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Los misterios que Velázquez escondió en las Meninas, investigados en una película: llega 'El Cuadro'

Un fotograma de 'El Cuadro'

Diego Casado

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Madrid, en el año 1656. Palacio Real. Su pintor de cabecera y aposentador mayor, Diego Velázquez, completa una de sus obras cumbre, La familia de Felipe IV. Se trata de un cuadro inusual para la época en el que se dibuja a él mismo junto a la infanta y sus sirvientes -las meninas-, con el propio monarca y su mujer desdibujados en un espejo mientras los protagonistas miran fuera de la pintura, hacia el espectador. Cuatro años después, Velázquez muere sin dejar pistas ni una interpretación de lo que quería contar. Pasados más de tres siglos y medio, una película intenta hacerlo.

“Existen cientos de interpretaciones sobre Las Meninas y nadie se había animado a contarlas en el cine, así que cogí las más interesantes y pensé en cómo desarrollarlas”. El que habla es Andrés Sanz (Madrid, 1969), director del documental El Cuadro, un filme que despliega un divertido juego de cluedo alrededor de la pintura más famosa de Velázquez para intentar resolver parte de sus misterios. En un formato de entrevistas, Sanz pone a 20 testigos frente a la cámara y los interroga de modo inmisericorde, hasta conseguir que confiesen la verdad. O, al menos, su verdad.

¿A quién mira Velázquez? ¿Qué es lo que está pintando en el cuadro dibujado a la izquierda? ¿Por qué Felipe IV permitió a su aposentador pintarse junto a la familia real? ¿Qué es lo que realmente toma de sus vasallos la infanta Margarita? Los entrevistados -expertos en arte, conservadores, pintores- son bombardeados con decenas de preguntas como estas y responden con argumentos de peso, desentrañando dudas acerca de cada uno de los detalles de la pintura, que tal vez hayan pasado desapercibidos al espectador.

Entre las teorías más interesantes que expone la película está la misteriosa figura que muestra la radiografía del cuadro bajo la imagen de Velázquez, que parece sugerir un personaje y una intención inicial de la obra diferente a la final. O la Cruz de Santiago pintada sobre el pecho del sevillano, que hace dudar de la fecha exacta en el que se terminó el cuadro, si fue en 1656 o solo unos meses antes de la muerte del maestro.

Los veinte entrevistados son “los que más saben de Las Meninas”, explica Andrés Sanz. Están desde el especialista más reconocido de arte español, Jonathan Brown, hasta la conservadora Manuela Mena, pasando por el pintor Antonio López, la crítica Eve Sussman, expertos del Prado (Javier Portús), del Metropolitan de Nueva York (Keith Christiansen) o el recientemente fallecido Francisco Calvo Serraller, historiador y ensayista. Todos hablan con vehemencia de su visión del cuadro, sentados en una sala de interrogatorio, sin distracciones ni decoración, postrados frente a un objetivo. Lo hacen sin maquillaje, con la ropa con la que llegaron de la calle, retratados de un modo naturalista, como hubiera hecho Velázquez.

Rodar una película como el que pinta un cuadro

Porque El Cuadro no es el típico documental sobre un pintor o una pintura, como los que se exhiben a veces en los cines. Es un trabajo cinematográfico con muchos tintes experimentales, que se pinta fotograma a fotograma con estilo velazqueño, jugando con el espectador como hizo en su día el pintor sevillano, metiéndolo en cajas dentro de otras cajas, como si fuera parte de una muñeca rusa.

“Las Meninas tiene eso, es un cuadro que plantea un juego constante entre lo que está fuera y está dentro”, dice Sanz al explicar los paralelismos. “Sus personajes ya no están, pero hay algo que nos hace pensar que siguen ahí cuando pasamos al lado del cuadro”. El director maneja estos conceptos a la hora de unir los testimonios de los entrevistados, creando escenas ficticias con animaciones en stop-motion y maquetas que llaman la atención del espectador, para situarlo en la época y en el espacio, que se mezclan con fotogramas de películas de época.

Al igual que Velázquez se inspiró en su momento en grandes maestros de la época como Tiziano o Rubens, El Cuadro hace homenajes a referencias del celuloide como David Lynch en algunos de sus planos y estructuras narrativas, muchas de carácter experimental. Herencia todas ellas de la formación de Sanz, licenciado en Bellas Artes y formado después en cine en San Francisco (EEUU), aunque lleva más de una década viviendo en Malasaña.

Para el director es su primera película, después de un largo historial de cortometrajes. La popularidad de Las Meninas le hizo pensar que le resultaría más fácil levantar este proyecto, pero al final tardó cinco años en sacarlo adelante, con mucho esfuerzo personal y la ayuda de la productora, Mare Films, TVE y Telemadrid. “Hay algo en el icono de la Menina que es muy reconocible, y que a la gente le fascina. Viene de muy lejos: hay cuadros de Sorolla que retrata a niñas vestidas como meninas, Picasso las retrató decenas de veces...” pero parece que no era suficiente para despertar interés por la película: “Había una larga lista de proyectos fallidos asociados a esta pintura”, recuerda.

Ahora, al final del camino, confía en que los espectadores que acudan a las salas -El Cuadro se estrena este viernes, 8 de noviembre- se entretengan conociendo los detalles de una obra que explica la pintura de Velázquez y la figura de los Austria en la España del siglo XVII, descubriendo las múltiples capas de una película que arroja luz sobre un trabajo del que -según ha comprobado el propio realizador- “la gente tampoco sabe tanto”.

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