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Agustín Vega, jazz para la Plaza del Rastrillo: “El barrio cambia un segundito cuando canto”

Agustín Vega, catando desde su ventana a la Plaza del Rastrillo | SOMOS MALASAÑA

Diego Casado

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Todos los domingos, a las 19.30, hay música en el Rastrillo. Lo saben los vecinos de esta plaza de Malasaña y también los seguidores de Agustín Vega, un cantante que al principio de la cuarentena decidió regalar unos minutos de su voz a sus compañeros de ventana y balcón, entre dudas y temores.

“Pensé en que a lo mejor me odiaban los vecinos por darles guerra”, confiesa este bonaerense de 34 años, que se lanzó a cantar gracias a que le animó su mujer, con la que comparte confinamiento y junto a la que se trasladó a vivir a Madrid a principios de año desde su Argentina natal. “Veía la plaza muy callada, sin la animación que tenía cuando llegué, y decidí hacer algo para llevar un poco de alegría a la gente que está encerrada como yo”, explica en conversación telefónica con Somos Malasaña.

Desde su ventana suenan sobre todo canciones de jazz, su especialidad, pero también interpreta ópera o se adapta a las circunstancias: si llueve puede salir con Singing in the Rain, o interpretar la banda sonora de Toy Story si uno de los vecinos más jóvenes de la plaza cumple años, como ocurrió el pasado domingo. Se le escucha también los miércoles y viernes a las 19.30, normalmente dos canciones, sin altavoz y acompañado solo de la música que reproduce.

Agustín Vega tiene experiencia cantando ante el público: fue concursante de La Voz Argentina en 2018La Voz Argentina y sabe lo que es actuar ante millones de espectadores, por televisión. Pero su actual público no se le queda pequeño: para él, la plaza del Rastrillo “es como un gran escenario”, dice que siente cuando se asoma desde su ventana y ve cambiar el barrio “un segundito”, mientras suena su voz y sus vecinos le graban e incluso le hacen peticiones. “La recepción es buenísima, son increíbles y me pone muy contento que aplaudan”.

El argentino llegó a Malasaña directamente desde Buenos Aires hace muy pocos meses, decidido a probar la aventura española junto a su pareja, artista plástica, y vivir en el país de su abuelo, un leonés que nació en un pequeño pueblo de los Picos de Europa. “Es un sueño, elegí Malasaña como barrio por su bullicio y su dinamismo”, confiesa. También por su belleza arquitectónica y porque conserva todavía mucha relación de vecindad. “Yo viví en San Telmo y era lo que más se le parecía”, añade.

Agustín seguirá cantando hasta que acabe la cuarentena, aportando lo que pueda desde su ventana. Los próximos días participará en las Fiestas del Dos de Mayo, que este año se celebran en formato confinado. Y después volverá a asomarse a la plaza con su música y a retransmitir las actuaciones por su canal de Instagram, para que todo el mundo que quiera pueda verlo. “El paso por La Voz me hizo darme cuenta de que la música que yo hacía no solo repercutía en mí, sino que también inspiraba a la gente. Me lo decían. Es increíble que sin darte cuenta le puedes cambiar la vida a la gente. Por eso voy a seguir cantando desde la ventana”.

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