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OPINIÓN | 'A paladas', por Antón Losada

Obras íntimas

Obras calle Manifestación Zaragoza

Mariano Gistaín

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Todo son contenidos endosables por si nos encontramos a alguien: hay que decir algo interesante para que no te olviden, o para que te olviden más tarde. Pero tampoco sin pasarse. Si vas paseando a un o una roomba con una correa (su propio cable) podrían pensar que eres Dali reencarnado.

Hay un auge periódico de la reencarnación, auge fugaz, de quita y pon. Hoy crees en eso y mañana ya no. Hoy crees en Zara y mañana te agobia. Tod@s somos algo gnóstic@s. Hay que saber verle la gracia a la cultura, historia, tradiciones... ¡si no no sabríamos apreciar las novedades!

Las novedades son chinas. Lo chino mezcla los bares más castizos con los trastos más modernos.

Este objeto, esta persona, este tictoc, este rulo de esfuerzos por existir. Tic toc es el paso del antiguo reloj (ya nadie se acuerda de esa onomatopeya, mejor), ciclos de reloj, pim pam, el rugido de las tripas del procesador... y también es el tic de toda la vida (ya olvidado también) y el toc, tan actualísimo, del Trastorno Obsesivo Compulsivo, ¿quién no tiene una docena de TOCs?

Estas son las razones por las que triunfa esa red china, aparte de sus algoritmos y adelantos, es una dominatrix, un flagelo autoplacentero (autoplacebero), un algo donde no había nada. En fin, feliz día del olvido y la nada ZEN. El toc ha borrado el tic (el tic lapsus freudiano de toda la vida). Un toc quita un tic.

El tiktok chino lo quieren prohibir en usa por celos y por miedo: han mejorado la máquina de exprimir egos igual que han mejorado los coches eléctricos. El dominio llega por los objetos, el móvil, la roomba... objetos efímeros para tapar agujeros existenciales difíciles de concretar... además, si los concretas se reducen siempre a tres cosas. Qué aburrimiento.

La foto es de las obras en la calle Manifestación de Zaragoza, el cardo o el decúmano romano, por donde más tarde pasaban a coronarse los reyes de Aragón en un desfile entre la Aljafería y la Seo... ¡Y luego a almorzar! El operario de la excavadora arrancó los diez cerezos (de veinte años de edad) con un gesto de muñeca, más fácil que reventar las losas de asfalto, seracs de la calle. El vecino Enrique Lafuente, Baturro Bizarro, que ha redactado una tesis de mil seiscientos folios sobre un modisto fascinante y desconocido, hizo fotos y vídeos del desbroce, la vida siguió, etc. Feliz semana.

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