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Historia del 'Teatro de Lara': estrenos sonados, tablas centenarias y entradas a dos pesetas

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Luis de la Cruz

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Tres siglos ha contemplado el Teatro Lara desde sus ojos a pie de calle en la Corredera Baja de San Pablo. Han pasado 135 años desde que Cándido Lara abriera en 1880 un teatro que, pronto, sería conocido, por su recogimiento y forma, como La Bombonera. Hoy el teatro sigue perteneciendo a sus herederos, aunque es gestionado por la Fundación Lara.

Para celebrar su longevidad y buena salud, la Fundación ha editado un volumen conmemorativo llamado, precisamente, El Teatro de Lara. Antonio Castro Jiménez, experto en la historia del teatro madrileño y Cronista de la Villa, es el autor de un libro de esos de gozar apoyados sobre una mesa. Un texto de gran formato, tapas duras y papel digno de sus fotografías a todo color. Casi dos centenares y medio de páginas donde se hace un pormenorizado recorrido por los empresarios del teatro, sus avatares, las funciones históricas, espectadores, dramaturgos o actores que han pasado por unas tablas muy presentes en la sociedad madrileña durante distintos momentos.

[Fotogalería: un paseo por los secretos del Teatro Lara]

El Lara se inauguró en un barrio que era, a finales del XIX, uno muy distinto al actual. Debemos tener en cuenta que la Gran Vía ni siquiera estaba proyectada, las calles eran oscuras y cerca de la zona de la Corredera abundaban las casas de mala nota. Cándido Lara era propietario de los solares que daban a Corredera y a San Roque y decidió ubicar aquí el teatro al que legaría su apellido, pese a advertencias agoreras.

La inauguración fue sonada -“los balcones se veían llenos de apiñada concurrencia”, diría la prensa-, en parte porque acudió la Infanta Isabel, conocida por el pueblo madrileño como La Chata. La entrada costó aquel día dos pesetas (un precio superior a lo que sería habitual en lo sucesivo) y la recaudación iría a parar a la beneficencia del propio barrio de Universidad, en un acto muy típico de quienes hacían méritos para ingresar en los círculos de la alta sociedad.

Durante los primeros años, en el Lara se representaban una treintena de obras cada semana, en una moda que se llamó teatro por obras (se programaban  obras cortas con mucha rotación), lo que hizo que el Lara, entre otros teatros, empleara a gran cantidad de dramaturgos y actores de la época.

Durante la Guerra Civil los teatros fueron estatalizados (es el único periodo en el que el Lara dejó de pertenecer a la familia). En plena guerra tuvieron mucha relevancia las actuaciones de una pareja conocidísima en el momento, con calle hoy en las cercanías del teatro: Loreto Prado y Enrique Chicote.

Entre los grandes hitos del teatro, que relata con detalle el libro, cuentan el estreno de Los intereses creados (1907), de Jacinto Benavente; de El amor brujo, de Falla (1915);  o los de varias de los hermanos Álvarez Quintero (que tuvieron relación con el teatro durante medio siglo). Entre los actores que han pisado con más ahínco esas tablas cuentan Pepe Isbert, Rafael Rivelles, Manuel Dicenta, Mary Carrillo, Julia Gutiérrez Caba.

El marchamo burgués y conservador del teatro se vio removido momentáneamente cuando Adolfo Marsillach fue nombrado director de la compañía. Aunque los resultados en taquilla no fueron del todo satisfactorios, se recuerdan estrenos importantes para el teatro social como El Candil, de Alfonso Sastre (1960). Posteriormente, siguieron representándose propuestas arriesgadas, como el Brecht adaptado por Camilo José Cela, que es la obra que se hacía el día que murió Franco en 1975, u otras. No obstante, la mayor parte de la programación siguió siendo más cercana al teatro popular y alejado de la izquierda política.

A finales de los setenta el teatro no pasaba sus mejores momentos. El año del centenario, en 1980, pasó por allí una muy recordada Lola Herrera con Cinco horas con Mario (Miguel Delibes). El 30 de mayo de 1983 el teatro tuvo que cerrar y mantuvo una actividad irregular hasta que, en 1995, comenzara la actual etapa, en la que ya no ha vuelto a caer el telón.

Asomados a las páginas de El Teatro de Lara es posible dar buenos paseos por los 135 años de vida del teatro y del Madrid literario de distintas épocas. Les invitamos a hacerlo.

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