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Calle del Norte, testigo de noches interminables

Luis de la Cruz

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La calle del Norte es una vía larguirucha que une Noviciado con Quiñones y que lleva este nombre (al que no hay que buscarle más antecedentes que su geografía) desde bien antiguo. A su paso empedrado de cuesta pronunciada se va encontrando con las calles de San Vicente Ferrer y de la Palma.

La calle luce como heridas de guerra viejas puertas de negocios que hace no tanto debieron animar su adoquinado: una vieja imprenta, una bonita portada de madera que ya no enmarca nada o el gran local de Domènech, emblemática tienda de fotografía que ha cerrado este mismo

año después de 40 recibiendo en su casa a los aficionados más exigentes, uno de los últimos refugios

de la fotografía analógica.

Flanquean hoy la calle una tienda de motocicletas, que deja un desfile de motos aparcadas en el último tramo, un centro de salud, alguna peluquería y un par de tabernas donde hacer alto en el camino.

En el número 15 de la calle está la sauna Paraíso, conocido local de ambiente gay que ocupa una antigua casita baja con patio y bonito enrejado en la fachada. La sauna también se extiende al local de al lado. En tiempos, por la casita blanca se entraba a Las Brujas, que se publicitaba como “el tablao flamenco más famoso del mundo”. El tablao se inauguró en 1960, anticipándose a

la llegada del turismo a la sueca, y permaneció abierto hasta 1982. Por sus tablas pasaron nombres tan importantes como Manolo Sanlúcar, Juan Habichuela, Pepa de Utrera o Pepe de Lucía. Las Brujas contaba con un cuadro propio de guapas bailaoras y en él se sucedieron algunas de las noches más largas de aquel Madrid.

Sobre Las Brujas escribió Castillo Puche en los años sesenta:

“Carteles de toros, tinajero, pozo, ajos, y pimientos en ristra, arcabuces, monteras… Todo lo que es la orquestación visual del rito. Esto era antes un almacén de botellas. Sótano inverosímil de arcos y recovecos. El lugar es fenomenal… Los socios de Las Brujas son unos aficionados sorprendentes. El uno era un marino mercante; el otro telegrafista de un barco; uno de Puente Genil y otro de Córdoba”

En 1996 la sauna seguía conservando una licencia de café teatro, razón por la cual se vivió allí un desagradable incidente. La policía irrumpió una tarde con una orden municipal, poniendo en fila a los clientes desnudos para pedirles el DNI y tomando nota de sus datos. La

actuación policial fue bastante sonada entre colectivos gays como COGAM, que vieron en el dispositivo una evidente extralimitación homófoba.

Recientemente el nombre de la calle ha salido en los papeles más de lo que por su importancia acostumbra. El pasado día 23, la policía desahució a Victoria, una anciana de 84 años con cáncer terminal que vivía allí hacía ya medio siglo. Según contó su abogado, Victoria había acumulado algunos meses de deuda con una entidad inmobiliaria, que desoyó la intención de pagar la deuda. Quitarse de encima un alquiler de deuda antigua siempre sale más rentable. El caso sonó mucho por ser especialmente sangrante, y porque el desahucio se había conseguido parar ya en dos ocasiones con la ayuda de vecinos, activistas del 15M y miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. A la tercera, y con un inusitado despliegue policial, Victoria y su hijo discapacitado perdieron su casa.

La calle del Norte es un nervio largo que atraviesa otras calles de más interés. Una cuesta que subir con la vista clavada en el Monasterio de Monserrat, antigua cárcel de la Galera. Sin embargo, como hemos visto, en los rincones solitarios es donde las noches pueden hacerse más largas en Madrid y sucederse también las historias más tristes.

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