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Cosas que sucedieron en la calle de Santa Águeda

Luis de la Cruz

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En tiempos del plano de Texeira (1656 ), la calle, que une Santa Brígida y San Mateo, se conocía como de San Antonio. Posteriormente, tomó el nombre de la santa mártir -de la que se dice fue ejecutada por su belleza (o más bien por rechazar al gobernador romano de Sicilia en el siglo III)- por dar a la calle las ventanas de la Sala de Santa Águeda del hospital de San Antonio Abad.

Aunque la calle termina en San Mateo, podría decirse que continúa en el breve callejón (hoy parquecito) que se asoma a la calle Beneficencia, terrenito con una curiosa historia reciente. Aunque ya no luce su nombre, durante una buena temporada la callecita se llamó de Modesto Martínez, nombre que no obedecía a ninguna personalidad fallecida, como es costumbre en Madrid, sino a un joven que en 1999 tuvo la ocurrencia de encargar la placa -a imagen de las habituales – y colocarla con silicona en la pared del Instituto San Mateo. El Pasaje de Modesto Martínez llegó a ser nombrado como tal en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid.

Hoy en la calle hay una mezcla de edificios decimonónicos, nuevos y pocos locales abiertos. Un paisaje comercial y una vida muy distintas de la que intuimos, en textos que hemos rescatado del pasado, que tuvo. Hacia 1842, por ejemplo, encontrábamos la Gran fábrica castellana y Europea de construcción de calderería mécanica y fundición de metales de todas clases, de don Pedro Roussoulieres, “díscípulo de los inventores en Francia e Inglaterra”. Hubo también una fábrica de tejas “de tecnología revolucionaria”, y una importante venta de objetos religiosos y estampitas. En el número 2 de la calle estuvo también la Imprenta Federico Escámez, donde se imprimó a mediados del XIX el periódico católico La Discusión.

Al cambio de ambiente de la calle debió contribuir mucho la desaparición del Teatro Martín, con puerta principal por Santa Brígida, pero con acceso también por aquí. Así se quejaba del ambiente desvergonzado de la calle, en una carta fechada en 1912 y dirigida al comisario del distrito en un periódico, un vecino del número 6:

“La calle de Santa Águeda, a pesar de hallarse urbanizada y alumbrada como una calle de primer orden, desde las primeras horas de la noche se ve invadida por una verdadera nube de vendedoras del amor, las cuales, con sus groserías y cháchara indecente nos privan, no á los hombres, que ello no nos causa espanto, pero sí a nuestras mujeres y niños, de asomarse al balcón, a lo cual creo tenemos derecho.

Si a esto se añade que las referidas señoritas, sentándose en los quicios de nuestras puertas o en la de enfrente del núm. 4, centro de sus realizaciones, prolongan las tertulias hasta la madrugada hablando y gritando con todos sus pulmones, comprenderá usted, Sr. Rocamora, que es preferible nuestra tranquilidad a la de esa gente.

¿Podría el señor comisario del distrito atender esta queja, que creo justa?“

El Martín fue contruido por Carlos Martín (de ahí su nombre) en 1870 para dedicarse al género chico. Posteriormente, sus tablas se llenaron de revista, destape (con la llegada de la democracia)...y de actuaciones míticas de grupos de La Movida (Paraiso o Nacha Pop) y festivales culturales de la CNT, también en tiempos de la Transición. El edificio fue derruido en 1994.

No es, por lo demás, una calle con mucha historia (aunque Galdós la utilizó como escenario en El amigo manso y Ángel Guerra), un pasillito tranquilo y poco conocido del que hemos tratado de dar alguna nota de interés en estas líneas.

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