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Beneficencia: una calle con más sorpresas que hoyos

Luis de la Cruz

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Desde Fuencarral hasta Serrano Anguita pasando por Mejía Lequerica, la calle Beneficencia, que antes se llamó de San Benito, arroja hoy a la vista un paisaje de

obstáculos difícil de encontrar en Madrid: las vallas que delimitan la parte trasera del Museo Municipal se juntan con los socavones abiertos para una intervención del Canal y, avanzando la calle, con las de una puerta del mercado provisional de Barceló.

Debía ser ya a principios de siglo XIX una calle un tanto olvidada y los alrededores del hospicio, zona de gente humilde a merced de lo que el dramaturgo Joaquín Dicenta escribía en 1903 en ABC :

“El espacio de piso, encauzado por las dos aceras, luce más hoyos que adoquines y más basura que hoyos…De día, la calle es solitaria; no recibe otras visitas que las del sol, dedicado a convertir, por obra de sus rayos las desconchaduras rojizas de los edificios en llagas cubiertas de pus”. Y sigue luego el escritor despachándose despectivamente sobre el lumpen que pululaba al caer la noche.

Beneficencia es una calle que destaca ciertamente en el callejero para unir dos polos tan transitados como son Fuencarral y la zona de Alonso Martínez. Seguramente, con la reapertura del Museo Romántico y la inauguración del mercado provisional de Barceló aparecerá más en medios y conversaciones y con una futura peatonalización tal vez se recupere por completo.

Se entra a la calle bordeando el imponente edificio del Antiguo Hospicio de San Fernando, levantado entre 1721 y 1726 por Pedro de Ribera. El que durante años fuera Museo Municipal es ahora Museo de Historia a la espera de que concluyan al fin sus obras de rehabilitación. En el aristocrático edificio de enfrente, en la otra esquina con Fuencarral, hay una placa que recuerda que allí vivió y compuso el autor de zarzuelas José Serrano.

El estudio del compositor de Los de Aragón y del himno regional tiene una historia curiosa. Su casa estaba enteramente decorada con motivos musicales: los sillones eran timbales, las sillas tambores, las cortinas estaban bordadas con las notas de sus composiciones, y así con todo el mobiliario. El interior del piso fue llevado a Valencia para ser exhibido a la muerte de un hijo, que lo habitaba en 1984.

Beneficencia hace esquina con el pasaje popularmente conocido como de Modesto Martínez, ciudadano que decidió adjudicarse una calle que nació al abrirse un nuevo solar entre San Mateo y Beneficencia, y lo hizo de la manera más directa posible: colocando él mismo la placa con su nombre. Aunque el pasaje ha sido así nombrado en varios foros – incluido el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid - es dudosa la pervivencia oficial de la nomenclatura, dado que desde hace pocas fechas ha desaparecido la ya muy deteriorada placa con el nombre del guasón Modesto.

En el mismo callejón está el Instituto San Mateo, donde cada cuatro años acude a votar Gallardón y que es hoy día el Centro de Educación de Personas Adultas del distrito. En frente, el recién inaugurado mercado provisional.

El Mercado de Barceló

En julio de 1956 el cura párroco de la iglesia de Maravillas bendijo los 119 locales del entonces nuevo mercado de Barceló en una inauguración que suponía el final de los puestos en la calle de la vecina Corredera. Cinco décadas después en Beneficencia se dibuja una nueva transición para los comerciantes, que pasarán dos años en el mercado que se ha levantado sobre los Jardines del Arquitecto Ribera mientras se tira abajo el viejo mercado para construir uno más moderno.

El Museo Romántico

Si el mercado es la salsa de la calle, el Museo Romántico – con entrada por San Mateo y por Beneficencia – ha sido durante años un espectro misterioso. Poco conocido entre los madrileños por razones de fuerza mayor -desde que se inaugurara en los años veinte ha permanecido casi más tiempo cerrado que abierto- hasta ayer llevaba desde el año 2000 sin

abrir sus puertas.

El museo fue fundado por el marqués de la Vega-Inclán, que le alquiló su palacio dieciochesco a los condes de la Puebla del Maestre. Se trata de un espacio mágico que recrea la vida cotidiana del XIX potentado. La reinaguración llega muy justita para el bicentenario del nacimiento de Larra, del que se conservan pistolas de duelo y manuscritos.

Entre los años cincuenta y setenta por esta calle se accedía al Museo Nacional de Teatro, que posteriormente sería trasladado a lo que hoy es el Reina Sofía, antes de recalar definitivamente en Almagro.

Otros edificios de interés en Beneficencia

Pese a no ser una calle muy relevante, Beneficencia tiene buenos ejemplos de arquitectura madrileña en su acera frente a los Jardines del Arquitecto Ribera (popularmente conocidos, hasta ahora, como el parque de Barceló). Además del mencionado Museo Romántico y alguna muestra notable de arquitectura en ladrillo del XIX, en esa acera se encuentran también el palacio de los duques de Veragua y el complejo de la Iglesia Anglicana de Madrid (que en su interior esconde un jardín que ojalá fuera de acceso público).

El palacio de los duques de Veragua fue levantado entre los años 1860 y 1862 por el arquitecto Matías Laviña con dos fachadas que dan a San Mateo y Beneficencia. Durante la segunda mitad del XX fue el Servicio Nacional de Productos Agrarios (hoy Fondo Estatal de Garantía Agraria).

En el número 18 de la calle está la Iglesia Catedral anglicana de Madrid, una curiosa iglesia neogótica con dos bloques de dependencias en ladrillo a los lados. La instalación de una iglesia protestante levantó muchas ampollas en el Madrid de finales del XIX. La España más religiosa, con el arzobispo de Toledo al frente, se opuso una vez más a la España liberal. Finalmente la capilla pudo inaugurarse en 1893 bajo la condición de que se establecieran dos escuelas católicas en las inmediaciones para corregir los “efectos negativos” que la enseñanza protestante habría de causar en la España de la Virgen María. La iglesia anglicana resulta un espacio extraño incluso hoy en la católica España: de allí no salen procesiones por Semana Santa sino que se hacen huevos de pascua y conciertos de Bach. Allí es posible ver oficiar a una mujer pastor. En los años cuarenta hubo también en este número de la calle un comedor del Auxilio Social franquista.

La calle de la Beneficencia es, como hemos visto en este paseo por ella, una calle de contrastes, que en su momento recogió a gentes de extractos humildes y palacios nobiliarios, que contiene muelles de carga de mercados y museos aristocráticos, donde estaban – se nos olvidaba – las taquillas del Atlético de Madrid en los cincuenta y se hacen conciertos de música clásica por Semana Santa. Es a la vez y en fragmentos, bonita y fea. Una calle contradictoria, que puede verse revalorizada en próximos tiempos sin zanjas ni boquetes.

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