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Cuando el abuelo y el padrino del anarquismo español conspiraban en Malasaña

Fragmento de una carta postal de 1938 relativa a Anselmo Lorenzo | Ser Histórico

Luis de la Cruz

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Es posible que el lector conozca  -o al menos le suene- el nombre de Anselmo Lorenzo, el abuelo del anarquismo español. Si es una persona un poco versada en la Historia del movimiento obrero también reconocerá el de Guiseppe Fanelli. Lo que probablemente ignore, a no ser que sea verdaderamente conocedor del tema, es la geografía urbana de los encuentros de ambos con el resto de tipógrafos y obreros que conformaron, a partir de 1868, el primer grupo de la Internacional-AIT en España.

Fanelli era miembro de la AIT, que se había fundado en Londres en 1864, y de la Alianza de la Democracia Socialista (una red de contactos alrededor de la figura de Bakunin). En España se vivía un momento político efervescente (acababa de suceder la revolución de 1868) y vino a ejercer labores organizativas y propagandísticas, que lo llevaron a Barcelona y Madrid, donde se formaría la sección española de aquella Primera Internacional con el nombre de Federación de la Región Española (FRE).

El magma social de aquella aristocracia obrera, de ideas avanzadas y raíces en el republicanismo, se prodigaba mucho en las calles más populares del norte y del sur de la ciudad. La zona pre-Gran Vía del barrio de Tudescos fue uno de aquellos espacios propicios, donde abundaban los cafés -menos luminosos que los de la Puerta del Sol-, los talleres y los centros de instrucción.

Uno de estos espacios de aprendizaje y de circulación de ideas fue Fomento de las Artes, que tuvo su primer domicilio en la calle Huertas, pero que pronto pasó, sucesivamente, al número 34 de la calle de Tudescos (cerrado por orden gubernativa en 1866), a la calle Jardines, al 11 de la calle de la Luna y al 7 de la antigua calle del Horno de la Mata, que no es la actual travesía sino la que unía Jacometrezo con Luna, hoy desaparecida. La tradición societaria de la zona venía de atrás: la Velada de artistas, artesanos, jornaleros y labradores, una especie de antecedente del Fomento de las Artes que existió de forma irregular entre los años 1847 y 1858, tuvo una oficina en la calle Valverde tras la Revolución de 1854, en lo que había sido el convento de los Basilios.

Fomento tenía como una de sus máximas la instrucción obrera, que se daba día y noche, para los socios y sus hijos. Anselmo Lorenzo asistió a clases de aritmética, gramática y francés allí. Se refería de la siguiente manera al centro en sus memorias políticas, tituladas El proletariado militante:

El Fomento de las Artes era el punto de reunión de los elementos liberales ilustrados de Madrid. Todo liberal de la categoría de burgués de poco pelo o trabajador, capaz de sustraerse a la sugestiva y predominante influencia de la taberna, era socio del Fomento; por eso el número de socios era relativamente escaso.

Lorenzo conoció allí “el puro criterio revolucionario” y a elementos de ideas avanzadas, que se encontrarían en la cercana revolución Septembrina y que, en algunos casos, como en el de Tomás González Morago, serían la semilla del primer anarquismo español: “carbonarios, masones, republicanos barricaderos, republicanos teóricos, filósofos anticlericales”, en palabras del tipógrafo.

Tras la revolución, que estalló el 29 de septiembre de 1868, el grupo de Fomento se dispersó por las labores revolucionarias, pero la zona siguió siendo una de las favoritas para encontrarse. El Café de la Luna aparece también en las memorias de Anselmo Lorenzo. En este establecimiento González Morago dio a conocer a Lorenzo y a su amigo Manuel Cano la existencia de La Internacional y les ofreció crear una sección española en el marco de “la revolución triunfante”.

