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Moreno Capa: “Malasaña es un barrio de película pero hay que evitar que se convierta en otro parque temático”

Manuel Moreno-Capa, autor de 'Malasaña Bronx'

Somos Malasaña

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Estamos en plena Feria del Libro de Madrid y nos acercamos a un título reciente y tan de aquí como nuestro propio periódico. Hablamos sobre Malasaña Bronx con su autor, el periodista económico y escritor Manuel Moreno Capa, criado en Malasaña. En este su segundo libro, editado en colaboración con Somos Malasaña, Moreno Capa narra en modo de novela negra castiza y con una visión cinematográfica la transformación vivida por el barrio desde los años 70 del pasado siglo. En su novela refleja cómo los habitantes de Malasaña están amenazados de nuevo por la especulación inmobiliaria.

¿Se parece algo Malasaña al Bronx de Nueva York?

Malasaña es un barrio de película, como el Bronx. Son barrios que han pasado de la marginalidad al estrellato, que han tenido historias muy agitadas. Tanto Malasaña como el Bronx se han transformado radicalmente en los últimos años y han sido escenarios perfectos para la aparición de todo tipo de personajes con rasgos novelescos y cinematográficos.

De ahí que su novela tenga continuas referencias al cine…

Ya desde las primeras páginas cito Una historia del Bronx, la hermosa película dirigida y protagonizada por Robert de Niro. Esa historia neoyorquina me sirve de chispa, de detonante, para desarrollar la novela que ubico en Malasaña. Como en la película, también en mi novela hay un niño que, desde su balcón, observa lo que ocurre en su calle. Un niño que ha crecido y sigue asombrado por su entorno. También hay buenos y malos, amor y venganzas, sueños infantiles rotos, vecinos que luchan por seguir en pie… Hay hasta un conductor de autobuses. Mi propio padre, ahora jubilado, fue durante más de treinta años conductor de autobuses. Por eso me hizo mucha gracia que Robert de Niro protagonizara él mismo el papel de autobusero en su película. Lo más normal hubiera sido que hiciera de gánster o de policía. Pero no. De Niro es sólo un vecino del barrio, uno más, y nos cuenta desde su autobús esa “historia del Bronx”.

Como la película de la que habla, ¿es Malasaña Bronx una historia próxima al género negro? Malasaña Bronx

Sí. Es una novela negra, sin duda. Pero también algo más. A mí me gusta añadir que es una novela picaresca y callejera, algo que comparte con otra de mis novelas, Salvemos al Papa. Y, por supuesto, también tiene una historia de amor.

Lo de callejera tiene su lógica evidente, pero… ¿lo de picaresca?

El género picaresco es muy de nuestra literatura y, por supuesto, de nuestras calles. Aunque yo escriba pensando en historias de gánsteres neoyorquinos, los malos de mi novela son más de andar por casa, más pícaros, más callejeros, más… de mentira, no tan de diseño. Y a los buenos les ocurre lo mismo. En realidad, ninguno es lo que parece y todos quisieran ser cosas diferentes, sentirse como ese Robert de Niro que recorría las calles del Bronx y era respetado hasta por los gánsteres.

Pero en su novela también hay gánsteres de cuello blanco y una historia económica. ¿Deformación profesional?

Claro. Inevitable. Para algo llevo más de treinta años en el periodismo económico y escribo un blog llamado Economía en la Literatura. La economía está en el fondo de casi todo. Y de muchas grandes historias, desde Homero: los aqueos no atacaron Troya para vengar a un príncipe cornudo, sino para controlar un enclave comercial estratégico.

Como parte de este trasfondo económico, en su novela hay también una historia malasañera real…

Sí. El escenario es real: una casa en el corazón de Malasaña y la historia de cómo fue salvada de la ruina y de la especulación, rehabilitada y convertida en viviendas sociales por el ayuntamiento del alcalde Tierno Galván. Pero esa misma casa, muchos años después, fue privatizada y puesta en las garras de uno de esos llamados fondos buitre que sobrevuelan el barrio.

Está contando, entonces, más que “una historia de Malasaña”, “la Historia de Malasaña”…

En cierto modo sí. Yo viví en el barrio hasta los 25 años y ahora vivo al lado, en su frontera norte, por lo que me adentro en Malasaña casi cada día. Y en todos estos años he visto la radical transformación de Malasaña. Y esa transformación se refleja en la historia de esa casa que es el principal escenario de mi novela.

¿Qué es lo que más ha cambiado en Malasaña desde los años en que usted vivió en el barrio?

Lo que más ha cambiado es su gente. Algo que también se refleja en los personajes de Malasaña Bronx. Aunque todos son de ficción, recogen trazos, características y personalidades de algunos que muy bien pudieran ser reales, y que han cambiado con el barrio. De ser un barrio humilde, degradado, agitado durante algunos años por el drama de las drogas y también por la chispa de la famosa Movida madrileña, se ha convertido en algo totalmente diferente. Pero sus vecinos, los que de verdad quieren vivir una vida de barrio, se enfrentan de nuevo al mismo enemigo que intentó derribar la casa de mi novela. Y que intentó poner en la calle a sus inquilinos, algunos de los cuales aún resisten ahí, en esa misma casa, la nueva oleada especulativa.

¿Es posible frenar esa oleada especulativa?

Lo primero es recordar nuestra historia, algo que intento en mi novela. Y lo segundo, movilizarse. Hay que evitar que Malasaña se convierta en otro parque temático, en otro barrio de diseño en el que sus vecinos, tanto los jóvenes que lo renuevan como los viejos que resisten como pueden, tengan que marcharse. Malasaña es ahora víctima de dos palabras tan horribles y malsonantes como lo que representan: la turistificación y la gentrificación. Cierto que el barrio ha mejorado mucho. Ya no es el entorno decadente y degradado en el que yo me crié. Sean bienvenidos los turistas y los nuevos negocios. Pero tampoco me gusta que Malasaña pierda sus esencias, que se parezca a cualquier otro barrio de diseño de cualquier otra gran ciudad. Yo quiero seguir recorriendo cada día una Malasaña de película, pero de buena película, con argumentos, con buenas historias, como la de Robert de Niro. No quiero sentirme dentro de una superproducción basada sólo en los efectos especiales.

MALASAÑA BRONX, editada en colaboración con somosmalasana.eldiario.es, sólo se distribuye en las siguientes librerías y locales de Malasaña: Atlántica 3.0. (C/ Estrella, 18), Atticus Finch (C/ Palma, 78), Barrio Malasaña (C/ San Andrés, 12), Cervantes y Cía. (C/ Pez, 27), Ciento Volando (C/ Divino Pastor, 13), Panta Rhei (C/ Hernán Cortés, 7), Reno (C/ Monteleón, 14), Rias Baixas (C/ Amaniel, 36) y Rincón de Lectura (Pl/ Dos de Mayo, 5). También la distribuye, por diversos cafés del barrio, el promotor editorial itinerante Marcelo López Conde.

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