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Cuando hablan persianas y paredes: el diálogo de Pinta Malasaña con el graffiti

Sánchez del Castillo, durante su intervención en Pinta Malasaña | SOMOS MALASAÑA

Diego Casado

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Escribir un artículo mínimamente divulgativo sobre el graffiti es siempre complicado. Porque hablar del graffiti ilegal en términos artísticos es a menudo difícil de entender para la mayoría de vecinos y comerciantes de los barrios que lo albergan. Y porque dar espacio al graffiti legal -o muralismo- suele estar mal visto por parte de los que critican los certámenes de arte urbano.

Sin embargo, merece la pena el esfuerzo para hablar de algunas de las cosas que ocurrieron durante y después de la celebración de Pinta Malasaña, un maratón de arte en la calle que acogió por segundo año consecutivo este barrio del centro de Madrid, el pasado 23 de abril. El certamen en sí consistía en invitar hasta a 150 artistas (sumando los de la sección oficial y otras paralelas) a que cogieran sus pinceles, rotuladores y sprays para que, en espacios seleccionados y cedidos por comerciantes y vecinos, pudieran dar rienda suelta a su creatividad, libremente, en una jornada cultural, abierta y gratuita a la que acudieron más de 30.000 personas como público.

Sabedores de que una de las discusiones de la edición de 2016 fue el derecho o no de los artistas participantes a pintar sobre dibujos y firmas ya existentes, y el respeto o no de las obras resultantes durante el festival (la cosa acabó incluso con denuncias de los comerciantes), los organizadores del certamen abrieron la posibilidad este año de que los artistas seleccionados pudieran presentar una obra que conjugara lo ya existente con la nueva creación o que, incluso, abordaran directamente la polémica.

Muchos artistas recogieron el guante y lanzaron propuestas que ayudaran a crear un cierto diálogo entre el arte urbano y el graffiti (entendido este como el que se ejecuta sin permiso). Y los resultados de obras como las de Sánchez del Castillo (ojo a su efecto Tetris), Paula Lobón, Rio Parkk o Isabel Flores fueron muy interesantes. Acompañamos el resultado final de tres de ellos (Javier Haering, Sara Vidigal y Por Favor), junto a sus respuestas a las breves preguntas que Somos Malasaña les hizo.

Javier Haering: “Quería respetar e interactuar”

Javier Haering: “Quería respetar e interactuar”

Javier Haering ya participó en la primera edición de Pinta Malasaña con una interesante obra colectiva que aún pervive en la calle San Vicente Ferrer. Fue seleccionado para la segunda con una propuesta que ejecutó en la Corredera de San Pablo, y que él mismo explica:

“La idea era reflejar la situación (no nueva) que hay en el arte urbano/graffiti: cómo según el contexto-entorno una pieza puede ser vista de diferentes maneras. Es la problemática habitual de la práctica artística VS arte. ¿Cuando se pasa de una a otra? y ¿quién dice qué es que? También quería desde el inicio interactuar, respetar y tomar como punto de partida de mi intervención lo que allí me encontrase. La solución peca un poco de previsible pero estoy muy contento con el resultado”.

El resultado fue una especie de sala de museo al aire libre, en el que un hombre admiraba dos piezas firmadas por Pufo y Ruso, quienes en 2016 pisaron en ese lugar el antoñito de Max501, un clásico del graffiti madrileño.

“Mientras estaba realizando el mural se acercó un chico (Pufo) y me comentó que había sido él que firmó esa persiana. Le pregunté su opinión y me dijo que seguramente pintarían encima esa misma noche: ”Yo no vendré pero lo pisarán“, me dijo. No le pareció mal pero tampoco mostró especial interés, imagino que al realizarlo de manera organizada y a plena luz del día pierde valor para él”.

La obra, además de propiciar divertidas instantáneas, permaneció intacta durante semanas, aunque numerosos tags (firmas de pequeño tamaño) la fueron rodeando. Preguntamos a Haering por el graffiti y si es posible su coexistencia con la celebración de certámenes como Pinta Malasaña:

“Creo que podrían llegar a convivir o respetarse sin que exista este claro enfrentamiento. Al igual que es una oportunidad para muchos ilustradores y muralistas el participar en Pinta Malasaña, es una oportunidad para muchos grafiteros el ser ellos quienes pisen dichos murales... creo que siempre habrá un sector grafitero en contra del evento por ideologías o intereses. Se podría reducir el efecto reacción pero creo que siempre existirá un sector que se revindique contra los participantes aunque sean grafiteros”.

