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Iñaki Domínguez: “La única ideología del moderneo actual es la búsqueda de estatus, distinción y reconocimiento”

hipsters

Luis de la Cruz

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Sociología del moderneo

Iñaki Domínguez es filósofo, doctor en antropología y –ahora- ensayista de moda. En Sociología del moderneo

(Melusina, 2017) pone el acento en los códigos culturales que conforman eso que hoy llamamos hipsterismo.

El libro transita sin complejos por el análisis más ortodoxo de las ciencias sociales,  la referencia de la cultura popular y hasta por la anécdota vital. Iñaki se muestra abiertamente como alguien que ha visto de cerca el moderneo y demuestra mirada de fino entomólogo. Ha estado acodado en una barra de bar antes que aporreando el teclado y ha asistido perplejo a los ritos sociales nocturnos de un par de décadas para destilarlos y caracterizar lo que define como una subcultura: la del moderneo, hoy asimilable al hipsterismo.

Sociología… pone en conceptos percepciones extendidas, como las de asistir a una época de centralidad del consumo o a la era cultural del pastiche, y lo hace suavizando los manuales de antropología o filosofía con figuras atractivas como Jerry Rubin, Brianda Fitz-James Stuart, Ramón Gómez de la Serna (el primer hípster, citando a Somos Malasaña) o la instamgramer que hizo de sus preferencias de ocio (comprar) su forma de vida.

Hemos pasado algunas preguntas a Iñaki Domínguez para profundizar en la cultura hípster y su particular redención a través del consumo.

SOMOS MALASAÑA - Lo primero, Iñaki, a tenor del control que demuestras sobre el tema, en esto del moderneo ¿has sido infiltrado o converso?

IÑAKI DOMÍNGUEZ - Digamos que he sido infiltrado. Siempre fui una persona de mucho salir y me ha tocado moverme entre modernos desde los 14 años. Sin embargo, nunca me sentí plenamente integrado entre ellos. Digamos que nos mirábamos con mutuo recelo. Quizás intuían mi enfoque analítico, aquél que me ha servido para escribir este libro y que es contrario a los intereses de cualquier moderno.

-Hay un capítulo en Sociología del moderneo dedicado a Malasaña y, luego, el barrio sigue apareciendo constantemente. Más allá de lo obvio, cuéntanos un poco sobre esta identificación.

Malasaña siempre ha sido el barrio de los alternativos y su vinculación al moderneo data por lo menos de 1979, cuando abrió La Vía Láctea (cuna de la Movida). Lo que pasa es que con la muerte del Mercado de Fuencarral y el fin de la escena Rave se ha convertido en el barrio del moderneo (ahora hípster). Malasaña es una marca, como cualquier otra, e irradia prestigio simbólico dentro del marco del moderneo. La gentrificación de la zona está ligada a ese prestigio: si quieres ser hípster es muy recomendable que vivas en Malasaña. Viviendo en el barrio uno se adueña de los valores de marca vinculados a Malasaña. Esta demanda de prestigio simbólico encarece el precio de la vivienda.

-En las páginas del libro aparecen nombres de locales de ocio muy concretos de Malasaña o el centro de Madrid (El Perro de la parte de atrás del coche, Zombi Bar, el Wurli o el desaparecido Mercado de Fuencarral). En general, te refieres a ambientes muy reconocibles del moderno no ya madrileño, sino malasañero ¿No te da miedo que se lea en clave demasiado madrileñocentrista?el Wurlimadrileñocentrista

No me da ningún miedo, la verdad. El moderneo más “cosmopolita” en España se encuentra en Madrid y Barcelona. Creí que mis experiencias personales aportarían una justificación empírica y un toque de humor a mis elucubraciones teóricas; y mis experiencias son ante todo madrileñas. Por otra parte, había leído no hacía mucho el libro de Pau Malvido, Nosotros los malditos (2004), sobre los modernos de Barcelona durante los sesenta y setenta. Lo disfruté mucho a pesar de desconocer los lugares de los que habla. ¿Por qué no iba a leer un catalán mis referencias madrileñas con el mismo interés?

