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Being Berber y el torrente musical de Malasaña

Being Berber. De izquierda a derecha: Chris, Marco, Pablo y Gonzalo (tumbado)

Diego Casado

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La música en Malasaña se parece a un río subterráneo, de esos que se filtran por cualquier recoveco y que acaba saliendo a la luz en forma de torrente, limpio y fresco. Ocurrió en los ochenta con La Movida madrileña, de la que fue su epicentro. También en los noventa, durante la explosión indie. Y está sucediendo hoy, todavía de forma soterrada: ese río musical incesante sigue filtrándose por los recovecos de las pequeñas salas de conciertos, de los bares o de otros espacios inventados por los propios músicos. Y, de vez en cuando, va saliendo al exterior en forma de discos brillantes.

El último ejemplo de este fluir musical es el Chromatography de Being Berber, un grupo que tiene en su ADN marcado el espíritu del pop-rock que nace en este barrio de Madrid. La charla que mantenemos con su líder, Chris Peterson, y con otro sus miembros, Pablo Rego, explica muy bien el momento musical que vive Malasaña y cómo los bares siguen siendo los núcleos conectores que juntan a los artistas: la entrevista tiene lugar en la barra del Picnic (C/ Minas 1), local propiedad -en parte- de Xoel Deluxe y también de su hermano, el DJ Adrián LeFreak, quien conversa en la esquina con Eva Amaral, parroquiana habitual del local. Todo mientras otro de los miembros de Being Berber, Gonzalo Ruiz, sirve cócteles al otro lado de la barra y contesta al vuelo a alguna pregunta.

“Por Malasaña acuden muchos grupos que deberían ser más conocidos”, señala Chris antes de nombrar algunos, tarea en la que le ayuda Gonzalo, el guitarrista, desde el otro lado de la barra: salen los de Mata Tigre, Sorry Kate, Tuya, Against the Waves, Afilador, Fuckaine, Owl Captain (a punto de sacar disco en el que aún puedes participar), Modelo de Respuesta Polar y otros más consolidados como Trajano! o León Benavente. Estos últimos, una de las últimas sensaciones nacidas de Malasaña, tienen una historia compartida con Being Berber: ambos coincidieron en la residencia musical que Red Bull montó en Matadero Madrid en 2012 para bandas emergentes, una experiencia que acabó resultando clave para los primeros y también para el conjunto de Chris Peterson.

“Tener este apoyo y que alguien nos dijera que les gustaba nuestra música fue clave. De ahí grabamos nuestro primer EP”, explica Chris. Por entonces la formación del grupo que compuso Anthem (2013) era algo distinta a la actual y al proyecto le costó arrancar hasta encontrar la formación definitiva, a la que se unió además de los antes citados Marco Lipparelli a la batería.

Con los Being Berber casi definitivos se lanzaron a montar un crowfunding para editar su primer disco: consiguieron 3.800 euros de financiación a finales del año pasado, que no cubrían todos los costes de producción pero ayudaron bastante. “Vamos a pagar el resto de nuestros bolsillos mientras comemos pasta durante los próximos 90 días. No es coña”, decían entonces. Luego grabaron Chromatography en el Invernadero de Brian Hunt, y pasaron una semana de “insomnio” el pasado julio mientras Chris lo editaba en su propia casa. “Me dio la sensación que en un día pasaba 48 horas despierto. No dormía porque tenía poco tiempo y quería que todo quedase bien”, confiesa.

El resultado es una colección de nueve canciones pop redondas, con sonidos etéreos pero de gran fuerza, que está dando de qué hablar en los medios especializados. Una de ellas, Maria Fray, ya fue reseñada en Somos Malasaña por su relación con uno local mítico del barrio, el O Compañeiro. En el resto del álbum hay escondidas otras historias personales, como la paternidad (Legacy, el primer single), imágenes sucedidas recientemente (Lone Wolf), el deseo de moverse (Wanderlust) o hasta una petición de mano (Dent de Lion).

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La historia de Chromatography es también la del empeño personal de Peterson, un norteamericano (nació en Portland) adoptado por Malasaña hace ya unos cuantos años y que vive la música intensamente. Gracias a él se siguen celebrando los Sofá Underground, esos mágicos conciertos clandestinos en salones de casas, y también por su tesón llega a nuestros oídos este disco. Pablo, que toca los sintetizadores con él, recuerda que su constancia fue clave para conseguir que este trabajo saliera a la luz mientras el líder de la banda se quita importancia.

La necesidad de tener que poner horas de sueño a este trabajo, de autoeditarse con un crowdfunding o de compatibilizar su faceta como músico con un trabajo con el que ganarse la vida (Chris es profesor de inglés) habla mucho de la precariedad que vive el mundo de la música en Madrid. Being Berber presentarán su trabajo el próximo 17 de diciembre en los Conciertos de Radio 3, pero actualmente no cuentan con un local de ensayo permanente.

Sus miembros no se quejan en absoluto. Están acostumbrados a vivir en la escasez de medios. Pero si con estas dificultades estructurales salen trabajos como los de Being Berber, nos quedamos con la curiosidad de qué pasaría si se les diera algún tipo de facilidad en forma de salas de ensayos y conciertos a todos estos grupos que están surgiendo alrededor de Malasaña. Tal vez el nuevo Ayuntamiento tenga una respuesta para eso.

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