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Calle Churruca: de Machado y Jardiel a los tiempos del botellón

Luis de la Cruz

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La calle de Churruca surca el camino entre las de Barceló y Sagasta. El apellido que la bautizó, que hoy inspira el recuerdo de una conocida marca de pipas, pertenece sin embargo a Cosme Damián Churruca, militar y marino español del siglo XVIII que destacó en la batalla de Trafalgar. Churruca pertenece a la nómina de calles que nacieron en los terrenos dejados por los obsoletos pozos de nieve, a finales del XIX.

Hay en la calle dos edificios de viviendas muy sobresalientes, gemelos entre sí y hermanos de otros similares que se encuentran en la calle Larra. Fueron levantados al filo de los años treinta por el arquitecto Luciano Delage Villegas, con estilo ecléctico historicista.

De los tiempos del macro botellón en los noventa sobrevive en la esquina con Barceló el bar Kyoto (entonces con un sempiterno letrero de “el baño es para los clientes”). Otros bares señeros de aquellos tiempos, como el muy rockero Clan, ya no están, aunque hay otros bares de copas que han recogido su testigo.

De los negocios más tradicionales queda la puerta de los viejos coloniales La Taza de Plata, la zapatería José Luis y una cerrajería de esas de paredes abarrotadas de llaves. Hay además una sauna gay, un par de bares – notables son por la cantidad las tapas del Petisqueira – una escuela de publicidad, un pequeño súper de barrio...

El número 15: un inmueble muy literario

El número 15: un inmueble muy literario

Una de las placas romboidales del ayuntamiento de Madrid da noticia en el número 15 de la calle Churruca de que allí vivió y murió el poeta Manuel Machado. Su familia ya había vivido en la vecina calle de Apodaca, y en 1917 Manuel compraría esta casa. Murió en 1947 y, hasta solo tres años antes, ejerció su cargo de director de la cercana Biblioteca Municipal, en el Hospicio de la calle de Fuencarral.

En el mismo número vivió, aunque ninguna placa lo rememore, otro grande de las letras: Enrique Jardiel Poncela. Hacia 1916 se mudaron los Jardiel al entresuelo del número 15. Manuel Machado, de hecho, animó al joven Jardiel, que había escrito su primera novela a los 11 añitos, a seguir su vocación de escritor. Aquí, en la calle Churruca, había encontrado Jardiel otro vecino ilustre ma non troppo que se convertiría en su colaborador, Serafín Adame. Los dos jóvenes escribirían juntos su primera obra, Dádivas quebrantan peñas, bajo el seudónimo Serafín y Joaquín Álvarez Tintero. A las reuniones hasta la madrugada en la casa de Churruca, muy conocidas en ciertos ambientes al parecer, se las llamaba el bazar turco. En la calle nació también, mucho más recientemente, la novelista Almudena Grandes.

La calle de Churruca es una de esas calles breves y poco llamativas que, sin embargo, tal y como hemos visto en otras ocasiones, esconde también historias interesantes a la espera de rescate.

Josep Montella

Lo de la burra (sic) de Almudena Grandes ha quedado como decir "Allí tocaron Mozart, Baremboin, Rubinstein y Leonardo Dantés"
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