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El Solar de Grilo celebra sus 10 años como espacio vecinal autogestionado en el punto de mira del Ayuntamiento

Con el paso de los años, el Solar de Grilo se ha convertido en un espacio de encuentro vecinal de primer nivel | SOMOS MALASAÑA

Antonio Pérez

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Al espacio vecinal autogestionado del Solar de Grilo, también conocido como Spa Maravillas o Solar de las Maravillas, se le ha dado por muerto desde la administración en numerosas ocasiones y, si bien parece que con el actual gobierno municipal la amenaza que pende sobre su cabeza desde hace años tiene visos de hacerse efectiva, vecinos y los distintos colectivos que desarrollan diversos proyectos en este trozo de tierra okupado y de titularidad municipal se preparan para celebrar el décimo aniversario del proyecto. Suponemos que por si las moscas, los 10 años de actividades se festejan con algo de adelanto con respecto a la fecha inicial de una aventura que devolvió la vida a un espacio que la mala salud de las arcas municipales hubiera tenido en barbecho todo este tiempo.

En uno de sus primeros actos preelecotales, el hoy alcalde Martínez-Almeida eligió la puerta del Solar de Grilo para lanzar uno de los pilares sobre los que edificó su carrera hacia la alcaldía: su discurso anti okupación. En aquella comparecencia ante los medios de comunicación Almeida omitió deliberadamente muchos detalles sobre el Solar, equiparó distintas formas de okupación que nada tienen que ver y culpó a Manuela Carmena de una medalla que debió lucir en la solapa de muchos de sus compañeros del PP, dado que fue bajo el mandato de aquellos que floreció este jardín vecinal ante el incumplimiento de promesas electorales y la ausencia efectiva de planes para este espacio por parte de sucesivos gobiernos municipales.

Desde que en el año 2002 el Ayuntamiento expropiara (por medio millón de euros) el terreno en el que se alzaba la conocida como Casa de la Parra, demolida en 2004, pasaron 7 años más sin que este espacio tuviera actividad. Primero se prometió en él la construcción de un ambulatorio; luego, un centro cultural que jamás llegó a ejecutarse -promesa firme desde 2008-. También se especuló con que se edificaría un centro para mayores que acabó abriendo en la calle Dos Amigos y, mientras tanto, el solar se convirtió en un vertedero de residuos y así se llegó a principios de 2009, cuando en este espacio se instaló un asentamiento de personas que tenían relación con el consumo y el menudeo de estupefacientes que se daba en la zona, una situación denunciada por la asociación ciudadana ACIBU y que generó problemas de inseguridad e insalubridad en el vecindario.

Ante tal situación, tanto ACIBU como los grupos municipales de PSOE e IU trataron de que la Junta de Centro aprobara una propuesta de cesión del solar a los vecinos y su adecuación como espacio deportivo mientras no hubiera suficiente dinero para construir el previsto centro cultural. La propuesta fue desestimada el 30 de marzo de 2009 en la Junta Municipal del Distrito Centro, en sesión ordinaria, con los votos en contra del Partido Popular.

Sin embargo, el entonces concejal presidente del distrito, José Enrique Núñez (PP) era partidario de darle un uso social al espacio de Grilo, aun sin invertir dinero en su adecuación, y se mostró abierto a cederlo a un grupo de personas que presentaran un proyecto socio-cultural a desarrollar en él. Núñez esperaba que el citado proyecto llegara a su concejalía avalado por ACIBU, la asociación vecinal más representativa de la zona. En otros lugares de la ciudad, como Lavapiés, iniciativas similares de uso vecinal en solares urbanos abandonados habían generado proyectos tan interesantes como el de ‘Esta es una plaza’.

Ante el incumplimiento de promesas políticas, okupación

Ante el incumplimiento de promesas políticas, okupación

El Ayuntamiento no consiguió desmantelar el asentamiento que se formó en Grilo, orden judicial mediante, hasta el mes de mayo de 2010 y a finales de junio de ese año varios colectivos vinculados al entonces dinámico Patio Maravillas, con sede en la calle del Pez, decidieron no esperar más, okupar el espacio, limpiarlo y abrirlo al barrio. Desde el mismo momento de la okupación al Solar se le empezó a dar uso de huerto urbano, pero pronto se abrió al vecindario el debate sobre qué otros usos quería la gente que tuviera.

A la cosa se le empezó a dar forma en encuentros como el que se celebró en octubre de 2010. El trabajo que había por delante era ingente, sobre todo en lo referente a la adecuación de un espacio que, por aquel entonces, era un auténtico vertedero. Inevitablemente se gestó a fuego lento y necesitó de muchas jornadas de trabajo comunitario en las que se pedía ayuda a todos los vecinos para adecentar el lugar.

