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La farmacia de barrio en tiempos de Covid-19

Aroa y María atienden tras las pantallas recientemente instaladas en la Farmacia Malasaña

Luis de la Cruz

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Los aplausos de las ocho también van por los farmacéuticos y farmacéuticas. Nodos esenciales de la vida en el barrio y espacio de encuentro de los  mayores y personas vulnerables del vecindario, la actual crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la importancia de su labor. Con los Centro de Atención Primaria saturados y, algunos, cerrados, la farmacia es el primer punto de contacto con el sistema sanitario para mucha gente.

Según datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España publicados en Portalfarma.com, el pasado 7 de abril había aumentado un 66% el número de profesionales farmacéuticos infectados, 65 farmacias permanecían cerradas en España (23 de ellas en Madrid), había 459 farmaceúticos ingresados y habían muerto ya 9. Trabajar en una farmacia es, sin duda, una profesión de riesgo en estos momentos.

Hemos hablado con María, una de las farmacéuticas del barrio, encargada de la Farmacia Malasaña, veterano establecimiento de la Plaza de San Ildefonso anteriormente llamado Farmacia Puerto. Pese a ser la segunda botica más antigua de Madrid y, a buen seguro, haber vivido otras epidemias en sus vidas pasadas, la crisis del COVID – 19 ha sacudido la normalidad de sus farmacéuticas, colocándolas en un punto central y de primera importancia sanitaria en el barrio.

— Hola María, ¿cómo estáis llevando las trabajadoras de farmacias la situación, a nivel personal y emocional?, ¿cómo ha cambiado vuestro trabajo?

A nivel personal, teníamos mucho desconocimiento cuando esto empezó. Nadie, ni el Colegio de Farmaceúticos ni Sanidad, nos daba directrices, no nos enseñaron cómo llevar esta situación. Creo que ni ellos mismos sabían cómo actuar. Del desconocimiento pasamos al miedo — al principio no nos lo acabábamos de creer— y del miedo llegamos al estrés, sobre todo porque cuando ya se declaró la alerta sanitaria hubo un caos tremendo.

En la farmacia tuvimos que adaptarnos muy rápidamente, a nivel práctico hemos tenido que enfrentar la situación: en nuestro vestuario (llevar guantes y mascarilla), hemos puesto mamparas de protección en los mostradores, desinfectamos continuamente, mantenemos la distancia, por supuesto...

—Un tema clave está siendo el de las mascarillas y guantes...

No teníamos suficientes mascarillas y guantes para cubrir toda la demanda y la protección del barrio. Los proveedores subieron mucho los precios y nos tuvimos que adaptar. Tuvimos la duda, ¿lo ponemos a precio de coste? Pero el precio de coste ya era tres veces mayor de lo habitual, regalarlos no podemos, no somos la sanidad pública...Hicimos lo que pudimos hasta que se agotaron. Parece que ya empieza a llegar otra vez material pero todo es desde proveedores particulares, el material que llega desde el Colegio de Farmacéuticos desde los almacenes de distribución es para nuestro uso y al público llega muy poquito, ojalá pueda llegar más.

Todavía estamos en el punto en el que no sabemos si se va a repartir desde Sanidad material a la población y  si se hará en las farmacias o no. Lo único que sabemos en este momento es que el lunes llegarán mascarillas, aunque parece que con cuentagotas.

—?Qué situaciones no habituales estáis viendo estos días?

Estamos teniendo que explicar a la gente la situación lo mejor que podemos y desde el Colegio nos dieron unas pautas para poder cambiar el horario. Nosotros abrimos hasta las 21.30 (12 h.) pero se nos dijo que podemos dispensar con la verja bajada desde las 19 h. porque parece ser que han aumentado los robos a farmacias.

—¿Hay grupos para los que la situación es especialmente complicada?

Los mayores son el grupo que lo tienen más complicado. No pueden salir, aunque a muchos les cuesta entender que es peligroso y por mucho que les decimos que les llevamos nosotros la medicación a casa quieren salir. Hay que tener en cuenta que muchas veces son personas polimedicadas, a menudo viven solos y las personas que les cuidaban ya no pueden ir a sus casas, así que estamos muy pendientes y les llamamos constantemente. A veces vienen sus vecinos a la farmacia para ayudarlos con sus compras.

—Habéis notado alguna evolución en la cuarentena desde la farmacia el tiempo que llevamos?

La gente se adapta al final...por lo demás, no hay más evolución que esa.

—¿Queréis mandar algún mensaje al barrio?

Todos nos hemos sorprendido de cómo lo hemos llevado y desde la farmacia queremos lanzar un mensaje de ánimo y decir que se puede aguantar más para parar la infección. Y devolver las gracias, recibimos agradecimientos de la gente del barrio por nuestra labor cada día.

OTRAS FARMACIAS FUERA DEL CENTRO DE MADRID



Hemos querido también contactar con la realidad de otras farmacias fuera del centro de Madrid. Hablamos con Carlos Berberana, farmacéutico de un establecimiento de Getafe, que comparte en la charla muchas de las apreciaciones que nos trasladaba María y las mismas sensaciones (incertidumbre, miedo, estrés). "Miedo por nosotros y por nuestros clientes, nosotros podemos ser también un vector de contagio, muchos de nuestros clientes son población de riesgo". Nos cuenta también la angustia que produce pensar en llevar cada día, potencialmente, el contagio a su casa y a su familia y cómo sus clientes de toda la vida —gente mayor— le piden temerosos de salir a la calle que les lleve los medicamentos a casa, que es lo en lo que ocupan hoy gran parte del día. También la angustia de saber que algunos clientes habituales de la farmacia están ingresados y el martilleo psicológico que supone que el teléfono suene contantemente con la misma pregunta: "¿Tiene mascarillas y guantes?", y siempre la misma respuesta: no. A pesar de todo, nos cuenta, suceden cosas bonitas, como cuando un cliente les llevó guantes a ellos porque apenas les quedaban para atender, "¡el mundo al revés!" A este respecto, la experiencia de coordinación de las farmacias de Getafe a través de Whatssupp es ejemplar y están tratando de unir fuerzas para comprar una partida grande de mascarillas y poder venderlas a precios razonables.



También duele lo que el estado de alarma sanitaria se lleva en otros aspectos de la salud pública. La báscula se ha retirado y han dejado de tomar la tensión  en aras de minimizar al máximo los contactos, sin embargo, recuerda que "una vez cada dos semanas solía mandar a alguien al ambulatotorio con la tensión disparada, al borde del infarto, pero ahora muchos centros de salud están cerrados y por el contacto que requiere ya no se toma la tensión".



"En cuanto a clase social, Getafe es un sitio con mucho obrero y obrero jubilado y hay una incidencia de clase en esta crisis. También la gente más mayor con menor capital cultural está sufriendo. Yo tengo pacientes aun que no pudieron aprender a leer y en esta gente están haciendo muchísimo daño los bulos y vídeos que circulan por whatssupp, mucha gente mayor se los cree". La farmacia, en estas circunstancias, está creciendo en importancia relativa en el barrio y está llevando productos de primera necesidad que habitualmente no vendía como pastillas de jabón, gel de afeitar o compresas.



Nos cuenta Carlos que echa de menos que se nombre a los farmacéuticos cuando se cita en los medios a los profesionales sanitarios, a pesar de la gran incidencia de contagio que están teniendo. Hagámosele caso, ¡acordémonos de ellos!
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