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El Teatro Lara cumple 140 años

Teatro Lara, Corredera Baja de San Pablo nº 15.

Somos Malasaña

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Hace un lustro, cuando cumplió 135 años, la Fundación Lara publicó un libro con la historia de este teatro nacido en 1880. Cinco años después se podría haber reeditado con un añadido que contara cómo este dinosaurio sobrelleva la pandemia; nada mal, dentro de lo que cabe. Entre 1983 y 1995 las tablas de La Bombonera de don Cándido, sobrenombre por el que también se le conoce, corrieron serio peligro y pasaron mucho tiempo cerradas al público, pero desde entonces su trayectoria transcurre firme, incluso a prueba de inesperados virus.

Siendo uno de los primeros teatros de Madrid en recobrar su actividad tras el confinamiento obligado por la Covid-19, algo que sucedió el 9 de julio, desde entonces han sido 10.000 los espectadores que han pasado por alguna de sus dos salas, ganando incluso en este período 300 nuevos abonados.

El Lara acaba de celebrar, el pasado día 3, su 140 aniversario y es un lozano anciano que puede presumir de haber acogido sonados estrenos desde hace más de un siglo, como fueron los de Los intereses creados (1907), del Nobel de Literatura Jacinto Benavente; y El amor brujo (1915), con la inmortal música de Manuel de Falla (1915). Cabe recordar que los hermanos Álvarez Quintero tuvieron relación con él durante medio siglo y que, entre los actores que han pisado con más ahínco su escenario encontramos nombres como los de Pepe Isbert, Rafael Rivelles, Manuel Dicenta, Mary Carrillo y Julia Gutiérrez Caba, entre muchos otros.

Entre sus más recientes éxitos, destacan obras como Burundanga o La Llamada, que han pasado años en cartel.

(Pincha dos veces sobre las imágenes para verlas ampliadas. Fotos: SOMOS MALASAÑA)

CURIOSIDADES Y LEYENDAS DEL LARA



-Entre 1870 y 1890 se construyeron en Madrid 15 teatros parecidos. El Lara fue uno de ellos. En los planos originales de construcción se previó montar un gran café en los bajos del teatro: algo que no llegó a hacerse. Antiguamente también tuvo entrada por la calle San Roque, donde hoy se sitúa una interesante escalera de incendios y donde está habilitada la zona de carga y descarga.



-Poca gente sabe que el teatro Lara tiene dos depósitos de agua, uno en el techo y otro en el suelo. Junto a las claraboyas de su cúpula y el telón de acero, formaban parte de las medidas antiincendios de 1872, de obligado cumplimiento.



-Como todo teatro con solera que se precie, el Lara tiene también su propio fantasma. No han sido pocos los actores que sostienen haber escuchado voces femeninas provenientes de la zona del escenario cuando se han encontrado solos y en completo silencio. Poco o nada se sabe de la identidad de esta ánima en pena.



-Debajo del escenario del Lara hay un pasadizo tapiado que apunta hacia el cercano convento de San Plácido y que podría formar parte de la antiquísima red de túneles por los que se dice que se podía acceder sin ser visto al interior de la institución religiosa.



-Uno de los palcos del Lara, situado en un lateral del escenario, contaba en su día con un acceso directo a los camerinos de los actores. Se dice que fue habilitado para que el rey Alfonso XIII pudiera visitar discretamente a Balbina Valverde, una de las más insignes actrices de la época (y estrella de la obra con la que se estrenó oficialmente el teatro el 3 de septiembre de 1880)



En el año 2010 el Lara cambió las 316 butacas de su patio de butacas, debido al mal estado de las mismas. Las viejas se vendieron a 350€ la unidad. Quienes las adquirían ganaban el derecho de poner una plaquita con su nombre en las nuevas, que se hicieron a semejanza de las originales. El dinero recaudado sirvió para seguir con las reformas del teatro, algo que parece que nunca toca a su fin.



-Para entrar al Lara se atraviesan, ni más ni menos, que tres vestíbulos. En el mayor de ellos se programan obras más pequeñas y alternativas. Es el llamado ‘off’.



-El Lara fue el teatro donde se rodó buena parte de Ay, Carmela, película de Carlos Saura ganadora de 13 Goyas en 1990 y basada en la pieza teatral homónima de Sanchis Sinisterra.