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Amor de calle: vermú, cócteles y conservas de calidad

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Malasaña a Mordiscos

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Antes de ir al Amor de calle, pasamos a probar el bocadillo de pastrami de José Andrés en El Porrón Canalla. Ya os hablé, aquí, sobre El Porrón Canalla y sus propuestas colaborativas “humanitarias”. En este caso se ofrecían 100 bocadillos de pastrami “solidario”. El pastrami realmente excelente, el matiz ahumado era lo más destacable, aportaba un punto a madera y ¡whisky! particular; iba acompañado de pepinillo, cebolla morada y mostaza en grano. El pan suave y delicado. Peeeeeeero, ¡el precio exagerado! 2 bocatas de pastrami, 1 caña (pequeñita), 1 bolsa de patatitas de marca José Andrés (con sal rosa del Himalaya, ese Himalaya que no para de vomitar sal [¿uhm?]) y un porrón (2 vasos) de vino tinto (nada destacable), 29 eurachos. Así como la otra vez la relación calidad/precio/disfrute me pareció bien, en este caso me ha parecido un pelín robo. Somos tan solidarios que con un bocata solucionamos todo el problema de África en un plis plas.

Y allá voy, ¡al ataque!: no estoy a favor de dar sin más a la gente cosas en modo ayuda. Y África y sus números demuestran que la solidaridad que lleva practicando occidente desde los años 70 aprox. no ha aportado una solución seria al problema de hambruna de dicho continente sino que, en cierta medida, lo ha perpetuado. Los occidentales nos sentimos fenomenal dando dinero para un pobre niño que “adoptamos” en no sé dónde o para un maravilloso proyecto de una escuela en una aldea remota con un nombre, a poder ser, bien exótico. Utilizamos la dinámica de pecado-confesión-rezos-absolución católica, la aplicamos al mundo laico (o también religioso) y, tachán, ya tenemos una ONG. Y las ONGs crecen, se reproducen y no mueren… Así que más nos vale perpetuar la hambruna, hay que alimentarlas. Nosotros lavamos nuestras almas y ellos (las ONGs y similaris) lavan su dinero (exento de todo y con un control de lo más laxo). Negocio redondo. Anécdota: una vez (siglos ha) quise participar de esta orgía de bondad, ofreciéndome a Cruz Roja como voluntaria, me dijeron que tenían un bonito piso en Pozuelo con 3 exdrogadictos con sida a los que se debería ayudar a cocinar y en las tareas domésticas. Y yo me pregunté, ¿por qué? No estaban incapacitados para hacer dichas tareas. ¿Por qué era necesario hacérselas? Me pareció absurdo, recapacité y decidí no hacerme voluntaria.

¿Estamos dando cosas absurdas simplemente porque hay que dar, hay que demostrar que somos buenos? Tenemos una oferta amplísima de ayudas al mundo, un verdadero El Corte Inglés de la caridad: para negros (ah, no, que se dice personas de color, nunca lo entenderé… yo no debo tener color, aunque yo me veo blanca, bueno a pintas, como los dálmatas), amarillos (personas de otro color), tropicaloides (personas de otra geografía), animales (personas no consideradas personas), niños (personas pequeñas), mayores (personas ancianas), exalgo (personas antes adictas), mujeres (personas no hombres)…

Es precioso el negocio del lavado de conciencia. Sería bueno que aprendiéramos a dar a cambio de algo, no tiene porqué ser equitativo, pero sí debe darse a conocer que los fardos de arroz no caen de helicópteros, que hay que ganárselo y no en una lucha por recogerlo en su caída (lucha en la que gana el más fuerte así que resulta profundamente injusta), sino a cambio de algo, un trueque, un trabajo artesano, algo. La condición humana es absurda, si algo no cuesta no lo valoramos. Me acuerdo cuando los museos en Madrid eran gratis, ¡no había ni flus! Ahora que cuestan, ¡grandes colas! Así de absurdos somos. Ya os veo con las piedras preparadas para lapidarme, lo dejo.

Y os pongo un poco de relaxing musiquita para aplacar vuestra ira. El vídeo os gustará, es todo muy natural, especialmente Chris Rea tirado en un rincón tocando en modo intensito una guitarra eléctrica desenchufada (¿ein?).

https://www.youtube.com/watch?v=LRHmVi_L514

Vale, ya voy a lo que nos toca. Amor de calle es un establecimiento principalmente de copeo en el que el vermú tiene un puesto destacado y, en consecuencia, la oferta gastronómica, aún sencilla, es cuidada. El local en sí se presenta como un bar de copas, con gran barra con iluminación inferior y mural de gente con barbas, bigotes (también símbolo de su denominación) y gafas de sol al fondo.