-Me ha parecido muy curiosa la apreciación de que la estructura de bares pequeños, en los que el baile desaforado no era central, fue idónea para acoger al moderneo que germinó entorno al mercado de Fuencarral en los 90 (narcisista, de consumo y dejarse ver), más que la cultura de discoteca, ligada a un aire de grupo heredero de lo rave…

Los fenómenos culturales van mutando. La escena Rave tuvo mucho impacto entre los jóvenes españoles que reorientaron sus actitudes y consumos en nuevas direcciones. Cuando esa escena sucumbió muchas inquietudes asociadas a ella pervivieron. El consumo de las llamadas drogas de diseño, por ejemplo, siguió operativo sólo que sus usos eran ahora algo más utilitarios. Lo curioso es que mucha gente que participó de la escena Rave está presente en el ámbito hípster; ambos mundos se solapan hasta cierto punto. Un colega me comentaba cómo se metió en un local de Malasaña donde sonaban los Planetas y le sorprendió ver a toda la peña puesta de MDMA y pastis (desencajados, abrazándose, bailando, etc). Ahí tenemos un claro residuo cultural del fiesteo noventero.

-Dices en algún lado que el hipsterismo español está más desconectado que el anglo de valores sociales (veganismo, derechos civiles, etc) ¿Es conservador entonces el hípster patrio? Si es así, ¿no fricciona la teoría con los altos porcentajes de voto carmenista en barrios como Malasaña o Lavapiés?angloaltos porcentajes de voto carmenista

En países anglosajones, donde todo es tan enorme (centros comerciales, tiendas, cines, etc) el elemento contestatario de lo hípster, vinculado al pequeño comercio, etc, es más evidente. Sin embargo, lo que en EE UU parece una reducción y una forma más comedida y sostenible de consumir, en España, un país más vinculado a la industria agraria y al comercio a menor escala, lo hípster se convierte más en un potenciador del consumo. Lo que en EE UU es una reducción en España es una potenciación. Una vez trabajé con un artista hippy que exponía en Madrid y se quejaba todo el rato de lo pequeñas que eran las tiendas en Madrid (¡y el tío vendía un rollo artístico anticorporativo!).

Por otra parte, yo no digo que los hípsters sean de derechas, yo digo que el moderneo actual trasciende la ideología. La única ideología del moderneo actual es la búsqueda de estatus, distinción y reconocimiento. Se trata de un fenómeno eminentemente nihilista.

En cuanto a Carmena y su imagen pública, creo que se nutre mucho del pasado, de la época del socialismo de los ochenta en España y del Madrid de Tierno Galván (de hecho, ella pertenece a esa época). Se vende que el Madrid de Carmena es de algún modo el Madrid de Tierno Galván: un Madrid creativo, festivo, abierto. Y todos sabemos que el rollo retro es uno de los rasgos distintivos del hipsterismo actual. Muchos votan a Carmena casi más por estética que por razones políticas.

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-Perdona de antemano que simplifique aquí. El relato que atraviesa el libro dibuja un moderno consumista, hedonista, superficial, individualista…En realidad parecen valores presentes en toda la sociedad neoliberal ¿no?

Sí. Lo que digo en el libro es que el moderneo es en realidad un fenómeno tribal (tribalismo globalizado), en el que las diferencias entre el moderno y el resto de la sociedad son realmente superficiales. El moderno hace uso de constelaciones identitarias (rasgos de imagen, referencias culturales, culinarias, etc) para consumir una identidad estandarizada. Sin embargo, en el fondo no es más que un producto de su tiempo. Digamos que por su carácter excesivo el moderneo ilustra bien los rasgos de la sociedad más amplia a la que pertenece.

