Lobos Negros, rockabilly clásico que regresa en formato vinilo
Más de 35 años sobre los escenarios y sumando. La carrera musical de Lobos Negros es un prodigio de longevidad, ajena a modas, que se sostiene en torno a la figura de Luis Martín y al irrenunciable rockabilly que corre por sus venas. La reedición en vinilo -con un par de temas nuevos- del disco 'Rockabilly freak out radio', que presentan estos días, se puede considerar como un homenaje tanto a su trayectoria como a la de todos esos grupos de directo que, independientemente del estilo musical al que se asocien, se pasan la vida en circuitos con poco foco y mucha autenticidad; circuitos por los que, si bien rara vez se pasea la fama, pisan una y otra vez los seguidores más fieles y hablan de un estilo de vida que engancha sin solución de continuidad.
Luis Lobo Negro llega a nuestro encuentro para hablar de su disco con su inseparable guitarra a la espalda, un tupé delator y las prisas propias de quien hace las veces de mánager de su propio grupo y está en plena época de promoción cerrando encuentros con distintos medios de comunicación para atenderlos después él mismo. Eso sí, cuando comienza la conversación sobre su banda y su música se le encienden los ojos y se olvida del tiempo, tanto que somos nosotros quienes -llegado el momento- debemos advertirle de que o acabamos ya o no llega al estudio de Radio 3 donde lo espera su próxima entrevista.
Luis, quien pasa su tiempo entre Malasaña y Talavera de la Reina, su lugar de origen, vive sobre todo entre el ayer, el hoy y el mañana de su universo musical y cuenta que “'Rockabilly freak out radio', editado en vinilo y en edición limitada, es un compendio de varias actuaciones en directo en radios y en él se puede encontrar el sonido crudo y directo, muy de garaje, que nos caracteriza y que a la gente tanto le gusta. Suena fresco, atractivo, oscuro, apetecible para los amantes de los sonidos cavernosos. El disco original, publicado en el año 2000, siempre mantuvo buena aceptación entre los amantes del rock'n'roll en general y, a menudo, la gente nos hablaba de él. Todo ello, unido a que la radio musical está en supuesta decadencia, nos ha llevado a reeditar el disco con los extras añadidos de 'Surfin' bird' y 'Misery', rescatados de aquellas mismas sesiones”.
Rememorando lugares de Malasaña en los que su banda ha tocado en directo, comenta que no podía dejar de presentar su nuevo-viejo trabajo en el barrio y es por ello que el próximo jueves día 9, a las 20 horas, reunirá a sus fieles y todo aquel que quiera acudir en el número 2 de la calle Marqués de Santa Ana, en La Paralela Cocktail Bar, lugar en el que tocarán en acústico alguno de los temas del LP, proyectarán viejos documentales sobre la banda y, sobre todo, se respirará música y se hablará sobre música en un ambiente de compadreo. Junto a él estarán también los otros dos miembros de la actual formación de la banda: José Luis Bielsa y Alejandro 'Lobo Negro'.
Antes de despedirse, Luis lanza un guante para quien quiera recogerlo: “Nos encantaría tocar en directo en las próximas fiestas autogestionadas del Dos de Mayo, las fiestas de nuestro barrio”. Ahí queda dicho.
Viejos rockeros
Viejos rockeros
Hablar de Lobos Negros es también hablar de la Malasaña de finales de los 80, de las últimas bocanadas de La Movida y del rockabilly madrileño que tenía su templo en el King Creole, actual Freeway, en Corredera Alta de San Pablo esquina con San Vicente Ferrer. Para ponernos en situación, con su actual nombre arrancaron allá por 1984, poco antes de que Carlos Segarra (Los Rebeldes) y Kike Turmix (Pleasure Fuckers) decidieran grabarles una maqueta, 'Gatos extraños', y ya no hubiera vuelta atrás. Luis hizo por aquel entonces del barrio su nueva casa y es capaz de recordar del tirón a decenas de personajes interesantes que se movían por nuestras calles en aquella época, un tiempo del que habla sin nostalgia pero con gran ilusión: “La gente vivía con intensidad la música, la coleccionaba y acudía a consumirla en directo a los muchos locales que había para ello. En los 80 se hacían muy buenas canciones y fue una época muy creativa. Quienes andábamos metidos en el mundillo éramos gente que tenía cultura musical, gente viajada, leída... y entre los grupos existía una gran solidaridad que se materializaba en la noche malasañera en cualquier barra de bar, en la que interactuábamos también con creadores de otras disciplinas”.
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