En esta foto podéis ver el bigote signo distintivo del lugar y, en la pared, la amplia oferta de vermús. Está entre un local hipster, una taberna tradicional (con su barrilito de vermú de grifo) y un sitio de copas. Una mezcolanza que, en conjunto, resulta agradable.

M. (apasionado del vermú, especialmente findesemanero) pide un vermú de grifo Miró (2,50 €). Le preguntan si con sifón o sin él, lo pide con sifón porque le recuerda la infancia (los sifones de Proust). Además del sifón, lleva naranja y aceituna (como mandan los cánones) y creo que una mezcla de Campari y algo más, no recuerdo, el toque especial de la casa. Estaba rico, un vermú rojo no excesivamente dulzón (como a veces me resultan los vermús españoles), pero M. lo encontró algo aguado, me temo que el sifón de la infancia debería haberse quedado en la infancia. A mí me gustaron sus matices aromáticos, sus hierbas, su suave amargor, aunque es verdad que el sifón diluía todo un poquito.

Yo miro la oferta coctelera pero no me animo con nada, veo los gin-tonics y aunque no soy muy dada a esta bebida, elijo una combinación denominada Citadelle (9 €), gin-tonic con naranja y canelagin-tonic. Fresco, la ginebra no es especialmente aromática en sí pero se complementa a la perfección con la canela y la naranja que saben darle el aporte dulce-ácido necesario. La tónica cumple su función burbujosa, sin más. Rico, refrescante, fácil.

Para acompañar nuestras bebidas, en primer lugar escogemos sardinillas (5,80 €). Nos comenta la persona que nos atiende, muy amable y dispuesto a explicarnos todo, que toda su oferta es de Conservas de Cambados, una empresa conservera de Pontevedra con 25 años en el sector. Las sardinillas son excelentes, de sabor delicado a nueces, a pistachos, a mar y a pimienta (aunque resulte absurdo, con estos gustos las relaciono), a la par que intenso, permanece en la boca pero no es invasivo. Textura suavísima, se acaban en un momentín. Nos ofrece una tostada para acompañar, crrrrujientis y necesaria.

Por otra parte, nos propone Salsa Espinaler, que nos explica se toma en Cataluña para acompañar conservas de mariscos gallegos. Aceptamos gustosos la oferta. Es una salsa de aperitivo cuyos ingredientes básicos son vinagre y pimentón y realmente le dan a las sardinillas vidilla (aunque ellas solas están estupendas). Una salsa de aperitivo curiosa, sabrosa, picante y ácida. Propia para el vermú, perfecto contraste para el amargo y el dulce del mismo. No es por nada, pero Cataluña tiene una gastronomía bastante más cuidada que Madrid (juas, juas, seguid preparando piedras).

Luego pedimos conserva de ventresca de atún rojo (9 €). Viene acompañada de tomate seco. En primer lugar decir que está riquísimo, se deshace en la boca y con su sabor salino, suave, azulado y untuoso resulta una delicia. Pero, yo no diría ni que es atún rojo, ni que es ventresca. Mi concepto de ventresca son unas lascas bien definidas, algo firmes, de atún provenientes de la zona del vientre de dicho pescado. Por otra parte, el atún rojo tiene una textura recia y un tono más oscuro. Yo diría que es una parte “noble”, tal vez cercana a la ventresca, de bonito del Norte… No sé, últimamente me están dando ventrescas que yo no diría que lo son, sino zonas aledañas. En Sacha lo mismo, presentaron como ventresca algo que no tenía la textura de ventresca. No sé si las delimitaciones de la ventresca son laxas, pero en Asturias tiene una característica precisa: su textura firme que se rompe en lascas. Sea como sea, excelente.

Y, para finalizar, hummus con crudités de zanahoria y apio y nachoshummuscrudités (5,50 €). Un hummus muy ligero, crema fluida en la que ningún sabor prevalece sobre los demás excepto el pimentón que aporta su ahumado suave. Sencillo y agradable, acompañado con zanahorias y apio para mojar y también nachos.

