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Calle Larra: ¡paren las rotativas!

Luis de la Cruz

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Entre las calles de Barceló y Sagasta – con interrupción de Apodaca – transcurre la calle Larra, cuyo nombre obedece al homenaje al célebre escritor y periodista romántico. El autor de Vuelva usted mañana está precisamente de anti celebración estos días (se suicidó un 13 de febrero de hace 175 años) y parte de su memoria descansa en el barrio: en el Museo del Romanticismo podemos encontrar retratos, cartas, una baraja de cartas, un mechón de pelo suyo y hasta la pistola con la que se quitó la vida.

La calle nace, como las de la barriada que la circunda, después del abandono de los pozos de nieve, hacia 1863. La mayoría de las casas son del siglo XX y se aprecia un barrio más abierto y burgués que el del corazón de Malasaña.

Enciclopedia empedrada del periodismo español

Enciclopedia empedrada del periodismo español

Que la calle lleve el nombre de uno de los patrones del periodismo patrio es coherente con la agitación de talleres y redacciones que durante el siglo XX ha albergado. El magnífico edificio modernista del número 14 fue levantado en 1908 para acoger las máquinas y la redacción del semanario ilustrado Nuevo MundoNuevo Mundo. El título obedece a que la revista empezó siendo en 1894 un compendio de noticias de las provincias de ultramar. La publicación, pionera del fotoperiodismo, dejó de publicarse en 1933 (desde 1917 su sede estuvo en la calle Hermosilla) y contó con firmas tan rotundas como las de Miguel de Unamuno y Azorín.

A Nuevo Mundo le siguieron simultáneamente las cabeceras La Voz y El Sol, concebidas desde el principio como tándem. La Voz, vespertina y de orientación más comercial. El Sol, liberal, de simpatías obreristas, que tuvo como impulsor intelectual a Ortega y Gasset y contó con firmas como las de Ramón J. Sender o Manuel Aznar.

Los talleres fueron incautados según entraron los franquistas en Madrid y allí se aposentó la Prensa del Movimiento: el diario falangista Arriba, que había sido fundado por José Antonio Primo de Rivera, y el diario deportivo Marca. En Arriba llegó a firmar artículos el mismo Francisco Franco.

En el edificio tuvo sede también el Diario Madrid, que había sido fundado por el derechista Juan Pujol en los años treinta. Es el periódico de los sesenta, cuando cambia de manos, el que es recordado como cabecera, si no opositora al franquismo, al menos sí aperturista. Son los tiempos de los Miguel Ángel Aguilar y José Oneto. En 1968 estuvo cuatro meses cerrado por un artículo de Rafael Calvo Serer titulado Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle que, evidentemente, se refería a Franco. El Madrid cerró en 1971, pero en el edificio está bien vivo su recuerdo, con letrero y todo: el que lleva la fundación que lleva su nombre desde 2007. A principios de los noventa un grupo de ex trabajadores intentaron ponerse al frente del periódico sin éxito. Finalmente, el edificio se convirtió en 1994 en sede del Instituto Europeo de Diseño.

Calle de muros nobles

La calle Larra conserva un buena repertorio de arquitectura del siglo XX. En el chaflán con Barceló abre sus puertas la discoteca Pachá -otrora teatro Barceló –, cumbre del racionalismo madrileño. Su autor, Luis Gutiérrez Soto, pasó de ser futbolista discreto del Real Madrid a uno de los mejores arquitectos españoles. En su haber figura la inroducción de ideas más renovadoras, pero también haberse plegado tras la guerra al ideario estético fascista con, por ejemplo, el neoherrerianismo del Ministerio del Aire, en Moncloa. Otras obras suyas son el Alto Estado Mayor, el edificio Fénix, las torres del Retiro o el cine Callao.

Del racionalismo podemos pasar al modernismo a la catalana del número 14, sede de varios periódicos, como hemos visto. Levantado por Jesús Carrasco en 1908, hoy comparten su espacio la Fundación del Diario Madrid y el Instituto Europeo de Diseño. Merece la pena pararse a mirar sus originales columnas y la decoración cerámica de Daniel Zuloaga, también entrar a ver el edificio y contemplar el precioso techo del salón de actos.

Justo enfrente, encontramos una serie de edificios de viviendas realmente fabulosos (entre los números 11 y 21). Sus fachadas de corte historicista y sus aleros llaman la atención. Los edificios datan de 1929 y su arquitecto fue Luciano Delage Villegas. Aún encontraremos en la esquina con la calle Sagasta el interesante edificio de finales del XIX que es hoy el Fondo de Garantía Social (FOGASA).

Comercios y vecinos

Comercios y vecinos

Seguramente el comercio más llamativo de la calle es el restaurante Los Pucheros, que lleva abierto desde 1940 y en cuyas mesas han alternado muchos plumillas. Otros comercios llamativos son la tapicería González, frente a Pachá, y la almoneda que hace esquina con Apodaca. Entre los establecimientos que se fueron lamentamos la desaparición de Gráficas Sánchez, cuya preciosa portada merecía haber pervivido fuera cual fuera el negocio que naciera después en el local.

Curiosamente, en el mismo sitio donde se imprimía la propaganda franquista empezaba a reorganizarse también parte de la oposición al Régimen. En una taberna de la calle Larra se reunían jóvenes socialistas que acababan de salir de la cárcel a principios de los años cuarenta para reconstruir el PSOE y la UGT. De aquellas reuniones salió la primera Ejecutiva del partido en el interior. Su secretario general fue Sócrates Gómez, – calle obliga – periodista de profesión.

En una calle de nombre tan literario tampoco podían faltar vecinos escritores. Aquí tuvo casa Manuel Machado y hoy vive en ella el poeta Luis García Montero, que ha escrito “Mi nombre es Luis, / soy español, vivo en Madrid, / en el número uno, calle Larra,/...”

La calle Larra tiene dos fotos, una estática de sus nobles formas arquitectónicas, y otra frenética, la de la memoria de muchas décadas de periodistas y escritores en algunas de las cabeceras más importantes del siglo XX español.

Antonio

Muy bonitas las fotos, y muy bonita la calle; la pena es el edificio de viviendas de ladrillo en la calle Churruca (duele la descontextualización que produce).

A esperas del mercado nuevo de Barcelo (total ejemplo de gentrificación), y haber que hacen con los jardines del arquitecto Ribera. El antiguo hospicio de San Fernando es una preciosidad de edificio.
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