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Los 302 mapas en 3D de las estaciones de Metro de Madrid que ha dibujado un ingeniero de Barcelona

Detalle del gráfico de la estación de Cuatro Caminos

Diego Casado

Madrid —

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Cada día, dos millones y medio de personas se adentran en el subsuelo de Madrid para viajar en transporte público. Recorren sus pasillos, escaleras o ascensores guiándose por los carteles y símbolos, muchas veces sin pensar si habría un camino más corto o qué forma tendrá la estación que pilla más cerca de su casa. Coger el Metro es para muchos algo tan cotidiano que muy pocos se paran a reflexionar sobre sus pasos. Salvo que te pongan delante, dibujado, un mapa del camino que recorres cada día para llegar al andén.

Esta página web alberga los dibujos de las 302 estaciones del suburbano madrileño. Un trabajo minucioso, concienzudo y sorprendente que no parte de ninguna administración, sino que es responsabilidad de un ingeniero de Obras Públicas barcelonés, Albert Guillaumes. Un apasionado de la intermodalidad en el transporte público que durante la pandemia decidió pasar a limpio los esquemas de unas paradas que llevaba esbozando en su tiempo libre desde hacía casi una década. Incluidos los de Madrid, la web acumula más de 1.500 ejemplos de todo el mundo.

En sus mapas digitales, este ingeniero refleja los pasillos de acceso público de cada una de las estaciones, con sus escaleras mecánicas, sus pasillos, ascensores, tornos de entrada y accesos desde la calle. También las conexiones con la red de Cercanías. Hay estaciones muy sencillas como la de Lago y otras tremendamente complicadas, con pasillos interminables o audaces requiebros para llegar de una línea a otra.

Hace unos días, Guillaumes terminó los dibujos de todas las estaciones de Madrid y completó un trabajo que comenzó cuando con solo 15 años visitaba por primera vez la capital de España y se quedaba prendado del subsuelo de Sol. Entonces, pidió a sus padres recorrer un rato más el vestíbulo y sus diferentes accesos, retrasando salir al exterior para buscar lo mismo que el resto de turistas en la capital, camino del Kilómetro Cero o del Oso y el Madroño. “Tenía curiosidad de saber cómo era, me encanta todo lo relacionado con el transporte público desde que era pequeño”, recuerda en conversación telefónica con este periódico.

Los primeros dibujos de Albert Guillaumes (Sant Pere de Ribas, 1994) se plasmaron en una libreta, cuando todavía estaba en el instituto. Al principio los hacía del Metro de Barcelona, pero también del de Madrid y de otras ciudades que visitaba. Durante la carrera insistió en esta afición, después empezó a trabajar para el transporte regional de la Generalitat y, cuando llegó la pandemia, se encontró con el tiempo suficiente para pasar a limpio todos sus esquemas. Ahí nació un curioso proyecto que comparte con todo el mundo.

“La intermodalidad se ha tomado en serio en algunas ciudades, pero en otras no se le ha dado ninguna importancia”, explica en la portada de su web sobre los motivos de su proyecto. “Entrar, salir o hacer transbordo en una estación de Metro forma parte del día a día de millones de personas en todo el mundo. El diseño de estas estaciones afecta a la movilidad de la gente”, añade antes de advertir que el tiempo que se pasa en ellas tiene un coste temporal que se podría transformar en gasto económico y también esfuerzo físico. “Si el tiempo se pudiera convertir en dinero, acabamos percibiendo que un minuto haciendo transbordo es más caro que un minuto en movimiento dentro del tren o el autobús”, advierte.

¿Qué ciudades resuelven mejor estas conexiones? Albert pone algunos ejemplos centroeuropeos como Berlín, con transbordos cortos y rápidos, Múnich, donde los trenes de diferentes líneas acompasan sus llegadas, o Viena. De esta última destaca la estación de Stephansplatz, una de las mejores correspondencias con trasbordos directos.

En Madrid, el enlace mejor resuelto es para este ingeniero el de Príncipe Pío, con un enlace entre dos líneas que se puede coger caminando unos pasos y sin subir escaleras, un ramal al que se accede de forma sencilla y una conexión con el Cercanías situada justo encima.

En el otro lado se encuentran las estaciones de largos transbordos, con pasillos infinitos para enlazar diferentes líneas sin salir a la calle. Cualquier viajero que haya intentado caminar de la estación de Acacias a la de Embajadores sabe de lo que hablamos. También quien haya intentado alcanzar la línea 4 en Diego de León desde cualquiera de sus otros andenes. Cada ciudad tiene su trasbordo terrorífico, en París está Montparnasse, en Berlín está Mitte.

Los esquemas de estas últimas paradas son complicados de dibujar. Para hacerlo, Albert ha visitado casi todas y preparado en sus libretas los esquemas, que luego pasa a limpio con el ordenador. Las estaciones más simples de una sola línea y a veces una sola entrada (como la de Lago) puede trazarlas en cinco minutos en el papel y luego emplea otros diez en digitalizarlas. Las que tienen muchas conexiones son otro cantar.

“Para hacer Nuevos Ministerios tardé un día entero, es una estación monstruosa”, recuerda Guillaumes mientras admite que empezó a dibujar sus pasillos y tuvo que pararse a pensar porque no conseguía comprender una configuración que une tres líneas de Metro y seis de Cercanías. Su trabajo final muestra el auténtico laberinto de escaleras y pasillos que discurren bajo la Castellana, por los que seguro se han perdido muchos madrileños. Tal vez con un dibujo como el siguiente colocado en sus entradas la orientación sería más fácil.

Retos similares a los de esta parada en Madrid los encontró Albert Guillaumes en otras ciudades como París, donde la de Nation es parecida en su complejidad. También la de Opéra, con multitud de pasillos unidireccionales. En Londres, una de las más interesantes es la de Oxford Circus.

Y es que el proyecto de este ingeniero de Obras Públicas se extiende por estaciones de todo el mundo. Ha compartido ya 1.517 en Europa y América, elaboradas en su tiempo libre, el 95% de ellas con visita incluida al propio espacio durante viajes con amigos o en solitario. Su vocación es la de facilitar la forma de moverse bajo tierra de una forma visualmente atractiva, y también mostrar cómo se han resuelto las conexiones en distintas partes del mundo, a lo largo de diferentes épocas.

Los dibujos de Albert se inspiran en la excepcional información disponible en los transportes públicos de las grandes ciudades japonesas, donde es posible consultar todas las conexiones en planos y esquemas situados en sus entradas y andenes. “Allí cuidan al mínimo detalle una información a la que aquí apenas damos importancia”, asegura. Cuando un viajero va a salir del vagón, puede saber rápidamente cuál es la mejor forma de llegar a su destino en la calle a través de un completo sistema de pantallas y esquemas numerados. ¿Deberían seguir su ejemplo las administraciones públicas en España? Este ingeniero cree que sí, “pero antes de llegar a ese nivel de detalle, hay otras prioridades y cosas pendientes, tendrían que hacer otros esfuerzos en planos más sencillos o mejorar las frecuencias”, sugiere.

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