Pero el trabajo dio sus frutos y, a medida que el espacio lucía mejor, más colectivos se animaban a sumar al proyecto que se estaba creando en torno a este trozo físico de tierra. También la movilización social que se produjo en la ciudad a raíz del movimiento del 15-M, en 2011, nutriría de energía al solar con sangre e ideas nuevas, al tiempo que el grupo primigenio de personas que okuparon el espacio se diluía, dejando la gestión del Solar en manos de vecinos de la zona, okupas del propio espacio público que había en su barrio y con el que el ayuntamiento no hacía nada. Del cerca de centenar de personas que participaron en su día en la okupación de Grilo 8 sólo un par siguen hoy con una relación estrecha con el espacio, apunta Ramón D, una de ellas.

El 26 de mayo de 2013 se inauguró con una fiesta vecinal un Mercado Agroecológico y la nueva cara del Solar, que comenzaba así una etapa más madura. Silvia Figini, vecina de Malasaña, fue una de las impulsoras de este mercado que todos los sábados reúne en el solar a productores de alimentos ecológicos provenientes de distintos lugares de Madrid y a consumidores. Proveniente de la Asamblea Malasaña del 15-M, Figini buscaba un lugar para su proyecto y lo encontró en Grilo.

“Cuando llegamos al Solar había un huerto, pero el resto del espacio estaba lleno de basura y trastos viejos, que tuvimos que retirar con cientos de horas de trabajo y el alquiler de un gran camión para que se llevara las cosas allí acumuladas. Tardamos meses en adecentarlo y en esa tarea se implicó desde gente que ya estaba en el Solar a vecinos nuevos. Cuando el terreno se arregló más colectivos quisieron usarlo para desarrollar en él sus proyectos. Todo fue un proceso muy coral. Colectivos de arquitectura urbana como Todo por la Praxis y Basurama, y gente del Banco del Tiempo de Malasaña participó en la construcción del mobiliario que hoy tiene el solar; una artista construyó con ayuda de vecinos el banco de azulejos que hay pegado al muro...”

Uno de los colectivos que se incorporó al Solar en esta etapa de madurez del proyecto fue el del cine, que a día de hoy y cientos de películas después sigue activo y con gran fuerza ofreciendo proyecciones gratuitas y debates todos los jueves de los meses de buen tiempo, entre julio y septiembre. Los impulsores del mismo fueron personas que, si bien también venían de la Asamblea de Malasaña del 15-M, se incorporaron de forma individual al Solar, como hicieron tantos otros. Proyectos como el de Tejiendo Malasaña o el del grupo de consumo han tenido su casa en este Solar, que también ha dado cobijo a todo tipo de encuentros solidarios, charlas y debates.

Por su parte, la relación del Solar con las personas que viven en el entorno más cercano al mismo se puede calificar, en general, como buena, según afirma P. Ramos, una vecina cuyo domicilio se encuentra en el edificio que hay frente al Solar y usuaria del mismo. Si bien la okupación de este espacio se pudo ver en un principio con cierto recelo, todo se normalizó.

“Es cierto que a veces molesta el ruido que producen algunas actividades que se realizan en el Solar y que en los pisos altos de alrededor se aprecia más que en el mismo espacio, pero es algo que cuando sucede se puede hablar con ellos y que ocurre dentro de un horario diurno”, indica Ramos.

¿Un centro de salud?

¿Un centro de salud?

A finales de 2014 el Ayuntamiento aún no tenía dinero en sus arcas para hacer nada en el activo Solar de Grilo pero, por aquel entonces, la Comunidad de Madrid solicitó al Consistorio la cesión de este espacio para construir en él un centro de salud y los responsables municipales consideraron que sería una buena salida para un terreno que les quemaba en las manos: el barrio necesitaba un nuevo centro médico y a ellos les iba a salir gratis. De este modo, a comienzos de 2015 se inició un proceso de desalojo del Solar.

La llegada de Ahora Madrid al gobierno de la ciudad, en junio de 2015, frenó, en principio, los planes del centro de salud, si bien esa construcción y el desalojo planeó sobre el Solar durante toda la legislatura y, muy especialmente, desde 2016, cuando el pleno del Ayuntamiento aprobó un informe favorable a la cesión del espacio a la Comunidad. A cambio, Ahora Madrid prometía, sin concretar dónde, reubicar las actividades de los colectivos que ocupaban el solar autogestionado, reconociendo así la labor que se venía realizando en este punto de encuentro vecinal

Ante los planes del Consistorio, hubo contestación popular. Su principal argumento era que el solar también era salud para el barrio y se negaban a que se planteara la dicotomía de solar o centro médico, al tiempo que echaban en cara al Consistorio que no encontrara otra ubicación mejor para el centro médico y a anteriores ayuntamientos, la venta sistemática de edificios y espacios municipales donde perfectamente habría encajado ese centro de salud.

Un dato importante que cabe destacar es que la Comunidad de Madrid nunca ha llegado a presupuestar el supuesto centro de salud que querría construir en Grilo. Esto es, una vez más el ambulatorio, como en 2002, a día de hoy no es más que un deseo, una promesa.