“Es un tema dificil. Para mí el graffiti debe ser ilegal, ahí radican sus bases. Es una afirmación que hay que desarrollar en muchos aspectos. No creo que la ilegalidad (en todo su concepto) deba ser su máxima pero sí es un tema fundamental al ser una forma de expresión revindicativa. Yo no soy grafitero, no me atrevo (mis intervenciones en la calle son papel pegado, igual que un cartel de un concierto) pero sí tengo admiración hacia el que lo sabe hacer”.

Sara Vidigal: “Las firmas y pegatinas forman parte de la obra”

Sara Vidigal: “Las firmas y pegatinas forman parte de la obra”

Para Sara Vidigal también fue su segunda participación en Pinta Malasaña. El primer año ya planteó una obra con cierta combinación de su obra con las obras de su persiana. Y en 2017 ahondó en la técnica con papel pintado sobre una firma de Tyno. Así explica por qué optó por esta propuesta:

“No me gusta tachar a nadie. Quería es mi obra se integrara en la persiana, que en lugar de eliminar lo que había antes fuera parte de ello. También me parece interesante la degradación de la obra estando en la calle”.

“El año pasado hice algo parecido con una de las obras que aún dura, se han ido añadiendo firmas, pegatinas, se ha roto el dibujo, le ha afectado la lluvia... todo esto lo hace más interesante y hace que la obra siga evolucionando. Así que lo que sí que he tenido es respuestas posteriores de anónimos que sin darse cuenta van formando parte de mi (o nuestra) obra”.

Por Favor: “Siempre se dice que el graffiti es guarreo”

Por Favor: “Siempre se dice que el graffiti es guarreo”

Una de las intervenciones que más llamó la atención fue la de Por Favor, otro artista que repetía y que, con vinilos, cartulinas y mucha pericia, recreó un perfil de Instagram -red social con amplia extensión en el mundo del graffiti- en una persiana real. Él mismo nos cuenta el trasfondo de su obra:

“Con mi intervención intento romper con el estereotipo de que el graffiti es malo y el ”arte urbano“ como el que se desarrolla en eventos como Pinta Malasaña es ”bueno“, esa visión maniqueista deforma la realidad. Aquí no hay malos ni buenos, solo personas que intervienen el espacio publico con diferentes motivaciones, criterios y filosofía, unas legalmente, otras de manera ilegal.

Para los que pintamos por la noche de forma ilegal, este tipo de eventos se convierten en una invasión de nuestro espacio diario y nos encontramos a gente a la que no hemos visto nunca en la calle, pintando con remuneración y ambiente festivo encima de nuestras piezas realizadas ilegalmente con riesgo y sin pedir ni recibir nada a cambio. Tampoco buscamos una difusión ni reconocimiento mas allá de un grupo muy pequeño de colegas, mientras que en estos festivales del arte se mueven miles de fotos en plataformas sociales.

Así que planteé la intervención desde el punto de vista de reivindicar el valor del graffiti que ya había en el cierre que me tocó, modificándolo para que pareciera una pantalla de Instagram en la que la foto era el cierre en sí con su grafito original y nombrando a los escritores que lo habían pintado“.

Desde Somos Malasaña también pedimos a Por Favor una valoración sobre la coexistencia de graffiti y muralismo. La respuesta es larga pero la reproducimos íntegramente por su valor:

“Claro que pueden coexistir graffiti y arte urbano, lo llevan haciendo años… ¿pisarse? ¿no es eso una forma de convivir, de dialogo? El arte urbano de festival en el caso de Pinta Malasaña lo tendría mejor si no invadiera los cierres de comercios, pisando sitios que por años y capas de pintura pertenecen de facto a la cultura del graffiti.

Valorar el arte urbano por encima del graffiti es simplista y denota un escaso conocimiento de lo que el graffiti supone y representa como movimiento cultural y social mucho mas allá del spray en la pared. Y con esto tampoco quiero desmerecer a los artistas urbanos, que aunque no en estos eventos, en muchas ocasiones intervienen ilegalmente corriendo los mismos riesgos que los escritores“.