Sobre las palabras de Morago aquella noche, Lorenzo escribió: “Si aquel discurso se conservara escrito tendríamos uno de los mejores en pro de la emancipación obrera”. Del café fueron al Fomento y al Teatro Real en busca de conocidos que pudieran prestarse a la empresa de crear la sección española de la AIT. Varios de aquellos hombres compartían también tertulia en el propio café de la Luna.

La reunión con Fanelli se produciría  a finales de 1868 en casa del litógrafo Julio Robau Donadeu. Según relata Juan José Morato en un artículo de 1930,  su hermano Josep Robau Donadeu había conocido a Fanelli a su paso por Barcelona y se encontraba también en Madrid en esas fechas. Julio tenía una litografía, que Morato sitúa en la esquina de la calle Horno de la Mata con Luna, donde se produjo el primer encuentro con el propagandista italiano.

[El verano en el que Madrid fue capital del anarquismo mundial: ruta por la Malasaña rojinegra]

Tras aquella primera reunión se sucedieron algunas sesiones más con Fanelli, que transcurrieron en paseos o en los cafés habituales. Se entendían como podían, pues él no hablaba español y solo algunos de aquellos tipógrafos podían descifrar el francés o el italiano que manejaba. El núcleo madrileño se constituiría el 21 de diciembre de 1868, haciéndose oficial el 24 de enero del año siguiente.

La geografía urbana de aquel primer núcleo hay que buscarla a partir de ese momento –siguiendo las memorias de Lorenzo– en el lado sur de la ciudad, con reuniones en pisos y locales de la zona de Embajadores-Lavapiés, en Jacinto Benavente (la primera reunión pública en la Bolsa), el local en la calle Tabernillas… Aunque en algún momento de sus memorias Lorenzo refiere que, pese a ello, todos vivían en la parte norte de la ciudad.

En la zona, por otro lado, siguió habiendo durante años una importante tradición ligada al movimiento obrero y a su instrucción, que toma forma en el Circulo Federal de Horno de la Mata, 7. A finales de siglo aquel casino republicano federal seguía dando cobijo al escueto mundo anarquista madrileño. Según relata el médico anarquista Pedro Vallina en sus memorias, el conserje era en aquella época Antonio Gimeno, antiguo compañero de Lorenzo y miembro del primer núcleo fundador de la AIT. La situación de los anarquistas durante la Restauración era complicada y se refugiaron en la complicidad de los federales (la rama más socialmente comprometida del republicanismo, cuyos miembros tuvieron numerosos vasos comunicantes con el anarquismo y el socialismo). Allí tuvieron sede numerosas sociedades obreras de implicación anarquista, como El Porvenir del Trabajo (albañiles), La Locomotora Invencible (ferroviarios, claro), y otras.

No es momento para relatar aquí los avatares que acontecieron después en el seno de la Federación de la Región Española (FRE), que sufriría la psicosis internacional contra todo lo que oliera a revolucionario tras la Comuna de París (1871), se desarrollaría en la clandestinidad tras el final abrupto del Sexenio Democrático y se disolvería en 1881. Tras la expulsión de los bakuninistas dentro de la Primera Internacional, en 1872, el núcleo español se había integrado dentro de la Internacional Anarquista.

Lorenzo, por su parte, acudiría a la Conferencia de Londres de 1871 (alojándose en casa de Karl Marx) y no pararía ya de viajar por España y Europa hasta establecerse en Barcelona. Su relación con esta ciudad,  más contada que la que tuvo con Madrid, le corresponde detallarla a otro periódico local, en todo caso.

PARA SEGUIR EL RASTRO DE LO ESCRITO MÁS ARRIBA:



Anselmo Lorenzo o el proletariado militante (Fundación Anselmo Lorenzo)





Conferencias del compañero Juán José Morato. El Trabajo. Órgano de la Sociedad de Albañiles de Madrid. Abril de 1930.



Lorenzo, A., (1974). El proletariado militante. Alianza Editorial.



VALLINA, Pedro. Mis memorias. Tierra y Libertad, 1968.
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