Diez años de autogestión

Diez años de autogestión

El Solar de Grilo, Solar de las Maravillas o Spa Maravillas celebra este sábado 5 de octubre, desde las 11 horas, la fiesta por su décimo aniversario. Tal y como hemos apuntado, llega con algo de adelanto en cuanto a fechas, si bien desde los colectivos que mantienen vivo este espacio de encuentro vecinal, abierto a todo el mundo y lleno de actividades gratuitas, se nos rebate esta afirmación -quizá acertadamente- con el argumento de que si bien hace nueve años de la okupación del espacio el proyecto comenzó a soñarse hace una década, de ahí la celebración. Las propuestas que hacen para festejar tan señalado aniversario contemplan una nueva edición del mercado agroecológico, una comida popular, un campeonato de pimpón, el concierto del grupo La Partida y talleres infantiles, además de otras sorpresas. En cualquier caso, la existencia física de un espacio como el Solar es siempre la mejor de las propuestas para un vecindario falto de espacios verdes y de lugares para el encuentro entre vecinos.

Con esta celebración, el Solar demuestra que, pese a que no soplen vientos administrativos a su favor, piensa seguir remando a contracorriente. Sus usuarios, esos que Martínez-Almeida califica, sin distinciones de ningún tipo, como “personas que quieren vivir a costa de los madrileños, sin pegar un palo al agua, sin oficio ni beneficio” no han dicho aún su última palabra, reivindican la importancia que tienen espacios como éste en una ciudad como Madrid y dejan de manifiesto que sin la decisión de okupar este lugar, que tomó en su día un grupo de personas, seguramente Grilo habría seguido siendo durante la última década el vertedero que fue.

TODO COMENZÓ CON EL SUEÑO DE UN HUERTO Y UN JARDÍN



Imagen cenital del Solar Maravillas




Para explicar la historia del Solar de Grilo, tal y como lo conocemos hoy, es fácil recurrir al símil de una semilla que se planta y da sus frutos porque, en este caso, se ajusta como anillo al dedo a lo sucedido. En un principio este lugar de encuentro vecinal fue un proyecto de huerto-jardín, en torno al cual se ha ido consolidando una comunidad diversa, con más intereses, que en la actualidad se haya en su máximo esplendor.



La prehistoria de todo esto la encontramos en la azotea del número 8 de la calle del Acuerdo, en el edificio que fue la sede del primer Patio Maravillas. Allí se reunía un grupo de personas a cuidar plantas y a realizar actividades gratuitas en torno a ellas. Cuando, tras un desalojo, el Patio se trasladó al número 21 de la calle Pez esas plantas y esa gente también se movieron de lugar, al tiempo que comenzaron a soñar con un espacio en el que ampliar su pequeño jardín y, a la vez, construir un huerto urbano. La oportunidad se presentó en forma de un terreno municipal abandonado en la calle de Antonio Grilo. Personas vinculadas al Patio Maravillas aprovecharon que el Ayuntamiento acababa de expulsar a un grupo de toxicómanos de dicho terreno, para el que no tenía nada previsto, para okupar el espacio, limpiarlo y abrirlo al vecindario como huerto urbano y un jardín comunitario como propuesta con la que comenzar.



JoAnne es una de las vecinas de Malasaña que a día de hoy siguen involucradas en el huerto. No estuvo en los inicios del mismo, pero se unió a esa iniciativa en 2011, cuando un grupo de nueve personas provenientes de un grupo de consumo que había en el barrio vinieron a sumar fuerzas a un proyecto que siempre ha estado abierto a nuevas incorporaciones y falto de manos. Indica, satisfecha, que este año el ciruelo que tienen plantado en el Solar ha dado por primera vez una considerable producción y que los otros árboles frutales que tienen han dado también un gran rendimiento.



Recordando tiempos pasados habla, entre otras cosas, de lo difícil que ha sido conseguir agua para regar y sacar tiempo para atender la huerta como ésta exige; también, del éxito de los talleres de semilleros y de compostaje que han realizado y en los que han participado y participan muchos vecinos.



Pero más allá de las ciruelas y otras frutas que produce el huerto del Solar, de las coles, calabazas, habas y las plantas aromáticas -que se reparten luego entre la gente que trabaja la tierra y entre otros usuarios sin más del Solar-, el huerto, apunta JoAnne, ha servido para crear comunidad, mientras que el jardín constituye un oasis en el centro de la ciudad rodeado de un desierto de asfalto y, en muchos casos, también de un desierto de relaciones humanas.

@capitan_malasana

Alucinante que en pleno siglo XXI y en el centro de una capital europea, existan estos "puntos negros" por la desidia de los Ayuntamientos para "construir algo" en terrenos que son municipales. Más alucinante que los vecinos tengan que "okupar" un solar y "llenarlo" de actividades culturales para evitar que se convierta en antro de degradación ¿De verdad que vivimos en una capital europea?
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