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La masonería española nació en Malasaña

Luis de la Cruz

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Durante muchos años todo lo que ha rodeado a la masonería en España ha resultado un tanto confuso. No es de extrañar, entonces, que no sea muy conocido el hecho de que la primera logia que existió fuera de Gran Bretaña se fundara aquí, en 1728, en la calle San Bernardo. En 1717 se había fundado la Gran Logia Londinense, y poco después empieza a extenderse internacionalmente la masonería moderna. Fue en el hotel francés Las Tres Flores de Lis, situado en San Bernardo, a la altura de la actual Gran Vía. El Libro de Actas de la Gran Logia de Inglaterra señala que España fue la primera nación que solicitó fundar una logia regular: la número cincuenta.

El nombre con el que figura la logia en la documentación interna en Inglaterra es en ocasiones French Arms (en St. Bernards Street in Madrid), y a veces Las Tres Flores de Lis. En realidad, el nombre que sus fundadores solicitaron registrar y como fue conocida es La Matritense. El nombre de French Arms parece un equívoco por las relaciones francófonas del duque de Wharton (fundador nominal), o el origen francés del hotel que tomaron como sede.

Nicolas Díaz y Pérez, que ha escrito mucho sobre el tema, describía la calle San Bernardo, que acogió la logia, de la siguiente manera:

“Era a sazón esta calle una de las más principales de Madrid, a su entrada, en el número 9, estaba la Iglesia del Rosario, dando esquina a la de Flor Baja. En el 19 estaba el convento de los PP. Bernardos, y pegado a él la casa número 17, Hotel du Lys, esquina a la calle de la Garduña, que servía de entrada a los francmasones que trabajaban en la logia Matritense”

Se suele atribuir su fundación al duque de Wharton pero, en realidad, éste no fue el artífice de la fundacion de la Matritense sino que lo fueron otros ingleses residentes en España. Él tan sólo fue requerido para darle respaldo por su posición. El verdadero impulsor fue un tal Labely, ingeniero que había sido miembro de una logia londinense y que fue el primer y único maestre conocido de la de aquí. Inicialmente, sólo se nombró a tres masones ingleses y las reuniones estaban fijadas para el primer domingo de cada mes.

Merece la pena, de todas formas, centrar la vista un momento en la curiosa figura de Wharton. Fue un personaje controvertido, que daba bandazos políticos a conveniencia y al que describen como “inteligente, excéntrico, borracho, libertino y extraordinariamente ambicioso”. Provocó tales escándalos que su mandil y sus guantes – en un ritual simbólico propio de la logia – fueron quemados. El duque se vengó fundando, curiosamente por la misma época que la Matritense, una sociedad burlesca que se mofaba de los masones: los Gormogones, supuestamente iniciada en tiempos remotos por el emperador chino Chin-Quaw-Ky-Po. Esto supuso un gran escándalo en la época.

A Madrid vino a tratar con el duque de Liria (hijo del duque de Berwik) y el duque de Ormond, para asegurarse el favor de Felipe V a la causa del pretendiente al trono Jacobo, a la que servía en ese momento. Cayó en desgracia en Inglaterra por sus intrigas (incluso fue expulsado de la Cámara de los Lores tras participar en el asedio a Gibraltar del lado de Felipe V). Tuvo su residencia en la calle de San Bernardo. Posteriormente, y pese a las desavenencias con la masonería, Wharton sería el primer Gran Maestre de las Logias de Francia. Murió en Tarragona mientras se recuperaba de unas heridas, en el monasterio de Poblet, en 1931.

La difícil vida de los masones en España

La difícil vida de los masones en España

En 1738 el Tribunal de la Santa Inquisición prohibiría la masonería, lo que fue ratificado por un edicto real de Fernando VI en 1751, y mantenido por Carlos III, a pesar de su conocido carácter ilustrado. Estas prohibiciones supusieron un freno a la extensión de las ideas masonas en España.

Posteriormente Napoleón, que no pertenecía a la Orden, propició la extensión de las logias para servir a sus intereses. El propio José Bonaparte, rey de España, se había iniciado en la Masonería. A partir de 1809 empezaron a extenderse las logias, con la participación de españoles (en su mayoría los entonces llamados 'afrancesados'), aunque compuestas en gran medida por extranjeros. Sólo en Madrid se crearon siete logias.

Inmediatamente después, con Fernando VII y su proyecto absolutista, desaparecieron las logias creadas y se volvió a perseguir la Masonería por parte de la policía y la Inquisición. El masón y el liberal habían venido a sustituir al judío en la renacida Inquisición Española. Se elaboraban listas de afectos a la Masonería que incluían a liberales y constitucionalistas, no necesariamente masones. Comenzaba así una época de clandestinidad que sólo cesaría durante el paréntesis liberal (1820-23). A la muerte de Fernando VII, la persecución se relajó, aunque siguió estando prohibida, y sólo a partir de la Revolución de 1868 podrá desarrollarse libremente.

A partir de ese momento, la actividad de la Masonería fue normalizándose hasta alcanzar gran predicamento entre muchos prohombres de la Segunda República, para luego ser perseguida de nuevo por el franquismo. Fue legalizada en España en 1979.

Existen, diseminados por el paisaje madrileño, símbolos masones que a menudo pasan desapercibidos. Muy cerca del barrio encontramos un sitio que han hecho suyo, el Templo de Debod, pues los masones adoptaron los símbolos del antiguo Egipto como parte de su cultura ritual. Algunos lugares donde se pueden encontrar compases cruzados, mazas u otros símbolos masones son la Capilla de la Bolsa (hoy un restaurante), que fue lugar de reunión de una logia; San Antonio de la Florida; el Ateneo o el anfiteatro del Parque Enrique Tierno Galván.

Para saber más:



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