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Fabricando para palacio, las Reales Fábricas que hubo en Malasaña

Sala Capitular Convento Comendadoras de Santiago. Fototeca Patrimonio Histórico. Mº Cultura | https://artedemadrid.wordpress.com

Luis de la Cruz

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Como en anteriores ocasiones, Mercedes Gómez, capitana del blog Arte en Madrid, nos ha regalado un interesante artículo en el que nos da a conocer un pasaje poco conocido de nuestro barrio. En este caso trae recuerdos detallados de la Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid, que estuvo situada en la Plaza de San Juan la Nueva, hoy desaparecida, y que se situaba entre las calles de Limón, del Cristo, Amaniel y la actual calle de Monserrat.

La Real Fábrica fue creada en 1786 bajo el reinado de Carlos III. El papel pintado, que habría de cubrir las salas de los distintos palacios reales, había sido importado hasta la fecha, y ahora, como sucede con otras manufacturas suntuarias, comienza a producirse aquí bajo el impulso de maestros extranjeros. Jean Baptiste Giroud de Villete y su hermano Pierre comienza con la Real Fábrica, en la que intervienen pintores, grabadores, impresores, químicos o coloristas.

Andando los años –y habiendo pasado por allí diferentes directores- llegaría, en 1848, otro director de origen francés y apellido bien conocido por nosotros hoy, Casimiro Mahou. En 1856 la fábrica se trasladó a unos terrenos extramuros, pasando a conocerse como Fábrica de las Maravillas. Sin embargo, en 1859 Casimiro Mahou abrió en el inmueble de la Plazuela del Limón (ahora ya se llamaba así) una fábrica de pinturas y barnices llamada El Arcoiris. En 1870 se derribó el caserón y empezó a construirse el edificio de ladrillo donde habría de nacer la popular cerveza Mahou, y que es hoy el Museo ABC de Ilustración y Pintura.

El papel pintado tiene un carácter efímero, por lo que son pocos los originales salidos de la fábrica que conocemos de primera mano. Algunos de los ejemplos que aún se conservan están justo en frente de donde fueron creados, en el Convento de las Comendadoras de Santiago.

Más Reales Fábricas

En aquel Madrid, que aún sería por muchos años más industrioso que industrial, la presencia de la Corte determinó el peso de las industrias suntuarias, destinadas a satisfacer la demanda de las élites y, sobre todo, de la propia Corona. Muchas de las Reales Fábricas surgidas en el siglo XVIII, bajo el impulso o el patrocinio de la monarquía borbónica, obedecen a esta gula suntuaria (porcelanas, tapices, relojes…). Conviene advertir, además, que la palabra fábrica se utilizó en la España del momento muchas veces para referirse a la realización de productos manufacturados, aún más cercanos al oficio que a la industria contemporánea.

Todavía queda en pie el edificio que albergó la Real Fábrica de Ceras en la calle la Palma (o al menos su fachada neoclásica, en el número 10 de la calle). Fue establecida por Carlos III en 1788 y su existencia da idea de ¡la cantidad de habitaciones que había que iluminar en los reales sitios! Los usos del edificio han sido muchos desde entonces y, recientemente, se ha utilizado para albergar alguna feria comercial.

En 1756 los hermanos Felipe y Pedro Charost, relojeros de origen francés, presentaron al rey Fernando VI un reloj astronómico para uso de la Marina y la Artillería. Posteriormente establecieron una Escuela de Relojería de Real protección, que estuvo primero en la calle de Fuencarral (1771) y luego en la de Barquillo (1783). Vinculada a la escuela estuvo la Real Fábrica de Relojería, que estuvo en la calle de Fuencarral entre los años 1788 y 1793.

Aunque no propiamente en el barrio, a sus orillas encontramos otras Reales Fábricas. En realidad, lo normal es que estos establecimientos se ubicaran anejos a la ciudad propiamente dicha. Como veremos, las cercanías del Salón del Prado también constituyeron un área de influencia real en tiempos de los borbones.

La más importante y la primera de ellas fue la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, junto a la puerta del mismo nombre en lo que hoy conocemos como Alonso Martínez, que entonces quedaba puertas a fuera de Madrid. Fue fundada por Felipe V en 1720 y dirigida por Jacobo Vandergoten y varias generaciones de descendientes suyos, originarios de Amberes. Es allí donde, por ejemplo, ejerció Francisco de Goya como pintor de cartones para los tapices de la Real Fábrica.

En la calle Barquillo estuvo también la Real Fábrica de Cerveza y en la de las Infantas la famosa Real Escuela de Platería de Martínez, que antes había pasado por la calle de Alcalá (esquina con Barquillo, en lo que hoy es el Instituto Cervantes) y que acabaría en un imponente edificio del Salón del Prado, en 1792.

En el Museo de Historia de Madrid, en la calle de Fuencarral, se pueden contemplar buenos ejemplos de los primorosos productos salidos de las Reales Fábricas de inspiración mercantilista. Sin salir del barrio.

*Leer La Real Fábrica de Papeles Pintados de Madrid, en Arte en Madrid

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