril.

Una calle con música.

Al paseante observador que suba por Pozas desde la calle del Pez le sorprenderá ver la vegetación que sobresale por encima de un gran muro. Se trata del jardín del Palacio de los Bauer, con fachada en San Bernardo y Pez. El palacio es una antigua mansión del XVIII reformada en tiempos de la Restauración y comprada por la familia de banqueros Bauer. Si famosas eran las fiestas que entonces se celebraban en el inmueble la música ha continuado resonando entre sus muros. En 1943 fue adquirido para albergar el Real Conservatorio Superior de Música y en la actualidad es la Escuela Superior de Canto.

La calle ahora

Con Pozas pasa lo mismo que con otras calles del entorno de Pez: que tienen vidas bien distintas a medida que se alejan o se acercan a ésta. Como pasa con la calle de las Minas, en la zona más alejada, en el arranque con Espíritu Santo, abundan los negocios cerrados y las fachadas huérfanas de remozo. El letrero de Cartonajes Sánchez, un establecimiento centenario que recientemente emigró a un barrio de extrarradio, es buen ejemplo de ello.

En este tramo de calle, el número 17 -en ruinas- se le aparece al viandante como un rincón a la vez deprimente y curioso. Sus paredes albergan una gran muestra de arte urbano y a través de la puerta se alcanza a ver cómo la naturaleza dejada a su aire es capaz de improvisar un jardín en cualquier rincón. Justo antes de llegar a la Travesía de Pozas nos encontramos con el edificio de la Cruz Roja, al que recientemente le han dado un remozado exterior y sobre todo de concepto, convirtiéndolo en un auténtico centro social abierto al barrio.

En el tramo final hasta Pez la modernidad parece estar abriéndose paso. En pocos metros se concentran una

tienda de discos, un estudio de diseño y lo que en las próximas semanas será a la vez un negocio de comunicación en internet y un espacio social para el barrio.

Durante las últimas semanas se han sucedido las obras en el gran local de columnas de forja que antaño ocupara una empresa de reparación de calefacciones. Daniel de Marcasfera, que ya está trabajando en la calle, nos cuenta que tienen previsto organizar talleres, una pequeña biblioteca de Nuevas Tecnologías y muchas más cosas.

La calle de las Pozas es un espacio breve en el que coviven más historias de las que el paseante apresurado podría imaginar.

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