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Tudescos: con tabernas tan célebres como sus clientes

Luis de la Cruz

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Entre las calles de Luna y la Gran vía, transcurre la calle de Tudescos, nombre eufónico que sugiere una

calle de categoría mayor que la actual, la que le hurtó la Gran Vía cortándole todo el tramo que llegaba hasta Santo Domingo, y la que, desde hace ya demasiado tiempo, le resta el permanente estado de obras de la esquina de Gran Vía con Tudescos.

Tudescos son los alemanes de Sajonia y en castellano, por extensión, alemanes. Existe una versión sobre el origen del nombre según la cual se debe a un colegio para ingleses supuestamente fundado en 1611 en el extinto tramo de Tudescos. Lo regentaban jesuitas venidos de flandes, que los madrileños del momento llamaron tudescos. En contra de esta versión está el hecho de que el colegio parece que estuvo en realidad en la calle del Príncipe. En cualquier caso, los alemanes habitaron el barrio en tiempos – de los que llegaron en el XVII acompañando a Mariana de Neoburgo, exposa de Carlos II, queda recuerdo en el nombre de San Antonio de los Alemanes y aún antes los alemanes

vinieron durante los otros reinados austrias.

Actualmente

el primer tramo de la calle de los Tudescos hay que pasarlo por el exiguo espacio que deja una valla de obras y el edificio del Palacio de la Prensa, un camino de pintadas y puertas traseras que deja vislumbrar en sus salidas dos mundos bien distintos: a un lado el mítico letrero del Capitol, al otro la Plaza de la Luna.

Mucha gente conoce Tudescos por el famoso aparcamiento, otros también por el Buda Feliz, restaurante chino pionero en Madrid que va ya camino de los treinta años haciendo rollitos de primavera. Habrá también quien la recuerde por el Horno de Tudescos, del que hoy sólo queda el recuerdo de sus palmeras y el local cerrado.

Grandes edificios que fueron, son y serán

El edificio de más importancia de la calle es sin duda el Palacio de la Prensa, cuya primera piedra colocó Alfonso XII en 1925. Un gran edificio a la americana que alberga también una importante sede, la del Partido Socialista.

En frente justo, en lo que hoy parece un escenario de una película bélica, hubo otro cine de menores proporciones, el Actualidades, en los bajos del Hotel Nueva York. Fue derribado en los sesenta para levantar en su lugar el edificio del Banco Atlántico y hoy crece en el solar un bloque de pisos de lujo que será el primer hijo de la Gran Vía en el siglo XXI.

Las tabernas también hacen historia

Tudescos pertenece al ramillete de calles hoy a un paso de la Gran Vía, que antes y despúes de la llegada de la calle reina a la planimetría madrileña ha mantenido cierta fama de noctámbula y peligrosa. Famosas eran sus tabernas y a su cobijo ha conocido la calle a sus visitantes más ilustres.

Entre las tabernas de renombre en el Madrid de su momento estuvo la taberna de Traganiños, lugar sórdido donde se daban cita prostitutas, ladrones y otras “gentes de malvivir”. Existía, al parecer, en su trastienda una “escuela de carteristas” donde los aprendices practicaban con un maniquí. Allí hicieron tiempo muchas veces las gentes de Luis Candelas, que vivió en el número cinco de la calle. Se dice que de allí salía el famoso bandido disfrazado de Luis Álvares de Cobo, rico indiano del Perú por el que se hacía pasar Candelas para vivir los días con la alta sociedad capitalina.

Hubo otras tabernas de importancia en Tudescos, entre otras el mesón de la Tinaja, regentado por Ana de Villafranca, de la que siempre se ha dicho fue amante de Cervantes y madre de su única hija Isabel.

De tradición nocturna, no podría faltarle tampoco su café de bohemios, el de la Luna al llegar a esta calle, y su crimen de princios del XX, “el crimen de la calle de Tudescos”, de mujer degollada de los que tanto gustaban a la sociedad madrileña de la época.

Hoy Tudescos parece una calle tuerta: sin lo que fue su otra mitad, sin uno de sus costados y sin definir entre dos grandes plazas. Mucho menos de lo que fue.

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