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Nuevo ciclo en Euskadi, viejos pactos de gobernabilidad

Pello Otxandiano, votando este domingo

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La coalición liderada por Arnaldo Otegi, EH Bildu, no parece tener techo electoral. Pero el tsunami soberanista que se ha vivido esta noche en Euskadi no hace morder el polvo al PNV, que ha ganado en votos y porcentaje con claridad.

El yin y el yan de nuevo en la vida política vasca: un PNV ganador que volverá a poner a su candidato en Ajuria Enea (la sede de la Presidencia vasca), en este caso, Imanol Pradales, al grito de “ari ari ari, Imanol lehendakari”. En la otra cara de la moneda, un EH Bildu eufórico antes incluso de que comenzaran a conocerse los datos reales de escrutinio y el subidón que se les venía encima. Pero, pese a esos magníficos resultados –uniformes en los tres territorios, ganando en Álava por primera vez y en Gipuzkoa (40% del voto), se muestra incapaz de armar mayorías políticas alternativas a la coalición PNV-PSE-EE. Una coalición que aguanta sobre todo gracias a los socialistas vascos de Eneko Andueza, que han logrado dos escaños más y su mejor resultado desde 2012. “Un Gobierno plural liderado por el PNV”, ha dicho Ortuzar en sus primeras declaraciones.

A los de Otegi les ha pasado como a los comunistas de Enrico Berlinguer en 1976, cuando en las elecciones generales italianas parecía que iban a dar el sorpasso a la Democracia Cristiana de De Gasperi, que llevaba gobernando Italia desde la Segunda Guerra Mundial. Ahí nació el término sorpaso, que finalmente no se produjo. En Euskadi, la coalición soberanista ha empatado a escaños (27) con el PNV, pero no le ha sorpasado en porcentaje de votos ni en papeletas. 

El PNV había ganado en votos en todas las elecciones autonómicas vascas que se habían celebrado hasta la fecha. Todas. Y esta noche los peneuvistas, con su renovado y accidentado candidato, Imanol Pradales, lo ha vuelto a hacer. En la pugna por la hegemonía en el mundo nacionalista, es el PNV el partido que ha logrado imponerse en la ‘foto finish’ de la noche. 

La gobernabilidad no ha estado en cuestión en ningún momento en Euskadi en estos comicios: tanto el PNV como el PSE-EE habían puesto en valor una entente que da estabilidad a los gobiernos de las principales instituciones (Ejecutivo vasco, los gobiernos forales de los tres territorios y las capitales y principales municipios de la comunidad autónoma) desde hace dos legislaturas.

Satisfacción de Andueza 

Pero sí era importante conocer si ambos partidos podrían renovar la mayoría absoluta (38 escaños) de la que han disfrutado en los últimos años. Y son los de Eneko Andueza los que han asegurado esa mayoría. “El mejor resultado posible”, abundaban los socialistas vascos

EH Bildu ha llegado al final del escrutinio con una fuerza que más parece un tsunami político que otra cosa. Desde los 21 escaños de hace cuatro ha pasado a los 27. Claro que su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, va a tener difícil sacar la gabarra como apuntó en campaña Otegi usando el símil de la celebración de la hinchada rojiblanca, que salió de manera multitudinaria a las calles vizcaína (más de un millón de personas) tras ganar en Sevilla –en plena campaña electoral– la Copa del Rey. E imposible gobernar. Los de Otegi no tienen prisa, pero saben que mientras no avancen en materia de condena del terrorismo y de reconocimiento del daño injusto causado no será posible arrancar un gobierno diferente en el País Vasco.

La coalición soberanista no parece tener techo electoral, pero se muestra incapaz de convertir ese chorro de votos en gobiernos soberanistas de izquierdas en la principales instituciones vascas.

Patrón de la Gabarra de Ajuria Enea

El líder del PNV, Andoni Ortuzar, cerró la campaña electoral más competida de los últimos años admitiendo algo que el máximo dirigente de EH Bildu, Arnaldo Otegi, venía meses subrayando: se ha abierto “un nuevo ciclo político” en Euskadi. Ortuzar precisaba que ese “nuevo ciclo para este país” se iba a abrir “de la mano del PNV” y que el patrón para conducir la ‘gabarra’ de Ajuria Enea era su candidato a lehendakari, Imanol Pradales.

La victoria in extremis del PNV da un respiro a la actual generación de dirigentes, liderada por Ortuzar. Los de Andoni Ortuzar se dejaron 86.000 votos en las elecciones municipales y forales de mayo de 2023 y la sangría electoral se elevó hasta los 103.000 sufragios en los comicios generales del 23 de julio pasado, elecciones que en Euskadi ganaron de calle los socialistas vascos (algo que ya había ocurrido en 2008 con José Luis Rodríguez Zapatero y en 1993 con Felipe González). 

Pero la preocupación real para estas elecciones era ver hasta dónde podía llegar el tsunami soberanista de la coalición que lleva en su seno a Sortu, el partido heredero de la izquierda abertzale que nunca condenó la violencia terrorista de ETA. Los de Arnaldo Otegi se quedaban en julio pasado a apenas 1.114 votos de los de Ortuzar en las elecciones generales. El PNV ha superado ese examen y su distancia es de casi 30.000 votos (con el 99% del voto escrutado).

Pradales ha funcionado

La operación de riesgo pilotada desde Sabin Etxea, sede del PNV, que descabalgó de manera accidentada como candidato a su lehendakari durante las últimas legislaturas, Íñigo Urkullu, en favor de Pradales, ha funcionado. De momento.

Ortuzar decidió abrir las puertas a una nueva generación, liderada por Pradales, tras arrojar al cubo de la historia al que ha sido lehendakari durante los 12 últimos años, Íñigo Urkullu. Una decisión que generó un profundo desconcierto interno.

Parlamento intensamente nacionalista

Una de las novedades de los resultados de este domingo ya se conocía antes incluso de que se abrieran las urnas. El nuevo Parlamento vasco resultante de estos comicios es intensamente nacionalista/soberanista: se ha pasado de los 52 diputados nacionalistas (31 del PNV y 21 de EH Bildu) a los 54 de esta noche (27 PNV y 27 EH Bildu)

El fantasma de la abstención y de la no activación de los diferentes electorales se ha ahuyentado. Ahora falta contabilizar los 8.219 del voto CERA, que no se conocerán hasta el viernes 26 de abril.

Los populares vascos, comandados por su líder y candidato a lehendakari, Javier de Andrés, no se han merendado a Vox. Santiago Abascal –que nació en Amurrio, una localidad alavesa– logra retener el escaño de su candidata, Amaia Martínez. Los populares suben, pero sus siete diputados no van a condicionar nada en Euskadi.

Imanol Pradales estaba eufórico en Sabin Etxea pasadas las 22 horas de la noche. Y no por su cumpleaños. Lo tenía, la Lehendakaritza estaba garantizada y su destino es Ajuria Enea. Podía haber sonado tranquilamente ese tema de Roy Orbison You Got It en la sede peneuvista, pero a Pradales le gusta más el remo, que la música.

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