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Malasaña, heroína antes que calle

Luis de la Cruz

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Durante los últimos meses, desde que Somos Malasana saliera a la calle, cada lunes hemos publicado un artículo de la sección Con Historia referente a una calle del barrio. Hoy es el último lunes de historia de Malasaña antes de Septiembre y queríamos despedirnos dándole la vuelta a la costumbre y hablando de una persona con nombre de calle en lugar de una calle llamada como una persona. Es una broma, claro, Manuela Malasaña fue mujer antes que calle y hasta barrio. El que da sentido a este medio.

Malasaña es una de las heroinas de la guerra de independencia, acontecimiento clave en la imaginería de la construcción de España como nación contemporánea y no digamos en la historia de Madrid.

Existen dos versiones sobre la muerte de la joven Manuela, que contaba sólo con quince años. En la primera y más extendida a nivel popular (defendida en su día por Fernández de los Ríos entre otros), la joven ayudó el dos de mayo a defender el Parque de Infantería de Monteleón desde la puerta de su casa en la calle San Andrés 18. Su madre y ella le daban municiones a su padre, el panadero de origen francés Jean Malesangre (españolizado como Malasaña). La joven Manuela murió en combate y frente a su cadaver siguió su padre la heróica defensa de Monteleón.

El Parque de Artillería de Monteleón estuvo en la actual plaza del Dos de Mayo, y los líderes de su defensa también han dejado huella en el callejero malasañero: los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde y el teniente Ruíz. El balcón donde se dice sucedió todo (en algunas versiones es la puerta y en otras el balcón) es el que hoy hace esquina en las calles Velarde y San Andrés.

Carlos Cambronero (erudito que también cuenta con letrero en una fachada del barrio) desmintió el hecho de que Manuela muriera antes que su padre al encontrar un certificado de defunción que así lo demuestra. Esto cuadra mejor con la otra versión popular según la cual Manuela Malasaña, bordadora de profesión, se encontraba en el momento de los hechos en el taller. La dueña del mismo no dejó salir a las jóvenes costureras hasta que acabaron los disparos y ya de vuelta a casa unos soldados franceses la abordaron intentando aprovecharse de ella. La historia varía según donde la encontremos, unas veces ella trató de defenderse con las tijeras, en otras simplemente se las encontraron y la acusaron de portarlas a modo de arma, por lo que fue ejecutada.

Lo que parece claro es que la joven murió aquel día, siendo el cuerpo número 74 de entre las muertes que se registraron, y que fue enterrada en el Hospital de la Buena Dicha, (hoy Iglesia de la Buena Dicha) en la calle Silva.

Allí descansaron otros personajes conocidos como Clara del Rey y muchos cuerpos anónimos. Fuera como fuera realmente su muerte la leyenda y el símbolo han transcendido a su persona, aunque para muchos hoy es “la de la calle”, por cierto, también en Móstoles.

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