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Okashi Sanda: come como en Japón (y olvídate del sushi)

El cuencazo de domburi | R.A.

Diego Casado

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Hubo una época en la que viajar a Japón era poco menos que imposible, así que los tragaldabas (ahora foodies) amantes de la cocina asiática nos teníamos que conformar con meterse en los -escasos- restaurantes japoneses que había montados en Madrid para probar sus suculentos platos. Sitios como el Naomi, en los que podías probar los platos que se comen en Japón todos los días: sushi, nigiris y makis.

Pues resulta que no. Que lo de que los nipones se plantan una ración de sushi a diario es una leyenda urbana, una trola como un piano que compruebas rápidamente en cuanto aterrizas en el país del sol naciente*. Allí, cuando pica la gusa, lo normal es entrar en un izakaya o similiar (lo que viene ser una taberna o tasca de toda la vida) a zamparte un buen plato de tallarines o un cuenco de arroz con todo tipo de cosas (totilla, gambas, anguilas...) por encima. Esta es la base de la alimentación.

Y lo del sushi, para los domingos y fiestas de guardar.

¿Dónde probar un buen japomenú del día en Malasaña? Hace cinco años tal vez hubiera sido imposible sin tirar de sushi, pero lo bueno es que hoy en día hay varios en el barrio para elegir. Me decanto por el Okashi Sanda, casi un recién llegado a la zona. Un local situado en la calle San Vicente Ferrer que antes estaba en La Latina y que regentan una simpática pareja (ella japonesa, él de Aluche) con buen gusto para la cocina y la decoración.

El local, tranquilo y agradable, tiene las paredes jalonadas de dibujos nipones y fotografías de infantes japoneses entre los que se encuentra la propia cocinera del lugar. Diferentes adornos de papel, lámparas, luces y una televisión con vídeos musicales japoneses en loop completan una decoración que te traslada a un bar del japón actual, bonito y un punto sofisticado.

Pero vamos al lío. El menú del día aquí se resume en dos opciones: bento o domburi. Dos palabras que requieren una explicación rápida: el bento es una caja dividida en varios compartimentos que albergan cada uno un tipo de alimento diferente (de cuatro a ocho, generalmente). Su uso es muy popular en Japón para llevar la comida a la escuela y al trabajo. Por otro lado, el domburi es un gran cuenco de arroz blanco al que se le depositan por encima diferentes alimentos.

Las opciones de menú son seis: tres tipos de cajas de bento y otras tres de domburi. Como voy acompañado, aprovecho para pedir ambas y así probar de todo. La bebida va incluida y me decanto por la Kirin, una cerveza nipona. Aunque no sabe igual que en Tokio (las de exportación las embotellan en Alemania), sí que conserva un punto tostado estupendo y, sobre todo, tiene en su etiqueta la imagen del Kirin, un animal de la mitología asiática cuya aparición siempre es un buen presagio. Y si se planta en una mesa, la comida no puede fallar...

Empiedo con el bento de karaage. La caja viene con una ensalada con lechuga, pepino, tomate y aceite de sésamo (fresca, entra muy bien), unas tiras de jengibre encurtido en el centro y una ensaladilla con mahonesa japonesa deliciosa. Pero la estrella del plato es el citado karaage, unos muslos de pollo deshuesados y luego marinados en soja y sake. Están jugosos, sabrosos y perfectamente sazonados. Tan buenos que te quedas salivando entre bocado y bocado. Me comería un cubo entero de ellos si los pusieran como en el KFC. Ñam.

El bento también incluye arroz blanco, pero no del estilo triste presente en cualquier plato de arroz a la cubana. No. Este es refinado, compacto, perfecto para comer con palillos sin que se desmigue y tiene un toque de sisho rojo por encima que lo hace sabrosón.

La otra opción para comer de menú es el domburi. Hay Kare Raisu y Oyakodon (ver la carta para más señas) pero yo me decanto por el Katsudon, un domburi de tonkatsu (filete de cerdo empanado).

Lo primero que llama la atención del plato es la bonita vajilla en la que va metido. Y luego su contenido claro, que consiste en una base de arroz, tortilla semicuajada de huevos de corral, ajetes tiernos, cebolla salteada y el propio tonkatsu, esos filetes de cerdo jugosos, empanados con panko y adornados con tiras de alga nori por encima.

Tanto en el katsudon como en el bento se aprecia mucho la calidad de cada ingrediente, del que hace gala este restaurante y es muy común en Japón: cada plato ha de estar elaborado con buenas materias primas y cocinadas con grandísimo cuidado. Parece una obviedad, pero esta máxima que siguen los japoneses a rajatabla, no es tan común en restaurantes de menú del día en Occidente. Y se nota.

Aunque el menú no incluye postre, el local ofrece un surtido de dulces (tartas, dorayakis, etc) al que es difícil resistirse. Yo no pude y probé una de estas delicias que además hacen sin gluten. Pero, como no forma parte del menú del día, me abstendré de comentar (pero pedidlas, por dior).

En resumen, recomiendo Okashi Sanda para cualquiera que tenga curiosidad por saber cómo se come en Japón de verdad, para fans de la cultura nipona en general, para los devoradores de arroz y para los amantes de lo exquisito en pequeños bocados. Hay que tener en cuenta que el menú del día no es especialmente abundante, por lo que los estómagos con mayor demanda se podrían quedar con hambre, pero lo ajustado de sus precios hace que merezca bastante la pena.

Nota extra: El Okashi Sanda se encuentra en el local que ocupó el mítico Chamizo, ese restaurante de yayos, jarras de barro y tapas de pollo frito que cerró el verano de 2015. Lo que dejó daría para escribir otro post entero, pero citaremos solo una imagen que servirá para hacerse una idea lo que se encontraron allí los dueños del restaurante japonés: cucarachas nadando en la freidora.

* A los que no les dé para ir a Japón, pueden leerse los dos volúmenes de El gourmet solitario, un cómic estupendo sobre lo que se llevan a la boca los oficinistas de aquel país durante su hora de la comida.

Dónde: Okashi Sanda (C/ San Vicente Ferrer 22). Metro Tribunal.

Qué: Un bento (tres opciones) o un domburi (otras tres opciones).

Cuánto: 10 € el bento (bebida incluida, café no) | 12 € el domburi (+ bebida).

Otros: Platos y tartas aptas para celiacos.

Más rollo foddie:

Más rollo foddie:foddie

Lalola

"lo ajustado de sus precios" para, probablemente, quedarme con hambre... Menudo descubrimiento, el barrio está lleno de lugares como éste. Desgraciadamente.

daniel novoa

Supongo que mi experiencia en Japón fue diferente a la tuya, porque yo sí que los vi comiendo sushi bastaaaante a menudo, no sólo los fines de semana :)



Eso sí, también comen muuuucho pollo frito, jaja.



Genial tu reseña, la encontré buscando donde comer japonés en Madrid (que no fuera sushi ni ramen).
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