Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Abejas madrileñas e inspiración vikinga para la primera hidromiel de Malasaña

Pablo García, con una botella de hidromiel Grendel hecha en la Fábrica Maravillas

Diego Casado

0

La humanidad la consume desde hace 4.000 años, pero el ascenso de otras bebidas como el vino la hizo caer en el olvido tiempo atrás. Hasta que, a rebufo de la fiebre por las cervezas artesanas, algunos pequeños productores la están recuperando de nuevo, gota a gota. “La hidromiel fue la primera bebida fermentada por el hombre y ya la tomaban los egipcios, los griegos o los romanos”, explica Pablo García, un joven estudioso de este producto y que acaba de producir la primera hidromiel hecha en Malasaña de la que tengamos constancia.

Asaltamos a Pablo durante la cata de Grendel -así se llama su hidromiel- en la Fábrica Maravillas (C/ Valverde 29) para que nos lo cuente. Él explica que lleva cocinando esta bebida de modo casero desde hace tres años junto a su socio Hugo Llanas, pero que esta es la primera ocasión en la que usa las instalaciones de la fábrica de cerveza de Malasaña para una partida de hidromiel. Una colaboración sabrosa que tiene ingredientes muy madrileños.

“Está hecha con miel de encina y de milflores de la sierra de Madrid”, explica orgulloso Pablo García cuando habla de su mezcla. “Viene de unas colmenas de El Escorial y Valdemorillo y se recolecta de modo artesanal. Del panal al bote y del bote a casa”, cuenta porque, para él, la materia prima es lo más importante: “No es lo mismo comprar la miel a productores locales que en el supermercado, donde no cristaliza, está muy licuada y ha perdido casi todo su aroma”, detalla.

A Pablo le gusta experimentar con diferentes olores a la hora de elaborar su producto. Esta remesa de Grendel está aromatizada con canela, clavo, naranja y limón. Y, aunque tiene bastante cuerpo, ha rebajado hasta 8º su gradación alcohólica habitual, que suele rondar los 12º. “Queríamos hacer una edición popular, que encaje bien y de la que se puedan tomar varios tragos”, explica mientras prueba un vaso con la bebida, de color pardo y aspecto sabroso.

Los orígenes vikingos

Mientras degustamos los sabores de Grendel, Pablo nos habla de la historia de la hidromiel y de que, pese a que era consumida ampliamente en toda Europa, con el tiempo solo sobrevivió en los monasterios “porque la uva y el cereal eran mucho más baratos como materia prima para bebidas fermentadas como el vino o la cerveza”. También se producía en el norte del viejo continente, por un pueblo que la tenía totalmente mitificada y que ayudó a que llegara a nuestros días: los vikingos.

“Según la tradición, ellos la utilizaban para celebrar grandes momentos, porque era la bebida de los dioses, la que tomaba Odín en el Valhalla”, relata nuestro productor malasañero. De hecho, la hidromiel aparece de modo recurrente en la literatura relacionada con los pueblos normandos, como en el poema de Beowulf. Como homenaje Pablo cogió uno de sus personajes, el troll Grendel, para poner nombre a su hidromiel. “Es el que se dedica a molestar a los vikingos daneses, a quien se enfrenta Beowulf”, indica.

De esta cultura vikinga y de su bebida fetiche viene una expresión extendida ampliamente en occidente: la de la luna de miel. “La hidromiel la tomaban los recién casados de esos pueblos durante 28 días, hasta la siguiente luna, porque se pensaba que favorecía la concepción de hijos varones”, explica Pablo. De ahí la expresión.

Cuestiones vikingas aparte, Pablo reconoce que empezó haciendo cerveza artesanal en casa, pero que enseguida le llamó la atención esta otra bebida que siempre estaba tan presente en cualquier relato de fantasía centrado en lo medieval: El Señor de los Anillos, Juego de Tronos, etc. Mientras dirige la cata con el resto de asistentes, explica que conoce hasta 40 variedades distintas de hidromiel, la hay con burbujas y sin, aromatizadas con diferentes olores...

La receta: agua, miel y paciencia

Tomamos unas pocas nueces, uvas y algo de queso en aceite para acompañar los tragos, a la vez que Pablo explica el proceso de elaboración: “Los ingredientes principales son agua y miel, en diferentes proporciones según quieras que te salga más seca o más dulce”, indica. Luego la hierve o pasteuriza y después le añade los aromas para dejarla enfriar, antes de echar la levadura. A partir de ese instante llega el reposo y la fermentación, el momento en el que la hidromiel adquiere cuerpo y expulsa gases al mismo tiempo. “Y, con paciencia, en un mes y medio tienes tu producción”, concluye.

Pese a la simpleza de su fabricación, no es sencillo encontrar hidromiel en los bares de Malasaña, ni en los de Madrid en general (a veces la despachan en pubs de metal music). Tampoco en los supermercados y en las tiendas. Para hallarla hay que acudir a las locales especializados en destilados y, ahora, a la Fábrica Maravillas, donde está parte de la producción de la última tirada de Grendel. Allí le acogió Thierry Hascoët, el impulsor de esta fábrica-tienda de cerveza, que ya conocía la hidromiel porque en su tierra -la Bretaña francesa- se fabrica habitualmente. Cuenta que una de carácter artesanal francesa tiene potentes efectos lisérgicos, al mezclarse con el veneno de las propias abejas. “Esa está prohibida, porque no sabes si vienes o vas cuando la tomas”, añade Thierry jocoso.

Para adquirir hidromiel Grendel hay dos opciones: comprarla en la Fábrica Maravillas a 7,5 € (botella de medio litro) o directamente hacer un encargo por email a los productores de Grendel (grendel.hidromiel@gmail.com), que venden a 9 € la botella de 3/4. De momento, la tirada en cada edición es pequeña, pero Pablo y Hugo ya están buscando un local en el que fabricarla en serie y que la producción de hidromiel pase de ser “un hobby bastante interesante” a un auténtico negocio.

Más información:

  • Contacto y encargos: grendel.hidromiel@gmail.com
Etiquetas
stats