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Cuando el fútbol obrero fue importante durante la Segunda República

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Luis de la Cruz

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Apenas había echado a andar la Segunda República, empezaron a acercarse por La Didáctica –una sociedad deportiva que aún hoy se mantiene en Malasaña con su sección de ajedrezaficionados al fútbol popular. Allí, en el número 20 de la Corredera baja de San Pablo, inmueble histórico del que hemos hablado largo y tendido en este periódico, se había creado el Colegio de Árbitros Amateurs, al que podían inscribirse todos los aficionados que quisieran participar en la liga de la recién creada Federación Cultural Obrera Deportiva (FCDO). Dicha federación fue, en palabras de Francisco de Luis Martín, autor del libro Historia del deporte obrero en España. (De los orígenes al final de la guerra civil), “el hecho deportivo más relevante que tuvo lugar durante la República”.

El fútbol había nacido en España como un deporte burgués, practicado por hijos de las clases bien que imitaban el estilo de vida inglés, o bien por la presencia extranjera en determinados rincones de nuestra geografía (los ingleses asentados en las Minas de Riotinto, Huelva y Vigo ya en la década de los setenta del siglo XIX). En nuestra ciudad, fueron algunos profesores de la Institución Libre de Enseñanza los que, imbuidos de ideas avanzadas sobre la educación al aire libre, y habiendo pasado por colleges británicos, introdujeron el soccer en Madrid ya a finales del XIX ; y estudiantes de ingeniería quienes lo practicaron más precozmente.

El fútbol no empezaría a ser popular hasta los años veinte y sería ya en la década de los treinta cuando, a la vez que triunfa de lleno la sociedad de masas, se convertiría en un deporte también popular y masivo. Es cuando las gradas comienzan a poblarse de obreros cuando, paralelamente, surge una mirada política hacia el fútbol. Por un lado, hay una disputa en el seno de los equipos a propósito de la diatriba profesionlización vs amateurismo, que tiene que ver con quién puede permitirse dedicarse al deporte; por otro lado, empiezan a aparecer equipos ligados a organizaciones obreras, que ven en el fútbol una fraternal forma de encuadramiento.

La Federación Deportiva Obrera se funda en marzo de 1931 a través de la unión de diversas sociedades deportivas de carácter popular y Natura, una sociedad socialista domiciliada en la vecina Casa del Pueblo de la calle Piamonte. Natura había organizado un festival deportivo celebrado el Primero de Mayo del año anterior que podríamos considerar el punto de partida de la federación obrera. En aquel festival había jugado un equipo francés de cariz obrero y en octubre de 1931 se reunieron varios clubes sin federar para tratar  la creación de un equipo que devolviera la visita al país vecino. Allí estuvieron presentes representantes de Natura, la Sociedad Deportiva Tranviaria, el Club Deportivo Madroño, el Oviedo CF, entre otros, y se acordó la creación de la FDO.

Pese a estar en el germen de la organización, la Federación echaría a andar sin la participación de los socialistas –aunque había militantes en los distintos equipos– y con una mayor atención hacia el asunto de los comunistas (especialmente de sus juventudes), que rápidamente entendieron que el deporte era una ocasión inmejorable para penetrar en el tejido social obrero.

[De cuando el fútbol era cosa de estudiantes y un equipo de instituto podía ganar al Madrid]

Entre los primeros equipos de la liga que pusieron en marcha –cuatro grupos con 16 equipos en total– estaban UD Carmen, el CD Rayo, CD Chamartín, CD Vences, Stadium Madrileño, CD Comillas, CD Girod, AD La Didáctica, Lacy SC, la Peña Benito, la Peña Lillo, CD Goya, CD Sanatorio de Covadonga, CD Arte y Deportes, el Fortuna Sports y el CD Europa. Pronto se añadieron otros como el CD Ferrocarril, SD Danak, CD Centro, CD Carabanchel, la Peña Ideal, el CD Cuesta, la ADE Paloma o el CD Aranjuez. En total 24 clubes con 1500 afiliados. Se trataba de sociedades deportivas en las que, normalmente, no solamente se juntaba la gente de los barrios para jugar al fútbol, sino que también albergaban otras secciones, como excursionismo, gimnasia o ciclismo.

No tardaron en unirse a la pionera Federación madrileña otras regionales (Asturias, Cantabria, País Vasco y Andalucía), y empezaron a entrar también sociedades socialistas, como las agrupaciones deportivas de los Sindicatos Metalúrgicos y de Artes Blancas.

Durante el verano de 1932 una selección de jugadores de la FDO emprendió una exitosa gira europea que los llevó a jugar contra equipos obreros de Suiza, Alemania y Francia. Sin embargo, el éxito volvió a avivar el debate dentro de las filas socialistas. Por un lado, porque al regreso muchos jugadores ficharon por equipos federados, abandonando el fútbol popular, y, por otro, porque se levantaron recelos hacia ciertos directivos a los que se acusaba de querer favorecer a los equipos burgueses antes que a los obreros. Esto desembocó en la creación de una federación paralela, más decididamente obrerista, domiciliada en el Círculo Socialista Norte (calle Jerónimo de la Quintana): la Federación Deportiva Obrera de Castilla la Nueva, que también daría cobertura a otros deportes.

Entre los 12 equipos que iniciaron la liga obrera paralela figuraban el Athletic Club de Tetuán, el CD Carabanchel, AD Vallehermoso, CD Vallecas, la Agrupación Deportiva Ferroviaria, el GCDO El Baluarte… Sin embargo, en 1933 ambas ligas se reagruparon.

El deporte obrero en general, y el fútbol popular en particular, vivieron un periodo de gran expansión durante la República, que hubiera debido tener su punto álgido durante la Olimpiada Obrera de Barcelona, en julio de 1936, cuyo comienzo se vio truncado por el golpe de Estado que originó la Guerra Civil. Durante la propia guerra, también existe una historia del fútbol, o mejor dicho dos: una en cada bando. Pero ese es otro partido.

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