-En el libro tiras de erudición académica. Por ejemplo, para analizar el hecho de que muchos hípsters sean de provincias te remontas a Turner (y el moderneo como rito de paso), a Foucault (el hipsterismo como narativa) y hasta hablas de procesos dialécticos… estás teorías tan sofisticadas, las has elaborado en alguna barra de bar ¿verdad? No, en serio, qué encaje crees tiene el análisis de las ciencias sociales en este mundo materialista que describes.

Creo que las ciencias sociales son una herramienta para comprender la realidad. ¿Por qué no aplicarlas a los fenómenos con los que lidiamos a diario? Siempre me han fascinado las leyendas urbanas y los mitos de la gran ciudad, de cada barrio, las figuras representativas de las que te hablaban tus mayores.

Básicamente el folclore urbano: el primer DJ del Specka, los neonazis del antiguo Jumbo en Pío XII, etc. Creo que merece la pena registrar estos fenómenos de cultura urbana e integrarlos en más amplios fenómenos sociales.

Sin embargo, quiero dejar claro que mi libro no es una sociología técnica. Representa una sociología narrativa, filosófica, autobiográfica y satírica. El humor está muy presente en el texto.

-Sin embargo, la referencia intelectual que se me antoja crucial en el relato es Bourdieu, a propósito de su teoría de la distinción y la acaparación de capital cultural para intentar ascender en la cadena social. Un poco como Hípsters, indies… de Lenore y otros libros que triunfan en La Central ¿Qué necesita comprar/aprender un hijo de currantes hoy para pasar por moderno de clase media?Hípsters, indies… de Lenore

El libro de Lenore tiene una lectura mucho más política que el mío y la perspectiva de ambos libros es bastante diferente. Sin embargo, la idea del prestigio vinculado al capital simbólico permea ambos textos. El camuflaje del que hablo en el libro lo proporcionan las constelaciones identitarias: combinaciones de elementos que proyectan una identidad. Pensemos en la ropa. Un tipo con barbaza, una fixie, tatuajes en las manos y gorrito con pompón proyecta una identidad hípster. Las constelaciones son herramientas del mercado para fijar y vender identidades. Si adopta dichas constelaciones estandarizadas, se verá confundido con un hípster de clase media.

-Me interesa especialmente la idea de que el hipsterismo es una cultura pseudojuvenil protagonizada por gente en la edad madura ¿Están los jóvenes fuera por sus condiciones materiales precarias o por mera cuestión de intereses culturales?

Es curioso que casi no se ven los menores de veinte años por las calles. Cuando yo tenía 16 años estaba todo el día en la calle. Quizás ahora están viendo pelis porno y snuff movies en su habitación. No lo sé. Pero, bromas aparte, no veo que el hipsterismo actual sea un producto consumido por los menores de 25 años, probablemente porque exige cierto nivel económico al que un adolescente no puede aspirar. Y, además, no todo el mundo puede llevar esas barbas tan enormes. Hay que tener mucho pelo y muchos años para lograrlo.

-Para acabar te voy a hacer una pregunta de celebrity moderna: dime un par de sitios de Malasaña que sean hoy modernos… y un par de sitios que sean anti-modernos, si los hay.celebrity

Un sitio en Malasaña que me causaba urticaria por su rollo moderno pero que ahora me gusta es La Realidad, en la Corredera Baja de San Pablo. Me gusta especialmente en verano porque está medio vacío. Otro bar de modernos que representa muy bien el uso de constelaciones identitarias es el Verbena Bar en la calle Velarde (antiguo santuario de alternativos noventeros). La estética de las personas que van a dicho bar son casi caricaturescas, es como un cómic de Moderna de Pueblo en vivo.

¿Bares antimodernos? Hace no mucho cerró el bar Jandro, también en la Corredera, frecuentado por gente que tenían toda la pinta de ser de la “Fiesta Antigua”. Modernos de los noventa que con los años se habían quedado anticuados. Otro bar antimoderno que me gusta mucho es el B13, en Ballesta nª 13. Un bareto clásico de punkis y minis de kalimotxo.

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