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Calle de las Negras: con una historia de esclavas y aristócratas

Luis de la Cruz

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La calle de las Negras une Princesa con la Travesía del Conde Duque. Se encuentra a su paso con la calle del Duque de Liria, que la divide en dos mitades.

Sobre el origen de tan peculiar nombre (se llama así desde 1835), el anecdotario madrileño aporta distintas versiones. La más extendida y verosímil habla de que allí vivían las esclavas de los duques de Veragua (nietos de Cristobal Colón). La casa de los duques estaría en donde está el actual palacio de Liria y allí, separados del mismo, viviría la servidumbre.

En otras, las esclavas pertenecen a otros notables, como por ejemplo Enrique III de Castilla, a quien el gran Tamerlán (conocido conquistador persa del siglo XIV), se las habría enviado como presente.

A la hora de sumergirse en papeles a la busca de las identidades pasadas de la calle de las Negras conviene saber que hubo otra así llamada antes. Se trata de la actual calle de la Sierpe (cerca de la calle de Toledo). Según se cuenta, allí vivía un comerciante de joyas brasileño que tenía esclavas negras a las que daba muy mala vida.

Como tantas otras calles de la zona, ha quedado inmortalizada como escenario galdosiano. Es en La Fontana de Oro, que fue la primera novela que publicó el canario. A veces, se localiza allí el recuerdo de una posada que había en el siglo de Oro, y que el propio Calderón de la Barca refiere hablando de su singular oferta de “media con limpio”, posibilidad de “pedir cama con compañero sin sarna, bubas ni otras lindezas”. Sin embargo, parece más lógico pensar que estuviera en la otra calle de las Negras de la que hablamos antes.

La callecita siempre fue, y en cierto modo sigue siendo, la separación del Cuartel del Conde Duque y la casa solariega de los Alba. Cuando se construyó el cuartel de Guardia de Corps se mantuvieron estos terrenos -propiedad del palacio de los duques de Berwik y Liria, luego de Alba- como linde.

Como en la historia que da origen al nombre, la servidumbre de palacio vivía en las casas de corredor de viejo ladrillo y otras contiguas que ocupan toda la manzana (y a las que ya nos referimos al hablar también de las calles de Manuel y del Duque de Liria). Aún hoy, esta gran corrala, a la que merece asomarse porque no abundan ya en el barrio y por ver las viejas caballerizas, es patrimonio de la Casa de Alba, que es la casera.

Justo en frente de la corrala encontramos un gran caserón que, aunque pertenece al conjunto histórico del palacio (la “casa del guarda”) es hace mucho años ya un restaurante. Últimamente se ha convertido en restaurante oriental que, por supuesto, también paga mensualidad a la aristócrata casera.

Pese a ser tan pequeña, la calle se divide en dos tramos. El primero, con el lateral del cuartel y los árboles de palacio sobresaliendo por encima de una tapia al fondo, correspondería con el callejón que hemos descrito, escondite habitual para los buscadores de aparcamiento que conocen bien el barrio

El segundo, tras cruzar Duque de Alba, es en realidad una escalerita que baja hasta Princesa. En ese trayecto mínimo encontramos, sin embargo, los únicos comercios de la calle: la Boite Alfonso, el restaurante Las Cuevas del Duque y una peluquería.

Los dos primeros, 'boite' y restaurante, llevan muchos años allí, aunque los vecinos nos cuentan de unos grandes coloniales que ocupaban en tiempos ambos locales. La 'boite' se convierte en las madrugadas en un curioso escenario en el que se juntan a última hora jóvenes en busca de la última copa y gente entrada en la cincuentena, más acorde con un lugar que se llama 'boite' y no bar o discoteca.

La calle de las Negras, listada entre las de Argüelles, pero pequeño límite del barrio de facto, es callejón, es trasera de grandes moles y sitio singular -por sus tapias y corralas - a la que merece echar un vistazo si te ha pasado desapercibida.

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