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El renacer de la rotulación a mano: Tom y Diego, los herederos de Ochoa

Uno de los pocos trabajos de Ochoa que aún se pueden ver en comercios de Malasaña, con su firma en la esquina inferior derecha. Foto: Somos Malasaña

Antonio Pérez

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Hubo un tiempo en el que más de la mitad de los carteles exteriores de los comercios que había en Madrid eran creaciones únicas en vidrio grabado de maestros artesanos, tratados con espejado, pan de oro o esmaltes a color; una época dorada para la rotulación comercial que duró, aproximadamente, desde finales del siglo XIX hasta mediados de los años 30 del siglo XX.

La llegada de la Guerra Civil española lo cambió todo y a la destrucción de muchos de aquellos trabajos a causa del conflicto le sobrevino una larga época de penuria económica y poca actividad comercial. Para cuando la cosa quiso mejorar la modernidad estaba a la vuelta de la esquina y a los artesanos les pilló mayores y con aprendices para los que no parecía haber futuro en el sector. Los talleres en los que se hacían este tipo de carteles, muchos de ellos cristalerías, fueron cerrando uno tras otro y el oficio prácticamente se extinguió.

Uno de los últimos en claudicar en todo Madrid, sino el último, fue Ochoa, cuyo taller estuvo situado en el número 26 de la calle Madera. Ángel Giménez Ochoa murió a finales de los años 70 pero aún hoy en día perdura en el barrio tanto su memoria como algunas de sus creaciones (Casa Fidel, Casa Quiroga, el 21 de Santa Brígida...). Fue un maestro en toda regla en lo suyo y quién sabe si algo de su espíritu y sabiduría no quedó pululando por el barrio, habiendo contribuido a que hoy en día dos de los tres artesanos más reconocidos de la rotulación a mano en España sean vecinos de Malasaña: Tom Graham y Diego Apesteguia.

La rotulación a mano vuelve a estar de moda. Regresa gracias al gusto por lo 'vintage', la puesta en valor del trabajo de los artesanos, la necesidad que tienen los comercios de diferenciarse unos de otros y porque gusta a la gente y actúa como una buena y bella herramienta de publicidad, que es lo que es y lo que siempre ha sido.

Hemos hablado con estos dos representantes de un oficio que ha renacido en nuestro país. El primero tiene estudio en la calle Tesoro, mientras que el segundo abrió su taller en la calle Molino de Viento. Pincha en las imágenes para leer sus entrevistas:

Tom Graham, la letra británica de Malasaña

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Un rótulo se muestra reluciente desde hace unos días en la Corredera de San Pablo, aunque el ojo del visitante ocasional no logre identificarlo como novedad. Se trata de un cartel enorme, de unos seis metros de largo, con las letras de RUGHARA al estilo tradicional. Parece que pudiera tener cien años, pero salió del taller hace tres semanas. El responsable de este rótulo y de parte de la recuperación de esta cartelería en el centro de Madrid es Tom Graham, un británico afincado en España que lleva 15 años años escribiendo a mano la letra de Malasaña, esa que se puede leer en... (sigue leyendo aquí la entrevista a Tom Graham)

Diego Apesteguia: “Los letreros son herramientas de venta con alto peso artístico”

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Conocimos el trabajo de Diego Apesteguia mucho antes que a él mismo. Es el culpable de que desde hace cuatro años hayan surgido por todos lados pizarras con atractivas letras que, incluso, reclaman la atención del viandante más despistado. Los bares de Malasaña fueron sus primeros clientes y La Bicicleta Café, el primero de todos. Apesteguiarotula a mano lo que se le ponga por delante... (sigue leyendo aquí la entrevista a Diego Apesteguia)

Ex malasañero

Me gusta, cuando paseo por Malasaña y veo los escaparates y carteles de las tiendas de cutrechinos me dan ganas de vomitar, nadie les puede decir que esos escaparates cutre se y guarros no pueden ser así.
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