Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

A 2 Velas, una apuesta segura

temaki-portada

Diego Casado

0

Los que una vez vinimos de provincias a vivir a Madrid solemos tener un problema recurrente cada cierto tiempo, que aparece cuando llega ese momento que te hace retroceder al pasado, a los orígenes, a tu infancia: la visita familiar a la capital. Padres, tíos y demás congéneres acuden a los madriles para ver a su hijo/sobrino/loquesea, con un buen número de situaciones potencialmente incómodas a la vista.

En estas ocasiones, la comida suele colocarse en el top de focos potenciales de conflicto: el paladar de fuera no suele estar entrenado para probar cosas demasiado arriesgadas y hay muchas papeletas para cagarla si no se elige bien cuando el estómago ruge. Por eso, desde hace tiempo, tengo bastante depurada una técnica que me evita tener que comer el típico menú castellano en un grasabar (que es SIEMPRE la opción paterna preferida): buscar locales que ofrezcan platos reconocibles, pero elaborados con mayor cuidado y que, si todo falla, aún tengan una vía de escape para los talibanes del filete casero y que despachan con un (dígase con desprecio) “esto es muy raro, muy moderno” a cualquier plato que no comprendan.

A la hora de comenzar este blog, que se dedicará a recomendar los mejores menús del día de Malasaña, se me planteó la misma disyuntiva: no quería acudir a un local que pudiera ser un bluff bajo ningún concepto. Por eso escogí uno en el que pudiera acertar el 100% de las veces, al que llevaría (de hecho he llevado) a mis padres. Uno que nunca te falla y que te asegura buena calidad a buen precio y, lo más importante en este caso, una carta que puede dejar contento desde al hipster sibarita hasta a un tronista de MHYV, pasando -como no- por cualquier visitante provinciano: A 2 velas.

En general, cualquier restaurante de la familia A 2 velas (tienen otros dos locales en Malasaña, Babia Madrid y Con 2 fogones) hubiera servido perfectamente para este estreno, pero tiré por el más clásico de todos, el de la calle San Vicente Ferrer, de estética étnica, moderna, plato cuadrado y luz baja. Aproveché además la tranquilidad de un viernes de veroño en el que todavía había muchos potenciales comensales que habían escapado de Madrid y pocos que se quedaran en un restaurante, así que a la comida se unió un servicio agradable y tranquilo.

El menú del día del local ofrece tres primeros y tres segundos que en realidad se convierten en seis, porque siempre tiene como alternativas una opción para los veganos (hamburguesa vegana con o sin queso), para los adictos a las dietas (pechuga de pollo a la plancha con verduras) y para  carnívoros recalcitrantes (carne a la parrilla con chimichurri). Fuera de estos platos las propuestas cambian cada día y en mi caso pude elegir entre una ensalada campera, un temaki y un salmorejo (primeros) y un salteado de pollo, bacalao confitado y huevos estrellados (segundos).

Como siempre voy acompañado (comer solo es triste, aunque a veces sea necesario), pude probar el 66% de las opciones del menú del día. Me sorprendió el salmorejo, exquisito, con el toque justo de ajo y una textura interesante, que daba consistencia a un plato sabroso, adornado con cebolla caramelizada.

El temaki llegó un poco frío, pero el gran sabor del salmón lo compensaba. La dureza excesiva del aguacate que lo acompañaba hizo que no superara en conjunto al salmorejo, sin duda la mejor opción para abrir el menú ese día.

Entre los segundos destacaba -mucho- el bacalao confitado. Bien desalado, jugoso y tierno, con un acompañamiento de verduras excepcional (calabacín, pimientos verde y rojo, cebolla y tomate), suaves pero tersas, con un sabor intenso. Una gozada de plato. El salteado de pollo era correcto, con tallarines y verduras algo menos elaboradas que el otro segundo pero con una cantidad abundante, que saciaría cualquier apetito.

La lista de postres era obscena, así que no la puedo reproducir sobre estas líneas. Entre ellos había un buen número de tartas. Tan solo diré que probé la de dulce de leche y la de zanahoria (me he propuesto catar todas las carrot cake de Malasaña). La primera era esponjosa y rica. La segunda suave, cremosa y con intenso sabor a nuez, canela y pasas. Un pelín por encima y un final perfecto para la comida, que estuvo remojada por el tinto de la casa que era Valdepeñas (Señorío de Gori). También sirven Heineken de barril, para los que sean más de cebada que de la uva.

En resumen, recomiendo A 2 velas para comensales heterogéneos, que puedan compartir mesa comiendo un plato japonés y una carne a la brasa sin que por ello desentone, en un ambiente tranquilo (para menú del día, el fin de semana es otro rollo) y con un servicio agradable. Todo a buen precio y con raciones generosas. Un restaurante al que llevar a padres y quedar bien, a tu pareja con la que acabas de empezar a salir y quedar bien, al tendero de la esquina y quedar bien. Saldría contenta de aquí hasta Letizia Ortiz. Un comodín perfecto.

Dónde: A 2 velas (C/ San Vicente Ferrer 16). Metro Tribunal.

Qué: Tres primeros, tres segundos (+ otros tres segundos) y muchísimos postres.

Cuánto: 10,50 € (bebida incluida, café no) | 8 € medio menú (1 plato + bebida + postre).

Otros: Pidiendo tu tarjeta de cliente, el undécimo menú sale gratis.

Más rollo foddie:

Más rollo foddie:foddie

Etiquetas
stats