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El fondo estadounidense GreenOak compra el edificio de Fuencarral 77

Planta del edificio situado en Fuencarral 77

Antonio Pérez

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La subasta del edificio de Fuencarral 77, el del pasaje que une esa vía con Corredera Alta de San Pablo, se saldó el pasado jueves con la adjudicación del inmueble al fondo de inversión estadounidense GreenOak Real Estate, que ahora dispone de un plazo de un mes para hacer efectiva la compra del edificio.

Propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social, Fuencarral 77 salió a subasta por 20.857.600 € millones de euros, según lo autorizado por el Consejo de Ministros del pasado 17 de julio y por él se escucharon ofertas hasta el pasado martes. Este jueves, llegado el momento de la subasta, sólo  dos empresas se mostraron interesadas en el edificio, según han confirmado a este periódico desde la oficina del mismo GreenOak Real Estate en España, situada en el Paseo de la Castellana de Madrid. El precio final de la operación, según lo confirmado por fuentes presenciales en la puja, 21 millones de euros, tal y como adelantaba esta mañana El Confidencial; es decir, sólo 142.400 euros más que el mínimo exigido en el pliego de subasta.

Desde GreenOak afirman que están muy cerca de hacerse con la propiedad de Fuencarral 77, aunque mantienen aún cierta prudencia a la hora de proclamarse nuevos dueños del inmueble hasta que no esté todo firmado. Trámites burocráticos al margen, el fondo estadounidense se hará con un edificio de 7.948,87 metros cuadrados de superficie al precio de 2.641 euros el metro cuadrado, una cantidad algo por debajo de la media que se paga en Malasaña, pero que triplica a la de otros inmuebles cercanos vendidos por el Ayuntamiento.

La adjudicación se ha conocido poco después de que trascendiera que otro de los grandes edificios de Malasaña vacíos, el Mercado de Fuencarral, está en manos de una sociedad dirigida por un experto en fondos buitre, que intentará aumentar su valor para amortizar los 22 millones de euros que pagó en verano por este inmueble.

Fuencarral 77, edificio de 1956, se alza sobre un terreno de 1.782 metros cuadrados, según el catastro, tiene seis plantas terminadas en torreón, conecta las calles Fuencarral y Corredera Alta de San Pablo mediante una galería en la que 14 locales vacíos comparten espacio con la Joyería Monje, único negocio superviviente de su pasado comercial, y posee una superficie total edificada de 7.701 metros cuadrados.

El comprador debe respetar el contrato de alquiler en vigor que hay con la joyería, firmado en 1983, y se subrogará en los contratos de servicios y suministros del inmueble que estén vigentes en el momento de la adquisición. Los propietarios de la joyería Monje aseguran que aún nadie de la nueva propiedad se ha puesto en contacto con ellos y que nada les han dicho de los planes futuros que puedan tener para el edificio. En cualquier caso, ellos lo único que esperan es conocer dónde y a quién deberán seguir satisfaciendo los pagos por el alquiler del local.

La Puja

La Puja

A las 10 de la mañana del jueves pasado se procedió a la subasta del edificio, que se resolvió de manera muy rápida. Antes de su inicio se constató que sólo se habían recibido dos propuestas de adjudicación: una de un fondo de inversión inglés, el mismo que llevaba ya seis años interesado en el edificio, y otra del fondo estadounidense que acabaría ganando la puja.

Tras esperar media hora para ver si llegaba alguna oferta más en el último momento, la subasta comenzó con una oferta de GreenOak 6.000€ superior al precio de salida; el mínimo permitido. Ante ésta, hubo una mejora del fondo inglés, pero inmediatamente después llegó la definitiva oferta de 21 millones con la que los estadounidenses se quedaron con el edificio y ahí se acabó la historia.

La Tesorería de la Seguridad Social, que según fuentes consultadas por este periódico, esperaba haber recibido más ofertas por el edificio, a tenor de la cantidad de empresas que habían preguntado por la situación del mismo antes de que se sacara a subaste, no ha informado todavía de los detalles de la operación, que deberán ser publicados en el BOE. A partir de ahí, sólo queda esperar a que los nuevos dueños expliquen los planes futuros que tienen para el que durante años se ha ganado el apelativo de 'edificio fantasma' de Malasaña.

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