Además de la reflexión artística, Por Favor también añadió una de carácter más personal:

“Siempre se dice que el graffiti es guarreo y que eventos de este tipo ”embellecen“ el barrio... desde el comercio se pretende que esa belleza atraiga a más visitantes, como si eso fuera genial para los vecinos... como vecino me importan más las cacas de perro, la colección de obstáculos que no te dejan andar con normalidad, las marquesinas con publicidad en medio de la calle, bolardos, maceteros, aceras de 1 metro de ancho que hacen que pelees con los coches para poder andar… y me preocupa bastante qué consecuencias tiene ese ”embellecimiento“ como fenómeno gentrificador…  ese aumento de los visitantes se traduce en que suben los alquileres, los comercios suben los precios, el pequeño comercio tradicional del barrio enfocado al vecino va siendo sustituido por otro tipo de comercio orientado al turista, más cool, más caro… en fin, ya sabemos cómo es el proceso y cómo acaba, con el barrio perdiendo sus vecinos y comercios, es decir, su carácter y personalidad para reemplazarlos con algo parecido a un centro comercial urbano orientado al consumo, no a la habitabilidad”.

¿Gentrifica el arte urbano más o menos que el graffiti? Esa es una discusión que no es abordada en el presente artículo, pero en la que conviene no perder de vista las numerosas fotos en Instagram que utilizan como fondo cool para sus posados las firmas nocturnas de los escritores (incluyendo tiendas de ropa a la última, helados japoneses e incluso reportajes de boda, entre otras).

Las respuestas del graffiti: de la pisada a la reflexión

Las respuestas del graffiti: de la pisada a la reflexión

Tal y como proponía Por Favor, desde la organización de Pinta Malasaña se buscó para su segunda edición otros espacios diferentes además de las persianas: se pintaron muchas cristaleras, puertas, muros e incluso el suelo de la plaza del Dos de Mayo. Y, además, se tomó la decisión -interna, no comunicada- de no pisar algunas de las firmas existentes en las persianas que se pusieron a disposición del certamen, como gesto íntimo hacia su valor artístico y cultural.

Además, se dio cabida a muchas propuestas conceptuales, no decorativas, que incluso eran críticas con el propio evento. Ya hubo algo de esto en la edición de 2016, pero en 2017 se extendió aún más. La premisa era que cada artista seleccionado pudiera crear con total libertad -una de las máximas del certamen- sin preocuparse si la obra era políticamente incorrecta o incluso combativa. El comerciante, por su parte, cedía la persiana a ciegas, sin saber lo que sería dibujado en su cierre.

Pasado el maratón de arte urbano, los escritores (nombre con el que se autodefinen los autores de graffitis) empezaron a pisar algunas de las obras creadas durante Pinta Malasaña. La mayoría lo hicieron de noche, pero a diferencia de 2016 añadieron a sus firmas algunas frases como Fuck Art o similares. Destaca entre todas -por su extensión y claridad- la que dejó Guos en la calle de El Escorial: “Graffiti = suciedad y destruccion. Lo bonito buscarlo en los museos”.

Guos fue precisamente el único escritor que pisó a uno de los artistas que había intentado combinar graffiti y su obra (Rio Parkk, en la calle Espíritu Santo). El resto de obras pervivieron o fueron desapareciendo por los efectos del tiempo.

El riesgo del pintar ilegalmente y las detenciones

El riesgo del pintar ilegalmente y las detenciones

Pese al creer vecinal de que escribir firmas en persianas suele salir gratis, varios graffiteros fueron detenidos y filiados por la Policía Nacional durante la semana posterior a Pinta Malasaña aunque, a diferencia de la edición de 2016, ningún periódico publicó dichos apresamientos.

La primera intervención policial tuvo lugar la misma noche del certamen de Pinta Malasaña, cuando un grupo de jóvenes escritores, al grito de “¡Hay que joder Malasaña!”, fueron parados por agentes secretos de la Policía Nacional en la Corredera de San Pablo, según informaron a este medio testigos presenciales.

La segunda de la que tiene constancia este periódico se produjo la tarde del 27 de abril, cuando agentes de la Policía Nacional, también de paisano, redujeron a dos graffiteros en la calle Marqués de Santa Ana, previa llamada de alerta de una vecina de avanzada edad, que les había recriminado previamente su actitud.