Como veis, ahí están los Humberts Boys, algo hundidos en el hummus, como si se tratara de dos sirenas en arenas movedizas. Humbert I me dice que está contento porque “No todo se puede explicar y es una suerte que así sea: hace que el mundo sea diferente, las emociones son bonitas, ¡no todo es lógica!”. “Sí, lo irracional es bien bonito”, le digo con una sonrisa sardónica. “Sí, es maravilloso que no todo sea tangible y que haya cosas que se nos escapen de las manos”, dice henchido de sí mismo. “Ya, fenomenal, así todas las atrocidades y estupideces del mundo están justificadas (véase creer en cosas intangibles [dioses varios y similares], el toreo, etc.); es nuestra parte irracional, hay que tomarla como es”, le digo un poquito asqueada. “Tú, tus teorías y tus vinculaciones absurdas, ¿por qué no vinculas lo irracional a cosas bonitas como el enamoramiento?”, me comenta igualmente asqueado. “Porque no considero el enamoramiento algo bonito sino algo absurdo, irracional, doloroso y que no lleva a nada bueno. Me gusta lo explicable, lo lógico, lo material”, le comento ya harta. “Déjalo, no tienes arreglo”, se va con aire de superioridad.

Es una pena que este establecimiento se encuentre un poco fuera de la zona de más movida en Malasaña y que, por ello, tengan que recurrir a un captador entre semana, pues su oferta es válida.

Recomiendo este sitio para disfrutar de sus bebidas, combinados, cócteles y, en especial, de su amplia selección de vermús y gin-tonics acompañados con su excelente oferta conservera, esta última con una muy buena relación calidad-precio. Ah, y organizan jornadas gastronómicas especiales (como ostras y cava) y eventos culturales varios y guanchis.gin-tonicsguanchis

  • Amor de Calle, Calle Luna 24 - tel. 675 64 40 55/605 17 77 68. Horario: de martes a sábado de 13.30 a 16.00 y de 20.00 a 00.30. Lunes y domingos cerrado. Facebook: www.facebook.com/amordecallemadrid

Maria

me ha encantado el artículo, quien lo escribe? gracias.

Lu (Malasaña a mordiscos)

Hola María,

¡mil gracias por tu comentario! ¡Me alegro mucho que te haya gustado el artículo!

Soy Lu y soy la que escribo esta sección "Malasaña a mordiscos", dedicada a locales del barrio de Malasaña con comentarios gastronómicos y otros menos gastronómicos.

¡Buen domingo!

Robert

Bonita reseña, da ganas de ir a probar! Lástima que se meta en temas de cooperación que no tiene lugar por aqui. El análisis

que usted hace aqui es comparable a una discusión de bar estéril y sin nigún interés. Su falta de empatía hacia personas vulnerable y su pésima excusa para no colaborar con Cruz Roja le corresponde a usted. Me limitaría a escribir sobre comida, que eso lo hace muy bien!

Lu (Malasaña a mordiscos)

Hola Robert,

en primer lugar, gracias por su comentario.



Mis crónicas incluyen, siempre, otros temas, no solo cuestiones gastronómicas. Una pregunta: ¿por qué se arroga el derecho a decirme sobre lo que debo escribir y lo que no?



Sí, tiene razón es un análisis simplista (de bar) del tema, sin duda. Realmente, no tengo ni el tiempo ni las ganas de hacer un desarrollo más profundo al respecto (aunque sí tengo las bases [datos y estudios, entre otros "Curso anual de Experto en Cooperación Internacional por la UCM", si quisiera hacerlo). No me interesa, estas crónicas son ligeras y no pretendo más de ellas. De cualquier forma, todos los "captadores" de ONGs, Cruz Roja, etc., que hay por la calle no es que ofrezcan un análisis más profundo de esta cuestión y ¡encima pretenden que uno les atienda, empatice y les dé un dinero para causas cuyo recibo de cobro es una foto de un niño pobre (¡ay Hacienda qué laxa eres, a veces!)! A mí, al menos, tiene la elección de leerme o no hacerlo.



Veo que, de cualquier forma, a Usted tampoco le interesa entrar al tema de los datos, visto que simplemente se limita a señalar mis "maldades" (falta de empatía, excusas para no colaborar, cháchara de bar...) y alguna "bondad" (buena reseña gastronómica).



Sobre la empatía, tiene toda la razón, actualmente no tengo empatía alguna con respecto a las supuestas "personas vulnerables", no soy solidaria. Tampoco pretendo ninguna solidaridad conmigo. En este mercado de la empatía yo solo me identifico con los animales no humanos. Lo siento por los humanos, no los encuentro nada vulnerables sino todo lo contrario.



Lo que he explicado de la Cruz Roja no es ninguna excusa (ni frente a mí ni frente a los demás). Por suerte, no debo excusas a nadie.



Gracias de nuevo por su comentario, ¡y que colabore Ud. bien! Seguro que el mundo es mejor con personas como Ud. dispuestas a darnos lecciones de humanidad.
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