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¿Cómo eran los malasañeros de 1915? Una aproximación estadística

Detalle del Plano de Madrid y su término municipal. de Núñez Granés (1910)

Luis de la Cruz

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Una de las cosas más de última hora y más prestigiosa que puede ofrecer un periódico es el periodismo de datos. El dato tiene tanto prestigio hoy que a veces en su exaltación quedan por el camino asuntos inseparables del periodismo y del propio dato como el contexto o la valoración crítica de los guarismos. Si le unimos la perspectiva urbana al reportaje tendremos el retrato robot del perfecto artículo de prestigio, particularmente retuiteable por el resto de compañeros de profesión.

Sin embargo, la ciencia estadística es antigua y las ciudades lo son más aún. Aunque no siempre es posible contar con datos estadísticos fiables de épocas pretéritas, estos existen, y constituyen una de las fuentes favoritas de muchos historiadores. El Ayuntamiento de Madrid conserva en sus archivos un interesante informe estadístico elaborado por barrios y distritos, hecho a partir del padrón municipal del año 1915. Las cifras reflejan algunos de los contornos de un Madrid que está cambiando (se está desarrollando la reforma interior asociada a la Gran Vía), creciendo, a través de su Ensanche, y desbordándose, con la creación de un extrarradio no planificado por los rectores de la ciudad.

Lo primero que hay que advertir es que las diferentes fronteras urbanas que había en 1915 dificultan la labor de hacer el ejercicio de arqueología sociológica que nos proponemos de manera comparada. Intentaremos hacer una aproximación que, nombrando los distintos barrios y distritos que ocupan lo que hoy es el barrio de Universidad-Malasaña, nos ayuden a encontrar una respuesta a la pregunta, ¿cómo eran nuestros vecinos en 1915?

Madrid tenía entonces una población de unos 600.000 habitantes (46,42 por ciento de varones y 53,58 por ciento de mujeres, diferencia que se explica por la mayor mortalidad masculina y por la fuerte inmigración femenina relacionada con el servicio, según el propio informe).  La comparación de vecinos respecto a las estadísticas municipales de 1902 o 1905 muestran un descenso de población en los distritos de Centro y Hospicio, que nos atañe especialmente porque se debe al proceso de reforma que se llevó a cabo por la construcción de la Gran Vía, que estaba en marcha en el momento del que estamos hablando

Acerquémonos más a aquellos distritos y barrios, que eran notablemente menores que los de hoy en día. El actual barrio de Universidad comprendería distintos barrios de los distritos Centro (Estrella o Tudescos), Hospicio (Jesús del Valle o Colón), Chamberí (Dos de Mayo o Monteleón) y, sobre todo, Universidad (Conde Duque, Minas, Amaniel o Quiñones). Para hacernos una idea de la escala: en el barrio de Minas vivían más de 5.000 personas en 25.226 metros cuadrados (era tirando a colmatado) y en el de Conde Duque 3.928 en 113.949 metros cuadrados. En el contexto de Madrid eran barrios con un número de habitantes medio, lejos de los barrios de las afueras, como Cuatro Caminos, y algunos del Ensanche (como Las Mercedes), que sobrepasaban ampliamente las 10.000 almas, si bien en superficies mucho más amplias.

[Los planos históricos de Madrid]

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Los alquileres de habitaciones más corrientes estaban en el barrio entre las 25 y las 50 pesetas mensuales (que es el tramo más habitual en la ciudad), aunque en el de Dos de Mayo, por ejemplo, eran mayoritarios los del tramo anterior, entre las 15 y las 25. Estaban muy lejos de los alquileres medios de barrios del Ensanche Este (el barrio de Salamanca) y también de los barrios más pobres del distrito de Inclusa (como Peñuelas o Gasómetro), en los que la mayoría de los alquileres se situaban en el tramo de “hasta quince pesetas”.

Las provincias que más inmigrantes aportaban a nuestra ciudad en 1915 eran Guadalajara, Oviedo, Toledo y Segovia, sin contar la propia provincia de Madrid. En Tudescos abundaban los paisanos de Ávila o Burgos; en Colón toledanos y lucenses; en San Pablo los de Guadalajara y en Amaniel los segovianos, por hacernos una idea.

Casados y solteros se repartían casi a la par el censo, con un contingente de viudos y viudas bastante alto. En el distrito de Hospicio, por ejemplo, había 5.235 que suponían en torno a un 13% de sus vecinos.

El informe del Negociado de estadística habla de un analfabetismo de un 17,25 por ciento (cerca de 100.000 personas). En realidad, la estadística distingue entre aquellos que no saben leer ni escribir, los que sólo saben leer y quienes no son capaces de desempeñar ninguna de estas habilidades. Consideradas en conjunto, sin embargo, la cifra escala hasta el 55% en los barrios de nuestro actual entorno. En el extrarradio la cifra es muy superior, alcanzando casi el 62% en los Cuatro Caminos.

¿De qué trabajaban nuestros vecinos y vecinas a principios de siglo? En el distrito de Universidad destaca la cantidad de hombres asilados que aparecen reflejados (1.580, pero un alto porcentaje de ellos del barrio de Bellas Vistas), los estudiantes (1.483) y los empleados (2.402), aunque lo que más abunda son los jornaleros (8.317), la profesión más representada en el Madrid de la época. El resto de distritos que nos ocupan presentaban una estructura profesional parecida con alguna particularidad, como la mayor presencia de dependientes en el vecino Hospicio, donde también hay censados muchos asilados por el Hospicio de San Fernando. Encontramos notables diferencias con otros distritos más nobles, como Buenavista donde, por poner un ejemplo, hay 1.094 abogados por los 161 censados en Universidad.

En cuanto a las mujeres, hay que tener en cuenta que la mayoría consignaban en el padrón “labores domésticas” pero hoy sabemos que esta denominación genérica escondía trabajos de subsistencia entre las mujeres de las clases populares, ocupaciones que por ser típicamente femeninas no se consideraban trabajo o, simplemente, la voluntad de ocultarlo por la mala consideración social del trabajo femenino después del matrimonio. Por poner un ejemplo de esto, el 69% de las mujeres censadas en el barrio del Dos de Mayo declaraba trabajar en casa. Aunque habría que descender más en los datos del padrón de lo que nos permite el informe del Ayuntamiento, es habitual encontrar en la época a mujeres “cabezas de familia” con hijos a su cargo, que sin duda tenían que salir a trabajar (como por otra parte hacían también muchas mujeres casadas). ¿Es posible que hubiera una sola mujer lavandera en el barrio de Monteleón o ninguna verdulera en Apodaca, cerca del mercado de San Ildefonso, y siendo dos de las profesiones más típicas de las mujeres del pueblo? Seguramente no.

La profesión más representada entre las vecinas de la época era la de sirvienta, si bien Universidad es el distrito donde menos sirvientas censadas encontramos: 454, muy lejos de las 7.437 de Buenavista.

En fin, esto no es más que un perfil muy sucinto del barrio de Malasaña y sus habitantes hacia 1915, os dejamos el enlace al informe del Negociado de Estadística del Ayuntamiento de Madrid en 1915, que contiene información profusa en sus 134 páginas. Una lectura apasionante que llevará al lector a entrar, incluso, en el terreno de la curiosidad, y quizá a preguntarse quiénes eran las 288 mujeres y 81 varones que lograron la gesta de sobrepasar los 90 años, quién era el único extranjero del barrio de Minas o por qué había 16 en el de Hernán Cortés.

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