Poco antes Somos Malasaña tuvo la oportunidad de hablar con uno de los escritores que pisaba a plena luz del día una de las obras creadas unos días antes. Mientras otro de ellos esparcía el fondo plateado que llevaría su firma, este redactor pudo formular alguna pregunta a Ruso, que estaba pintando la persiana contigua.

De la -breve- conversación que mantuvimos con él acerca del certamen de Pinta Malasaña nos quedamos con la idea que, desde su punto de vista, el tapar las obras era parte de un proceso/derecho natural que ejercía en primera instancia el autor de la firma previamente pisada, y que a su entender poco tenía de valor el contenido de la obra en sí (aunque tuviera carácter reivindicativo o fuera incluso contra el certamen) a la hora de valorar si se pisaba o no.

En cualquier caso, cada escritor tiene su propio código de conducta y lo que uno censura otro puede permitirlo, pero esas diferencias -algunas de larga argumentación- darían para otro artículo. Como también se prestaría para un amplio reportaje la discusión sobre si el contenido de cada persiana pertenece al comerciante o a la calle.

Más información:

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Pablo

Espero que el Ruso pague de su dinero y limpie de su lengua las pintadas que hace en fachadas a la altura del segundo piso. Será que el chico tiene la picha pequeña y necesita poner su nombre para mejorar su pobre autoestima. Espero que lo metan en la cárcel

RG

Hola a todos. Soy el vecino al que hace unas semanas unos graffiteros me agredieron en la calle por recriminarles. Hace unos días Somos Malasaña tuvo el gusto de publicar la carta de queja que les envié. Leer esta noticia me ha supuesto un golpe bajo por parte de este periódico y algo que de verdad no entiendo dada la degradación total que sufre Malasaña por culpa de los vándalos que hacen estas pintadas.



Me gustaría recalcar que opino que es muy diferente un graffiti artístico de una tag. Un graffiti artístico puede ser una obra de arte, como las que se hacen en Pinta Malasaña, una tag es un acto VANÁLICO hecho por delincuentes que únicamente quieren marcar su territorio.



Os diré que justo donde me agredieron, al día siguiente de que publicarais mi carta apareció al lado una tag de el RUSO. Bien grande. Lo hace sobre una comunidad de vecinos, personas que trabajan cada día para llegar a fin de mes y que ahora tienen que gastar su dinero en recuperar las fachada que este individuo ha destrozado para poner su nombre.

La pintada que hay en un segundo piso de la residencia de estudiantes de San Bernardo tiene la firma de Ruso. ¿Y ahora resulta que vosotros charláis con él?



Desconozco si la persona que me agredió el otro día fue el Ruso, cosa que no me extrañaría. Desde luego sé que con vosotros no puedo contar, y si tuvierais amor de verdad por el barrio iríais a las comunidades de vecinos que han sufrido los actos vandálicos de este individuo para que puedan denunciarlo a la Policía.

Estamos hartos de pintaditas de nombres de chavales que se dedican a estropear el barrio. ¿Cuántos miles de euros ha supuesto para vecinos y comercios del barrio las pintaditas de este chaval? Por favor Somos Malasaña, un poco de respeto por los vecinos y menos por los delincuentes. Gracias



RG

BM

Completamente de acuerdo con los comentarios anteriores.

Es evidente que no existe una disposición clara para evitar que estos delincuentes actúen. En el artículo se indica que varios fueron detenidos, pero no se especifica qué penas reales han cumplido ...me apuesto el cuello y no lo pierdo de que siguen pintarrajeando por las calles, como si nada.

Persianasa

Muy de acuerdo con los comentarios anteriores. Lo primero es el CIVISMO. Un Saludo.

Ric

No se puede dar valor a algo que no lo tiene. Intentar dar sentido al sin sentido es un ejercicio inutil.

Teo Martín

Con respecto a los comentarios anteriores, podéis hacer dos cosas: aceptar que haya graffiti, o no hacerlo. Pero el graffiti siempre va estar ahí, os pongáis como os pongáis. Puede haber algunos escritores menos respetuosos que otros, pero, por favor, no generalicéis.
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