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Conde Duque, una calle a la orilla de un cuartel

Luis de la Cruz

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Inesperadamente larga y partida en dos por una travesía de idéntico apellido, la calle Conde Duque linda con la Plaza de Cristina Martos, que la separa de Alberto Aguilera y la zona de Plaza de España, un mundo de bullicio escaleras abajo que poco tiene que ver con el barrio. Muchas son las historias que transcurren entre sus extremos.

¿De dónde viene su nombre?

La calle y su Travesía aledaña le deben el nombre al Conde- Duque de Olivares, célebre valido de Felipe IV que tuvo allí un palacio. La calle se ha llamado también San Benito, San Joaquín y del Medio Cuartillo, y aparece en el plano de Texeira (1656) como la calle de San Juan Bautista.

La calle antes…

Conde Duque conserva aún un buen puñado de fincas centenarias que dan testimonio de la historia que atesora. En el número siete de la calle una placa relativamente reciente deja constancia del lugar donde pasó sus últimos momentos Alejandro Sawa, el bohemio madrileño por excelencia, a quien Ramón María del Valle-Inclán inmortalizara bajo el nombre de Max Estrella. Andando la calle encontramos el célebre cuartel que comparte nombre con la vía, el mismo de donde salieron los militares que trataron de hacer dos pronunciamientos en el siglo XIX, el mismo donde estaba la célebre “Guardia Mora” de Franco, de la que queda recuerdo por la Plaza de la Guardia de Corps, frente al parque, junto al segundo cuartel que antaño se levantaba en el lugar donde ahora hay un parque público. Allí estaban las caballerizas.

José Aragón, un vecino de la zona que pasea a su perro por el parque recuerda perfectamente que antaño “se olían las boñigas de los caballos de las caballerizas que allí había” y dice que aunque pueda parecer lo contrario la calle no ha cambiado tanto, al menos comparado con otras cercanas como Alberto Aguilera, en la cual ha desaparecido el bulevar. Lamenta, eso sí, que antes “había menos pintadas

La calle pasó momentos de menos luminosidad que la actual, eran tiempos en los que la fachada del mastodóntico cuartel aún lucía entera su estado primigenio en piedra, y en el parque los restos de “litronas” y las jeringuillas tapizaban la arena. Eran los ochenta.

Luis, vecino de la calle de toda la vida nos cuenta cómo ha cambiado, recuerda con cariño como en la esquina con San Bernardino, donde ahora hay un moderno café, estuvo durante años la bodega de Manolo, que curiosamente se llamaba Isma, acrónimo de los nombres de sus regentes (Isabel y Manolo). Dicen las malas lenguas “que después de la guerra en los barriles de cerveza traían aceite, pero es sólo un rumor” – nos cuenta.

En el número tres de la calle había una casa baja que no ha sobrevivido donde estaba la lechería de María Jesús. Tenían las vacas estabuladas en una vaquería cercana en la calle Duque de Osuna.

Y la calle ahora…

En la actualidad quedan pocos comercios de los de toda la vida en Conde- Duque, el último, el ultramarinos de Claudia “la lechera” es ocupado desde el año pasado por una familia de chinos.

En el primer tramo de calle, subiendo desde la Plaza de Cristina Martos, se suceden los bares y restaurantes, y al pasar la travesía de Conde-Duque, a orillas de la actividad cultural del antiguo Cuartel nacen las tiendas de ropa moderna.

En el parque ya no hay las “ratas enormes” que Luis cuenta habitaban la zona cuando él era un crío, tampoco las jeringuillas de los ochenta, y en el cuartel, que actualmente está terminándose de restaurar de una vez, se encuentran la Biblioteca histórica, la biblioteca cultural, el museo de arte contemporáneo, la hemeroteca y espacios donde se llevan a cabo un montón de conciertos y actos culturales.

Mariotte

Muy interesante y al lado de mi casa, a ver cuando llegais a mi calle, San Bernardino, yo soy recién llegada al barrio así que no conozco mucho de como era antes
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